Lucrecia Pérez: 25 años del primer asesinato racista de la democracia española

, , | 13 noviembre, 2017

Se cumple un cuarto de siglo desde que un guardia civil neonazi la matara a tiros en Madrid con ayuda de otros tres menores. El crimen provocó gran conmoción y rechazo en la sociedad española y dio pie a que se reforzaran mecanismo para prevenir los delitos de odio, aunque aún quedan muchos retos pendientes de afrontar.

 PÚBLICO / AGENCIAS.- «Me dedico a luchar contra el racismo y la xenofobia y apoyar a los demás para que reflexionen. Aunque lo que nos pasa es doloroso, nos deja secuelas y no se nos va a olvidar nunca, tenemos que esforzarnos por convertir el odio en tolerancia».

Son las palabras de Kenia Pérez, de 31 años. Tenía sólo seis cuando su madre, Lucrecia Pérez, fue asesinada a tiros en Madrid por unos encapuchados hace hoy 25 años, el 13 de noviembre de 1992. El de Lucrecia, una mujer dominicana que había venido a España para que Kenia pudiera estudiar y vivir con dignidad, fue el primer asesinato racista de la democracia.

A las 21.00 horas del 13 de noviembre de hace un cuarto de siglo, el guardia civil Luis Merino Pérez, de 25 años efectuó los disparos que acabaron con la vida de Lucrecia, mientras le acompañaban los menores Felipe Carlos Martín, Víctor Julián Flores y Javier Quílez, de 16 años. Se trataba de una cacería de inmigrantes organizada por la extrema derecha en las ruinas de la discoteca Four Roses, en Aravaca, donde se refugiaban personas migrantes sin hogar.

Los asesinos dispararon indiscriminadamente contra los dominicanos que cenaban una sopa a la luz de una vela. Huyeron en un coche que les esperaba mientras Lucrecia, de 33 años, yacía herida de muerte por dos balas. Una de ellas le alcanzó el corazón. También resultó herido de gravedad Porfirio Elías, también dominicano.

Hoy, su hija Kenia trabaja en el Movimiento contra la Intolerancia para ayudar y acompañar a las víctimas de delitos de odio.Tras el asesinato de su madre, dice que no tuvo apoyo psicológico, aunque contó con el respaldo de su padre, que le enseñó a salir adelante. «La muerte de mi madre me ha afectado y me seguirá afectando toda la vida, pero tuve la capacidad de luchar, de estudiar y de mirar las cosas de otra manera», confiesa Kenia, quien asegura que ella no odia a los españoles: «No todos mataron a mi madre; fueron cuatro».

Debido a sus connotaciones racistas, el asesinato de Lucrecia Pérez provocó una gran conmoción y rechazo en la sociedad, y los cuatro implicados en el crimen fueron condenados a penas que sumaron 126 años de cárcel, pero a día de hoy ya están en libertad.

Retos pendientes

El presidente del Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, subraya que 25 años después del crimen de Lucrecia Pérez, el primer crimen de odio reconocido en España, se han reforzado los instrumentos para combatir este tipo de delitos, aunque quedan retos pendientes como una ley integral y planes para reforzar la protección de las víctimas.

En este cuarto de siglo, según esta organización, se han producido más de un centenar de crímenes de odio en España. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y policías autonómicas registraron 1.272 incidentes por delitos de odio el año pasado, un 4,2% menos que en 2015, según datos del Ministerio del Interior.

No obstante, Ibarra precisa que solo se denuncian entre un 15% y un 20% de todos los incidentes que se producen en España, que cifra entre 4.000 y 6.000 al año.

«Los años noventa fueron muy crueles, con decenas de asesinatos y agresiones por odio, pero la situación ha mejorado en los últimos tiempos», sostiene.

La respuesta institucional a estos delitos cambió en el año 2014, con la creación de las 52 fiscalías provinciales de delitos de odio y discriminación y con los informes del Ministerio del Interior sobre las denuncias en este ámbito.

Otro cambio importante se produjo en el año 2015 con la reforma del artículo 510 del Código Penal para incluir la incitación a la discriminación, el odio y la violencia, por la raza, la ideología, la religión, las creencias, la situación familiar, el origen, el sexo, la orientación sexual, enfermedad o minusvalía.

Esta modificación del Código Penal permite combatir los «abusos» que hay en internet, porque, «ahora, el odio cabalga en la pista deslizante de las redes sociales», asegura Ibarra.

Aumento de la islamofobia en España

A raíz de los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils, ha crecido la islamofobia, y, como consecuencia del desafío independentista en Catalunya, han aumentado tanto la hispanofobia como la catalanofobia, indica.

«Cuando la intolerancia crece hacia un sector de la población, se expande a otros. La gente cambia la actitud y se vuelve más agresiva y más intolerante con todo», advierte. Por ello, «educar para la tolerancia es la gran asignatura pendiente que tiene este país con el fin de cumplir con los mandatos de la Unesco», resalta.

Su principal petición al Gobierno es una ley integral de delitos de odio y planes a nivel central y autonómico para afrontar el problema en todas sus dimensiones en lugar de poner «parches y tiritas».

La ley y los planes permitirían paliar el «desamparo» de las víctimas de delitos de odio como consecuencia de «la falta de apoyo institucional, el sufrimiento, las represalias y situaciones psicológicas muy duras», detalla.

Otra de sus demandas es la creación de una «tarjeta humanitaria» para regularizar a los emigrantes indocumentados víctimas de racismo, xenofobia o cualquier forma de intolerancia, ya que hay muchos extranjeros que han sido atacados por grupos racistas o neonazis y que tienen miedo a denunciar por su situación irregular.

Precisamente por todo ello, con la memoria de Lucrecia o otras personas migrantes víctimas del «racismo institucional», miles de personas de colectivos antirracistas se congregaron el domingo en Madrid para exigir «una sociedad sin racismo». Exigían la derogación de la Ley de Extranjería, el reconocimiento de las comunidades racializadas, el cierre de los CIEs, la despenalización de la venta ambulante de los llamados manteros, el fin de las devoluciones en caliente de inmigrantes o de las identificaciones racistas realizadas por la policía. 25 años después, aún queda mucho racismo que eliminar.

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