(EFE).- Miles de refugiados afganos en Irán viven con dificultades económicas y el miedo a ser deportados a Afganistán, país del que huyeron tras la llegada al poder de los talibanes en Kabul en agosto de 2021.
La falta de seguridad, empleo y un futuro claro dificulta la vida de cientos de miles de afganos que han huido a Irán y se unieron a los entorno a 3,6 millones de refugiados que ya vivían en el país persa desde hace décadas.
«No tenemos ningún documento que legalice nuestra estancia en Irán”, dijo a Efe Golí, una mujer de 60 años, que llegó al país persa hace pocos meses, acompañada de su hijo de 15 años y tres nietos pequeños.
La madre y abuela vive con el miedo en el cuerpo de que su hijo sea detenido por la Policía y deportado a Afganistán.
Los padres de sus nietos murieron en un atentado en su país de origen y el hijo de 15 años es el que alimenta a la familia con su trabajo de costurero en Teherán.
DEPORTACIONES
El temor a la deportación se hizo realidad para familia de la joven Rabeé, de 16 años, quien vio como hace unos días uno de sus hermanos fue deportado a su país de origen.
El joven deportado ayudaba a mantener a la familia, incluidos sus ancianos padres.
Ahora parte de esa responsabilidad recae sobre Rabeé, que trabaja tres días por semana en un vivero de flores a cambio de cuatro euros diarios por jornadas de 12 horas.
Otros tres días a la semana los dedica al colegio, en busca de un futuro mejor.
El colegio donde estudia lo dirige Abdolahmad Naderí, afgano que llegó a Teherán hace 35 años formado con un máster electricidad y creó una escuela para ayudar a educar a los migrantes de su país.
“He hablado con autoridades pertinentes para que ayuden de algún modo a los afganos que han llegado al país, y me han dicho que ellos han llegado de manera ilegal y no podemos darles documentos y que eso no se hace en ningún país”, dijo a Efe el educador.
Naderí pidió a la ONU que tome medidas para ayudar a estas personas.
“La ONU debe tomar medidas lo antes posible”, subrayó Naderí.
El ministro de Interior iraní, Ahmad Vahidi, afirmó este mes que el país realizará un censo para contar a los afganos que viven en el país y “avisó” a los refugiados que no participar es ilegal.
Un mensaje que muchos afganos no tienen claro cómo asimilar: por un lado la inclusión en el censo puede ayudarles a recibir ayudas, pero por otro podría ser una forma de deportar a un gran número de ellos.
MILLONES DE REFUGIADOS
La situación no es nueva en Irán, que junto con Pakistán acogen al 90 % de los millones de afganos que durante las últimas décadas se han desplazado fuera del país, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Los datos de ACNUR revelan que antes del cambio de régimen en Kabul en Irán había mas de 3,6 millones de afganos: 780.000 registrados como refugiados; 586.000 con pasaporte afgano y algún tipo de visado iraní; y más de 2,2 millones indocumentados.
A ellos se ha sumado un número indeterminado en los últimos meses, dado que el Gobierno iraní no hace públicos datos sobre ello.
El Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) afirmó a finales del año pasado que a diario estaban llegando a Irán entre 4.000 y 5.000 afganos, huyendo del régimen talibán desde agosto de 2021.
Aunque en los últimos años las autoridades iraníes han facilitado el acceso a la educación de los niños afganos, incluso los indocumentados, y al sistema sanitario, todavía existen limitaciones.
Y sobre todo las dificultades económicas, que obligan a muchos niños refugiados a trabajar.
De hecho, la escuela de Naderí ayuda a niños obligados a trabajador con un turno nocturno para que puedan estudiar tras la jornada laboral.
«Tengo que ayudar a mi familia con los gastos, después de la escuela me paro en el cruce de cerca de la escuela y limpio los cristales de los coches, cada coche paga lo que quiere», contó a EFE una niña de nueve años.
Artemis Razmipour