La víctima, que paseaba con su pareja por la calle, recibió varios golpes en la cabeza con una barra de metal
PABLO D. ALMOGUERA. EL MUNDO.- La joven pareja paseaba tranquilamente por una calle en Málaga sin ser consciente de la brutal agresión de la que iba a ser víctima. Un individuo armado, sin motivo aparente, se abalanzó sobre ellos tras gritar «¡Machupichu, te tengo que matar!» y comenzó a golpear al chico en la cabeza con una barra de hierro cuando le dio alcance. Un ataque que habría acabado con su vida si no hubiese intervenido un ciudadano que placó y retuvo al agresor hasta la llegada de la Policía Local, que lo detuvo por un delito de odio y otro de lesiones o intento de homicidio, según estime la autoridad judicial.
Fuentes cercanas al caso informaron a EL MUNDO que estos hechos se produjeron sobre las 16.00 horas del pasado martes, víspera del día de Nochebuena, en la calle Obispo Gaspar de Molina de la capital malagueña. Una patrulla del citado cuerpo fue alertada por un ciudadano de que había una reyerta en la que «un hombre estaba intentando matar a otro». «Corred que lo mata», les advirtió.
Los agentes se desplazaron con celeridad al punto indicado y allí se toparon con un grupo de personas que se arremolinaba junto a un jardín en el que había un individuo que inmovilizaba a otro que estaba «muy violento y alterado». Junto a ellos, un joven de 30 años y origen ecuatoriano que, «muy asustando», trataba de detener con un trapo una hemorragia en la cabeza producida por un fuerte golpe.
«¡De esta me recupero! ¡No se me olvida, cuando salga ajustamos cuentas!», gritaba al herido la persona que fue identificado por los testigos como el agresor, un hombre de 51 años al que los policías le descubrieron en el cacheo un pincho casero con una hoja de 15 centímetros de longitud y cuatro de ancho, un bote de espray autodefensa y una barra estilo pata de cabra con la que golpeó al joven.
Una vez controlada la situación, y con la ambulancia en camino para atender al herido, los agentes reconstruyeron lo sucedido a través de los testimonios de los implicados y las personas que estaban presentes. El herido relató que caminaba con su pareja cuando el agresor fue hacia él increpándolo. «¡Machupichu, te tengo que matar!», gritaba, mientras alzaba la barra y hacía que su víctima saliese huyendo.
La víctima afirmó que el hombre la persiguió por varias calles hasta que la alcanzó y le dio un fuerte golpe en la cabeza con la pata de cabra. En el suelo, le asestó otro. E intentó propinarle mas, pero el chico puso los brazos para protegerse.
Un vecino, alarmado por «la violencia del ataque», intervino y logro reducir y retener al agresor, quien en ningún momento dejó de mostrar una actitud amenazante.
Los agentes, que localizaron el objeto empleado en la agresión, constaron que el arrestado había tenido problemas previos con los vecinos de la zona, que declararon que lo observaron desde sus casas intentando golpear en la cabeza al joven. Éstos recalcaron que se trata de una persona «muy problemática».
La pareja del herido reconoció que había sentido «un gran temor por su vida» debido a la agresividad del individuo, que justificó la posesión de distintas armas afirmando que «las usaba para defenderse».
El hombre, que siguió profiriendo amenazas, fue detenido acusado inicialmente de un delito de odio, al que se sumaría el cargo derivado del ataque y que estaba pendiente de que fuese calificado por la autoridad judicial, ya que podría encajar con una lesiones o un intento de homicidio.