El Mundo/LARA VILLALÓN.- Más de dos millones de refugiados viven en la zona afectada por el terremoto. En medio del desastre, partidos y grupos nacionalistas atizan la xenofobia en la región
Un ex concursante de Masterchef en Turquía y ahora famoso YouTuber, Uur Karda, viajó a la ciudad de Adiyaman a echar una mano en cuánto supo del terremoto. Allí ayudó en las labores de rescate mientras retransmitía en sus redes sociales, ante miles de seguidores, su experiencia en el desastre. En una de sus conexiones aseguró que había visto a un refugiado afgano cortarle la mano a un cadáver para llevarse un reloj de oro. Horas después fue detenido por «difundir intencionadamente información errónea al público». Pese a su arresto, el mensaje llegó a millones de usuarios, que compartieron su vídeo con mensajes racistas sobre los refugiados en la zona afectada por el terremoto. En los últimos días se han repetido este tipo de proclamas, sobre refugiados que intentan robar en las casas derrumbadas, acosan a las mujeres y a los muertos, que han encendido la tensión en la zona afectada por el terremoto, hasta producirse peleas y episodios de linchamiento a refugiados.
En las provincias afectadas por el sismo residían más de dos millones de sirios que también han perdido a sus seres queridos y han quedado desplazados, una vez más, al derrumbarse sus nuevos hogares. Incluso en el campo de refugiados de Gaziantep, uno de los últimos que quedaba en pie en Turquía ya que la mayoría de refugiados reside en ciudades, ha quedado totalmente colapsado por el sismo. Muchos han podido conseguir tiendas de campañas donadas por voluntarios de la zona pero varios miles, sobre todo en la provincia de Hatay y Gaziantep, duermen en mezquitas o bajo carpas construidas por ellos mismos. Deambulan por las calles esperando recuperar los cuerpos de sus seres queridos que continúan bajo los escombros. Es el caso de Baran, que no quiere irse del barrio de Odabasi, en Antakya, hasta que no recupere el cuerpo de su mujer. Baran cree que ha fallecido, pero al menos quiere abrazar con sus propias manos su cuerpo y enviarlo a su ciudad a su ciudad natal en Siria, a Homs. «Los equipos de rescate han sacado cuatro personas del edificio donde vivíamos pero aún falta trabajo en esta casa. Falta mi mujer y hay otros vecinos esperando», señala. «En nuestra calle la gente se ayudan entre ellos pero otros amigos lo están pasando peor. Han intentado recuperar sus pertenencias y la gente pensaba que querían robar y los han increpado, hay mucha tensión con los refugiados», lamenta.
Días antes del terremoto y en plena campaña electoral para las elecciones presidenciales y parlamentarias de este año, una formación sin representación parlamentaria, el partido de la Victoria, reunió una gran base de seguidores con consignas antirefugiados, contra los más de 4,5 millones de sirios que acoge Turquía. «Desde que se desató el mayor desastre en Turquía (en referencia al terremoto), refugiados y fugitivos han estado saqueando las ciudades», espetó el líder del partido, Ümit Ozdag. Desde entonces, grupos de extrema derecha se han desplazado a la región supuestamente para hacer frente a las proclamas de Ozdag.
Las autoridades turcas han permitido a los refugiados trasladarse a otras provincias del país y se espera que les habiliten nuevos hogares en ciudades no afectadas por el terremoto, aunque aún no está claro cómo van a organizar su nuevo reasentamiento. Mientras, partidos de izquierda y organizaciones humanitarias trabajan para atender a los refugiados y luchar contra la propaganda racista. «En estos momentos es crucial porque todo el mundo está sufriendo por el terremoto y es fácil que los refugiados se conviertan en el chivo expiatorio de todas estas tensiones, aunque ellos no tengan culpa de nada y también estén sufriendo los efectos de esta tragedia», explica Dilan Özdemir, voluntaria en Hatay.
El partido TÖP, un partido izquierdista originario de Hatay, advierte que hay que remarcar que los refugiados también son víctimas del terremoto y también están trabajando sobre el terreno para sacar el máximo número de personas con vida bajo los escombros y atender a las personas más necesitadas. «En los últimos días ha circulado mucha desinformación sobre saqueos de sirios. Es solamente una forma de verter la rabia contra el más débil», explica la portavoz de TÖP, Juliana Gözen. «De hecho junto a nuestros hermanos sirios, hemos retirado escombros juntos y hemos distribuido ayudas desde centros de coordinación», añade.
«Tenemos que centrarnos en los problemas más importantes. Quién puede se ha ido de la zona, pero queda mucha gente esperando a sus seres queridos. Faltan tiendas de campaña, faltan baños y sistemas de electricidad. Si esto no se cubre, terminaremos padeciendo epidemias, todos», concluye.