EFE. ELDIARIO.ES.- Conmocionado ante el incremento de asesinatos machistas, Portugal ha lanzado la que pretende ser la sacudida definitiva de la sociedad: un «día de luto nacional», el 7 de marzo, con la ambiciosa misión de cambiar el modo en que la política, la prensa y la justicia afrontan el problema.
La medida ha sorprendido porque el «luto nacional» acostumbra a reservarse a tragedias repentinas, como los incendios de 2017, en los que murieron más de cien personas, y al fallecimiento de personalidades, como el expresidente Mário Soares o la legendaria fadista Amália.
Su aplicación a los crímenes machistas es por tanto un reconocimiento definitivo del Estado luso a este flagelo, que en lo que va de año deja once mujeres asesinadas, más de un tercio del total de 2018; van 126 personas detenidas en el mismo periodo.
Si se cuenta desde 2005, cuando se comenzó a tener registros, el total son 500 mujeres asesinadas en un país de diez millones de habitantes.
«Es grave, muy grave», admite a Efe Daniel Cotrim, responsable de violencia de género y doméstica de la Asociación Portuguesa de Apoyo a la Víctima (APAV).
Cotrim describe a Portugal como un país que «ha avanzado mucho en los últimos veinte años», pero que aún se resiste a involucrarse en una lucha que suele interpretar como un asunto interno entre marido y mujer.
A esto se suman los fallos en la aplicación de las leyes para atajar estas situaciones y la falta de profesionales formados en estas materias; un simple día de luto, dice, cambiará poco las cosas.
«Sinceramente, no sé si por un día de luto avanzaremos más. Lo que va a pasar es importante, porque los medios van a tocar el asunto, habrá muchos discursos públicos, todo esto es fundamental», apunta.
«Por lo menos durante 24 horas vamos a hablar de esto», agrega, antes de matizar que de este tema ya se habla diariamente, solo que en la intimidad; convertirlo en una catarsis nacional es algo simbólico.
Con él coincide la presidenta de la asociación feminista Capazes, Rita Ferro Rodrigues, quien pone además el acento en lo que ha desencadenado todo el proceso que lleva al 7 de marzo: el asesinato en febrero de una niña de dos años a manos de su padre, quien también acabó con la vida de su suegra antes de suicidarse.
Era una venganza para su expareja, que había denunciado amenazas que acabaron archivadas.
«Es trágico, pero sucede lo siguiente: la muerte de un niño conmueve mucho más a las personas que la muerte de una mujer adulta, y hay muchas personas que solo con la muerte de esta niña se dieron cuenta de lo que está pasando», señala a Efe Ferro Rodrigues.
Desde entonces, la violencia machista protagoniza reuniones extraordinarias del Consejo de Ministros, figura día tras día en la prensa y genera críticas encendidas contra la Justicia por sus fallos para proteger a las mujeres amenazadas.
Es como si los portugueses sintiesen que se han cruzado ya todas las líneas rojas.
«Es obviamente el tiempo de cambiar», piensa Cotrim, que ve «fundamental» conseguir que las comunidades sean activas y actúen ante un caso de violencia machista.
«La propia comunidad hace como la víctima, va dando una oportunidad más» al agresor, señala.
Es uno de los temas que pueden salir en los debates públicos durante el día de luto nacional, una oportunidad para «pasar un mensaje a las personas de que las cosas están cambiando», que no todas las historias acaban mal, y que el apoyo a la causa «se hace en la lucha todos los días».
Por parte del Ejecutivo, el 7 de marzo se reunirá la comisión técnica que debe presentar propuestas para prevenir y combatir la violencia machista en un plazo de tres meses.
La Justicia reflexionará sobre sus fallos, evidenciados esta semana en una polémica decisión en la que se retiró una pulsera electrónica a un hombre que reventó de un puñetazo el tímpano a su mujer y que la amenazó posteriormente de muerte con un machete.
¿Y la prensa? Ferro Rodrigues apunta al «sensacionalismo» que aún persiste y debe eliminarse.
«Los periódicos siguen titulando ‘crimen pasional’, como si fuera una disculpa», advierte.
