Reporteros alertan de la tensión que viven sus conexiones: los Mossos tuvieron que escoltar a García Ferreras al salir del Parlament, un equipo de TV3 sufrió vejaciones. El Govern inventó la fórmula de cobrar a la prensa para asistir a sus comparecencias del 1-O. El Col·legi de Periodistes de Catalunya recibe quejas de manipulación en RTVE y Reporteros sin Fronteras censura el acoso a redactores no independentistas
JOSÉ PRECEDO. ELDIARIO.ES.- El Col·legi de Periodistes de Catalunya analiza seis vídeos de cargas policiales del 1-O en las que resultaron golpeados otros tantos profesionales de la información pese a estar identificados como prensa. Los reporteros de televisión denuncian la tensión que viven durante las coberturas en directo estos días en Barcelona, donde han recibido gritos e insultos de todo tipo e incluso empujones por parte de una minoría del movimiento independentista.
Al presentador de La Sexta Hilario Pino directamente se lo arrebataron en mitad de una conexión la semana pasada. El martes el equipo de Antonio García Ferreras necesitó ayuda de los Mossos para abandonar el Parlament después de que una multitud hubiera cercado a una redactora y su camarógrafa que acabó llorando de rabia. La cadena decidió no emitir las imágenes más duras.
Reporteros sin Fronteras censura el acoso en redes que partidarios del procés practican sobre periodistas no afines. Y el comité profesional de RTVE apila quejas y más quejas de su redacción en contra de las manipulaciones en favor del Gobierno del PP. El gabinete de Puigdemont inauguró en vísperas del 1-O una nueva fórmula de comparecencias de prensa: los periodistas tuvieron que pasar por caja y abonar 10 euros a una empresa de Jaume Roures para poder preguntar a los miembros del Govern.
La información es otro de los botines en liza dentro del conflicto que ha partido en dos a la sociedad catalana. Y el trabajo del periodista es a menudo estos días una carrera de obstáculos.
Primero, dentro de algunas redacciones donde la presión se ha vuelto asfixiante. Profesionales de TVE y Radio Nacional en Barcelona han recibido el amparo de su comité profesional tras denunciar cómo sus profesionales son apartados de las coberturas más sensibles.
Durante la votación del 1-O se limitaron a grabar y enviar los vídeos a Madrid para que se editasen allí las informaciones. «Incluso en las conexiones en directo se presionó para que no se hablar de cargas policiales y se minimizara la acción de la Guardia Civil y la Policía Nacional», lamenta el comité profesional de TVE. La misma queja se planteó al Col·legi de Periodistes de Catalunya, que según su portavoz Xavier Puig no recibió otras parecidas de ningún otro medio de comunicación.
El comité profesional de TV3 también emitió una queja sobre la actitud de un profesional de la cadena que se subió a uno de los todoterrenos de la Guardia Civil destrozados durante una de las protestas para entrevistar a manifestantes.
Periodistas de importantes cabeceras de Madrid han sido aleccionados sobre los enfoques de las informaciones catalanas y las repercusiones que algunas noticias de lo que sucede en Barcelona podrían tener en organismos internacionales. «La consigna es minimizar la violencia policial y desde luego no utilizar ese término», sostiene uno de ellos a cambio de que no se revele su nombre.
En la calle el trabajo se ha vuelto muy complicado, más desde las cargas policiales del domingo que han elevado mucho la crispación. El director y presentador de Al Rojo Vivo, Antonio García Ferreras, lo sufrió en carne propia el pasado martes. Junto a su equipo se vio cercado por centenares de manifestantes, algunos muy jóvenes, a las puertas del Parlament: «No es la gran mayoría, pero es una importante minoría. De repente te ves rodeado por 500 personas. Procesos como estos concentran a gente pacífica y que respeta vuestro trabajo. Y hay también elementos incontrolables. El independentismo tiene que tener mucho cuidado, hemos vivido escenas muy delicadas y diría que un sector de la calle se le ha ido de las manos. Sacar a la gente a las calles no es complicado, lo complicado es devolverlas a sus casas».
Dirigentes como el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tuvieron que hacer llamamientos para que se respetase el trabajo de la prensa. En uno de las concentraciones llegó a intervenir el político de la CUP David Fernàndez para proteger a un periodista
El profesional que tenía a unas cuatrocientas personas alrededor increpándole y gritando «prensa española, manipuladora» era José Yélamo, de La Sexta: «Primero fueron gritos y luego nos cercaron. Yo en estos casos mi mirada es al suelo para no cruzar miradas. Escucho que me insultan. Hago el directo como puedo. Y en el segundo directo, se empiezan a mandar callar para ver qué digo. Ahí te tiembla todo, el pulso las piernas. Tienes a unos cientos de personas controlando lo que estás diciendo. Y uno puede dudar en un momento así. Contamos que era una marcha pacífica que se veía alterada cuando aparecían agentes de la Policía Nacional. Y el momento de mayor tensión fue en una cuarta conexión. Los ánimos estaban caldeados, alguna gente estaba bebiendo cervezas. Insultos de hijo de puta, y un tipo con un casco se acercó y dijo a ver qué vais a contar».
Antonio Maestre, periodista de La Marea y habitual de las tertulias de información política, fue uno de los que le echó una mano. Ha pasado nueve días cubriendo protestas últimamente en Catalunya y este es su diagnóstico: “En la calle hay mucha tensión política. La mayoría de las veces está encauzada de manera pacífica. Y es cierto que no suelen darse protestas donde coincida gente que piense distinto. Casi nunca comparten espacios esas movilizaciones. Cuando se cruzan, sí se producen tensiones, discusiones, confrontaciones verbales. Eso es muy visible. Puede ser lógico pero existe».
Algunos de los enviados especiales han optado por ocultar el medio para el que trabajan. «Si dices que llegas de Madrid, la gente ya desconfía y alguna ni siquiera te contesta. Es cierto que algunos medios han echado gasolina al conflicto pero es injusto generalizar», asegura un redactor que lleva un par de semanas en Catalunya.
Un equipo de Antena 3 ha optado por hacerse con una senyera para aplacar las suspicacias. Desde el Col·legi de Periodistes, su portavoz Xavier Puig asegura: «Si han aumentado esos episodios, a nosotros no nos llegan. Desde la última Diada nuestra sede se ha convertido en la casa de la prensa. Hemos acogido a medios internacionales y venidos de fuera de Catalunya y no nos han transmitido nada. Claro que hemos visto algunas de esas actuaciones y a través de las redes hemos pedido respeto para los profesionales. Es cierto que a veces da la sensación de que hay un periodismo de trinchera y que los que están en medio acaban cobrando por los dos lados. Aquí no se señala a nadie por su línea editorial».
En Madrid algunos medios catalanes también han sufrido percances. La periodista de tribunales de TV3 Marta Viladot fue insultada este miércoles cuando esperaba para hacer un directo. «Llegó un señor de entre 50 y 60 años hablando en catalán, me preguntó si era de TV3 y me dijo ‘me dais asco, separatistas de mierda’, luego ha pasado la valla, ha escupido al micro y lo ha lanzado al suelo. No es la primera vez, otros compañeros que cubren manifestaciones en Madrid sufrieron incidentes también».