El académico lamentó que «profesoras que llevan un símbolo religioso de opresión» vayan a «educar en valores» a las próximas generaciones. «No hacemos proselitismo» – replican.
PAOLO FAVA. EL ESPAÑOL.- «De aquí a un par de años –si es que no ha ocurrido ya– saldrá de las facultades españolas una promoción de jóvenes graduadas en Educación Infantil y Primaria, entre las que algunas llevarán –lo usan ahora, como estudiantes– el pañuelo musulmán llamado hiyab«. Así arrancaba la columna de Arturo Pérez-Reverte publicada el pasado sábado en XL Semanal. Su tesis: que al aceptar educadoras que asumen un símbolo «religioso» de «opresión», la sociedad occidental está exponiendo incautamente a las nuevas generaciones a la barbarie.
«En colegios públicos, pagados por ustedes y yo (…) esas profesoras estarán mostrándose ante sus alumnos, con deliberada naturalidad, llevando en la cabeza un símbolo inequívoco de sumisión y de opresión del hombre sobre la mujer –y no me digan que es un acto de libertad, porque me parto» – desarrollaba el académico y novelista, lamentando una tolerancia «buenista» hacia el velo islámico en las aulas de los centros de titularidad estatal cuando los crucifijos, «por fortuna y no con facilidad», han quedado «desterrados».
«Pero hay algo más grave. Más intolerable» – enuncia Pérez-Reverte al entrar en el meollo de su tesis. Las ‘maestras con hiyab’ ha asumido unas interpretaciones distorsionadas por el Islam sobre «moral social», sexualidad y género, y a través de ellas, la enseñanza de los «valores occidentales» basados en la ilustración y la democracia quedarán necesariamente contaminados. «Es contradecir un progreso y una modernidad fundamentales, a los que ahora renunciamos en nombre de los complejos, el buenismo, la cobardía o la estupidez (…) Y aquí seguimos. Suicidándonos como idiotas» – concluía.
La columna fue recibida con estupor en Red Musulmanas. Se trata de una plataforma colaborativa cuyo objetivo es el de reflejar la «diversidad de perfiles» que existen en el seno de la comunidad de mujeres musulmanas y «combatir los prejuicios». El texto de Pérez-Reverte cayó como un jarro de agua fría en plena preparación de la campaña que han lanzado con motivo del Día de la Mujer: #ReferentesMusulmanas, 21 perfiles para romper una imagen monolítica. Estudiantes, políticas, activistas, profesionales, emprendedoras. De múltiples razas y orígenes. Unas con velo, otras sin.
Y en paralelo, las propias ‘maestras con hiyab’ tenían un mensaje que mandar a Pérez-Reverte desde las aulas en las que imparten clase. El más fiero, el de Helena Gutiérrez Espí: con velo islámico y una camiseta en la que el símbolo de género femenino se cierra en un puño combativo, dedica una peineta a «Pérez-Reverde [sic]. Soy profesora. Llevo hiyab. Soy española. Soy feminista. #Asúmelo«.
La profesora de Secundaria y Bachillerato, mediadora cultural y escritora secunda el paro mundial de mujeres por el 8 de marzo y hace una pausa en las repuestas a las críticas y ataques que su gesto le ha deparado en Twitter para hablar con EL ESPAÑOL. «Algunos se creen que lo de Pérez-Reverde es una errata. Me debatí con ‘Pérez-Retrete’, pero ya era pasarse».
Si bien se contuvo en denigrar en exceso el apellido del autor, Helena no se muerde la lengua al condenar lo que considera una demonización de las mujeres musulmanas. «Nosotras sufrimos una doble presión, la del machismo y la de la islamofobia. Y por eso Pérez-Reverte nos tiene doblemente hartas. Lo que ha escrito tiene nombre: islamofobia de género. Y nos indigna que, por tener un lugar de enunciación privilegiado, la Real Academia, pueda decir lo que quiera y quedarse tan tranquilo».
«Yo soy profesora de francés, no de religión. Nosotras no hacemos proselitismo» – zanja, categórica. La panorámica que ofrece el Académico sobre una Educación Infantil corrompida por valores retrógrados le parece «desconectada de la realidad», visto que depende en este como en otros casos de un currículum escolar y no de las opiniones de cada profesor. «La ética se da en clase de ética y la religión en la de religión, donde la única opción es la católica, por cierto. Si en mi clase se plantea un debate de valores, los que expresaré serán los del Islam: Paz, amor y tolerancia hacia los demás«.
«Claro que hay integristas, pero ellos no representan a toda una comunidad» – enlaza casi sin pausa. La visión de Pérez-Reverte, acusa, está impregnada de occidentalocentrismo, un prejuicio que remacha con la autoridad de sus corresponsalías de guerra. Hace un reproche similar a quienes le dicen que no se puede llevar velo y ser feminista. «Hay feminismo negro, feminismo chicano… Imponer una única manera es paternalista, nos infantiliza, como si necesitásemos que nos enseñasen a quitarnos el velo. Yo, el carnet de feminista no se lo doy ni se lo quito a nadie».
Helena reconoce que el gesto no ha gustado a todos. Tampoco entre musulmanes: algunos consideran que la actitud de la mujer «debe ser otra». Hay padres que le han escrito para decirle que no les gustaría que diera clase a sus hijos, revela, pero los «apoyos» que ha recibido han sido multitud. Salvando las distancias, asegura, los prejuicios no son muy diferentes a los que ha sufrido celebrities como Emma Watson o Cristina Pedroche: «Una no es más ni menos feminista según como vista».