Los periodistas, objetivo de los ultras

| 21 septiembre, 2018

Alemania registró 22 agresiones a reporteros este año, la mayoría a manos de la extrema derecha

21/09/2018 La Voz de Asturias.- Ejercer el periodismo en determinados puntos del planeta ha entrañado siempre riesgos. Lo que pocos imaginan es que, más allá de China o Rusia, los profesionales de la información también están amenazados en Alemania. Según el último estudio del Centro Europeo para la Libertad de Prensa y Medios (ECPMF) publicado ayer, la cifra de agresiones físicas contra periodistas en la primera potencia del continente acaba de alcanzar su mayor nivel desde el 2016.

En lo que va de año se han registrado 22 ataques contra reporteros, prácticamente en su totalidad en el marco de marchas o actos organizados por la extrema derecha. En su informe titulado «Concepto del enemigo: las fuerzas violentas están aliándose contra los periodistas», el ECPMF, con sede en Leipzig, subraya que la ola de protestas xenófobas desatadas a finales de agosto en Chemnitz y otras localidades del este del país a raíz de la muerte de un alemán, presuntamente apuñalado por inmigrantes, «ha contribuido de forma significativa» al repunte.

«La línea entre los denominados ‘ciudadanos preocupados’, los populistas de derechas y los neonazis se está difuminando», explica Martin Hoffman, coautor del estudio junto a Pauline Betche. Los expertos creen que los tres grupos se están acercando por su animadversión hacia la que califican como «prensa mentirosa». Un término empleado por los nazis en los años 30 que se ha vuelto a popularizar en círculos ultras. A ojos de Hoffman y Betche, se trata de una tendencia «peligrosa».

El caso de Sajonia

Al igual que en informes anteriores, Sajonia encabeza la lista de agresiones contra periodistas. El extremismo ha calado a fondo en el land de 4,1 millones de habitantes y apenas un 4, 4 % de extranjeros. El temor a lo desconocido y a perder el estatus socio-económico es enorme tanto en esa como en otras regiones de la extinta RDA que, con salarios inferiores, se consideran víctimas de una reunificación incompleta. De hecho, el partido ultra AfD quedó primero en las pasadas generales en Sajonia, en cuya capital, Dresde, nació además el movimiento islamófobo Pegida, que salía cada lunes a las calles a protestar contra la acogida de refugiados.

El ECPMF insta a las autoridades a desplegar «un número suficiente de policías en los actos xenófobos, para garantizar que los periodistas puedan trabajar». No obstante, el brazo de la ultraderecha es ya demasiado largo en Alemania. Precisamente en agosto, en una de esas marchas, las fuerzas de seguridad de Dresde detuvieron durante 45 minutos a los reporteros del canal público ZDF, que recibían insultos por parte de manifestantes. Los agentes alegaron que pretendían impedir una escalada de la tensión, pero luego se filtró que uno de los que participó y arremetió contra los informadores trabajaba para la policía de Investigaciones Criminales de Sajonia.

Ayer la cadena ARD reveló que otro empleado de la Oficina para la Protección de la Constitución en ese land es miembro de AfD. Hace dos días, Angela Merkel y sus dos socios de Gobierno decidieron cesar al jefe de la inteligencia germana por minimizar el racismo en Chemnitz y su connivencia con los ultras. Un escándalo que se ha zanjado con el ascenso a secretario de Estado de Hans-Georg Maassen, a quien el SPD exigía relevar y la CSU bávara apoyaba. Una vez más para evitar la ruptura de la gran coalición, que forzaría a la celebración de nuevas elecciones.

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