El coordinador de IULV-CA, Antonio Maíllo, es uno de los pocos políticos españoles que nunca ha reconocido su condición sexual porque nunca se ha ocultado. Su labor como docente también le ha llevado a ser un referente de la visibilización y la normalización del colectivo LGTB en las aulas
SAMUEL JIMÉNEZ. LA ESTRELLA DIGITAL.- Muchos españoles le han conocido por ser uno de los rivales de Susana Díaz en la pasada campaña electoral andaluza. Pero a sus espaldas ya se había labrado una larga trayectoria en la política municipal. Antonio Maíllo (1966) dio el salto a la política autonómica hace dos años tras ser propuesto -con un respaldo aplastante- para suceder a Diego Valderas como coordinador de Izquierda Unida Los Verdes-Convocatoria por Andalucía (IULV-CA). Es comunista, estudió Filología Clásica y ha sido profesor de latín durante más de veinte años. También domina inglés, italiano y griego. Prefiere considerarse filólogo y profesor antes que político. Y, además, es homosexual. Este cordobés de Lucenaes uno de los pocos políticos españoles que nunca ha tenido que ‘salir del armario’ porque nunca se ha ocultado. Su labor como docente le ha llevado a ser un referente de la visibilización y de la normalización en las aulas para muchos de sus alumnos. El referente que él no tuvo.
Quien bien le conoce dice de él que es amable, culto, cercano, brillante, humilde y divertido. Estrelladigital.es lo ha podido comprobar a lo largo de esta entrevista, en la que explica cómo se vive la homosexualidad en un ámbito tan particular como el de la política. Dice no sentirse activista de primera línea, pero lo es y lo hace continuamente en sus actos, en sus palabras. Maíllo hace de la naturalidad su bandera para reivindicar la normalización de la diversidad sexual en la sociedad.
ED: ¿Cómo vivió aquel histórico 30 de junio de 2005 en que se legalizó el matrimonio igualitario?
AM: Lo viví con mucho entusiasmo y con el fuerte sentimiento de que esta ley era el fruto de una lucha y una reivindicación constante que había ido calando progresivamente en la sociedad. Fue un triunfo y una etapa histórica en nuestro país, que contribuyó a despertar la conciencia de muchos países de nuestro entorno que veían cómo España daba un salto cualitativo al reconocer una serie de derechos sociales y de igualdad que sus legislaciones no reconocían.
ED: Cómo ve estos primeros diez años de la ley, ¿cree que se ha seguido avanzando en la conquista de derechos o por el contrario cree que se ha producido algún retroceso?
AM: Creo que el gran avance se logró con la aprobación de la ley del matrimonio en plena igualdad. Y lo más complicado quizás, y ahí es donde debería completarse la ley, es que en el plano educativo todavía se tienen que hacer grandes esfuerzos para educar en el respeto a la diversidad sexual.
ED: ¿Cree que la tendencia sexual de un político puede condicionar a los ciudadanos a la hora de acudir a las urnas?
AM: Me atrevería a decir que la condición sexual de un político ahora ya no condiciona ni deja de condicionar al votante, por eso creo que en ese sentido se ha avanzado en el terreno de la política. Me preocupan más las posibles discriminaciones que se producen en el día a día de las personas que no son referentes sociales, que la elección de un candidato gay o lesbiana.
ED: Cada vez hay más políticos que se animan a visibilizar su condición sexual, pero ¿cree que todavía hay muchos que siguen sin reconocerla por temor?
AM: Creo que hay más pudor y una actitud más conservadora entre los responsables políticos que en otros ámbitos de la sociedad. En Andalucía hay muchos alcaldes y alcaldesas de visible condición sexual, incluso en pueblos de menos de 20.000 habitantes donde todo el mundo lo sabe, y es una experiencia bastante positiva. Sin embargo, dentro del ámbito autonómico y de la política nacional hay mucho más temor de revelar su condición que en la política municipal.
ED: ¿Lo tienen más difícil los políticos de la derecha?
AM: Es un avance positivo, aunque no suficiente, el hecho de encontrarnos cada vez más candidatos de la derecha que ya se están visibilizando, y eso es todo un logro. Resulta curioso que dentro de la izquierda haya políticos que sigan teniendo temor de revelar su condición sexual.
ED: Usted no ha ocultado su condición sexual a lo largo de su trayectoria política, ¿siempre ha sido así?
Nunca lo he tenido que hacer público porque nunca me he ocultado, no ha hecho falta. Siempre lo he vivido con mucha naturalidad, tanto en mi partido como en el ámbito personal. Vivir la condición sexual dentro de la naturalidad es como se alcanza una mayor normalización. Ser gay no ha supuesto en ningún caso ningún condicionamiento para mí, tanto en la política a nivel autonómico como cuando fui concejal en pueblos pequeños.
ED: ¿Ha sufrido algún tipo de discriminación en su vida personal, en su carrera política o en su etapa como docente?
AM: No, al contrario. He tenido una experiencia bastante enriquecedora como docente. En mi etapa como director de un instituto de Secundaria, mi condición ha servido de referente para muchos padres a la hora de reconocer la opción sexual de sus hijos.
ED: Siendo profesor como es usted, será consciente de que aún hay mucha homofobia en las aulas. ¿Qué medidas habría que poner en marcha para combatirla y erradicarla?
AM: En la última etapa de Primaria -cursos quinto y sexto- y en la primera de Secundaria -primero y segundo-, los alumnos cuentan con unas edades en que van conformando actitudes, por eso es fundamental la educación y la formación en la diversidad sexual normalizada para evitar muchas reacciones homófobas. Me preocupa esa etapa porque es en la adolescencia, precisamente, cuando se produce la definición o indefinición y el proceso de conformación de la identidad sexual pues aún se sigue viviendo con traumas y con dificultades.
ED: ¿Se ha encontrado durante su etapa como docente con algún caso de discriminación o acoso por razones de orientación sexual?
AM: Claro que me he encontrado con casos de bullying por esta razón, tales como insultos o que alguien haya escrito en el cuaderno de un niño sobre su afeminamiento. Ante este tipo de acoso he aplicado una estrategia que siempre me ha dado buenos resultados. En primer lugar, es necesario actuar con rapidez para desactivar cualquier tipo de conflicto que al crecer sea más difícilmente gobernable. Y en segundo lugar, he puesto mi propia condición como ejemplo, señalando así que no iba a permitir que nadie como yo sufriera ese tipo de discriminaciones e insultos. Esto último realmente tenía un gran impacto sobre los adolescentes; no es lo mismo sospechar que el director es gay, que saberlo. Siempre recuerdo el caso de un chaval acosado llamado Diego al que le dije delante de todos «quien toque a Diego me toca a mí». Los demás se quedaron un poco impactados. Este tipo de estrategias siempre me ha funcionado y ha resultado positivo entre los chavales.
ED: A su juicio, ¿qué más asignaturas pendientes cree que aún quedan por afrontar para avanzar en esta conquista de derechos del colectivo?
AM: En el ámbito de la mujer existe una discriminación bastante sustantiva por lo que es necesario un mayor esfuerzo de visibilización, sobre todo en el caso de las lesbianas casadas. También es necesario visibilizar que existen padres que deciden salir del armario cuando ya tienen hijos y se sienten desamparados. Y por último, aunque no por ello menos importante, es fundamental una mayor visibilización y normalización de la transexualidad, por su elevado riesgo de marginalidad en el debate de derechos y por tanto hay que plantear un mayor esfuerzo en concienciar y explicar a la sociedad los procesos de identidad sexual, ya que hay mucho desconocimiento sobre este tema en una gran parte de la población.
Para todo ello vuelvo a incidir en que la estrategia nuclear en políticas de defensa de la diversidad sexual es la educación en las edades tempranas. Es necesario que la educación en la diversidad sexual no sea una actividad que dependa de una mayor o menor sensibilidad o conciencia del profesorado, sino que esté regulado como materia obligatoria y por tanto forme parte del currículo escolar en primaria y secundaria.
ED: Sin adentrarnos mucho en su vida personal… Usted está ahora mismo soltero, pero ¿tiene pensado algún día casarse y tener hijos?
AM: Yo como opción personal no creo en el matrimonio, pero siempre defendí que todos tuviéramos la posibilidad de decidir si queremos casarnos o no. Antes de 2005, el matrimonio para nosotros no era una opción y siempre he luchado para que lo fuera. Ahora, como opción personal no me siento llamado al matrimonio, aunque sí a una relación de pareja estable. En cuanto a los hijos, le tengo que decir que uno tiene su etapa de instinto paternal que nunca la descarta, pero con esta responsabilidad política ves cómo se pasa el tiempo y cada vez lo ves más lejano. Así que disfruto de los hijos de mis amigos y participo en el proceso educativo con ellos.
ED: ¿Ha pertenecido usted a alguna organización LGTB?
AM: No, nunca. Dentro de Izquierda Unida he estado muy comprometido en el Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual, pero no he sido un activista de primera línea ni mucho menos. Yo he estado más en la reivindicación de la cotidianidad, la defensa de los derechos por supuesto y normalizando los procesos de igualdad en el ámbito educativo en el que me he movido durante 22 años.
ED: Cómo va a celebrar este décimo aniversario de la aprobación de la ley del matrimonio igualitario?
AM: De ninguna manera especial. Creo que la mejor celebración es que la gente que quiera expresar su amor en una relación matrimonial lo pueda hacer dentro de España, esta capacidad de elección es algo que siempre hay que celebrar porque nos sitúa al mismo nivel de igualdad que las parejas heterosexuales. Y sobre todo tenemos que estar atentos a que no se produzca ninguna regresión y en alerta para que cualquier salida de tono o agresión homófoba tenga una repuesta muy contundente por parte de la sociedad.
ED: ¿Qué papel puede desempeñar el resto de la sociedad en la lucha y defensa de los derechos del colectivo LGTB?
AM: Hay que fortalecer la lucha por la diversidad sexual y los derechos LGTB. Su defensa no puede recaer únicamente en el colectivo, sino que toda la sociedad debe implicarse como ocurre con otros derechos, como los laborales, los de los estudiantes o los de los pensionistas. Me encantaría que cada vez más heterosexuales nos acompañen en las manifestaciones del Orgullo porque se trata de la lucha de todos por una sociedad mejor, más igualitaria y más justa.