Los nuevos «cazadores de nazis» tras los pasos de los criminales de Bashar Asad

| 16 abril, 2020

Un grupo de abogados sirios en el exilio se conjuran para llevar frente a la Justicia a los responsables del horror sirio. En particular, a aquellos que han recalado en Europa

LLUIS MIQUEL HURTADO. EL MUNDO.- Lo último que esperaba Anwar Bunni nada más llegar a Berlín era cruzarse de casualidad con el presunto asesino de sus compatriotas. Pero ocurrió. Fue en 2014, en uno de los campamentos que Alemania habilitó como primera residencia para los refugiados sirios que llegaban. Anwar R. era un ex miembro de los servicios de seguridad del Gobierno sirio; Bunni, un conocido abogado pro Derechos Humanos dispuesto a no permitirle que se fuera de rositas. Seis años después, está a punto de conseguirlo.

El próximo 23 de abril, un tribunal de la ciudad de Koblenz juzgará a Anwar R., de 57 años, por 58 asesinatos, al menos una violación y múltiples abusos sexuales, ocurridos en la prisión damascena del Al Khatib en la que, según las investigaciones, al menos 4.000 activistas opositores fueron torturados entre 2011 y 2012. A su lado se sentará Eyad A., de 43 años, acusado de facilitar la tortura de cerca de treinta activistas opositores después de una manifestación en 2011. Ambos fueron arrestados en febrero de 2019.

Es una pequeña gota en un océano de denuncias por parte de las ONG y particulares, que abordan desde bombardeos de infraestructuras civiles con y sin armas químicas, asedios agónicos hasta la inanición y torturas sistemáticas, resultantes en miles de muertes bajo custodia, pero será un juicio histórico. Es la primera vez que un juez dirimirá sobre crímenes de lesa humanidad, cometidos durante la sangrienta guerra siria, con el acusado presente. En enero de 2019, un tribunal estadounidense condenó in absentia al ‘rais’ de Bashar Asad por el asesinato de la periodista Marie Colvin. En 2014, Rusia y China condenaron una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para establecer un tribunal especial para el conflicto sirio, lo que ha obstaculizado la fiscalización de sus protagonistas.

Gran parte del éxito del proceso iniciado en Alemania, que dispone de leyes de jurisdicción universal, radica en el esfuerzo de Anwar Bunni y sus colegas. Forman un grupo de abogados sirios en el exilio que, como si se tratara de una nueva hornada de los célebres cazadores de nazis de la posguerra, se han conjurado para llevar frente a la Justicia a los responsables del horror sirio. En particular, a aquellos que, tras ejercer tan infame papel, han recalado en Europa.

«Somos como los cazadores de nazis, aunque para nosotros ellos son algo peor que los nazis, puesto que no viven con la sensación de haber perdido una guerra. Al contrario», enfatiza el jurista, nacido en una familia cristiana de la provincia siria de Hama, con una larga trayectoria militante de izquierdas. «La mayoría se enorgullecen de los crímenes que cometieron. Son, al fin y al cabo, criminales, como lo son los del Estado Islámico, aunque estos no son radicales religiosos, sino nacionalistas», remacha.

Al no ser nacional, Bunni no actuará como abogado, pero sí estará presente, junto con el letrado sirio Mazen Darwish, como parte civil en la sala, durante un proceso para el que ha logrado recabar los testimonios de medio centenar de supervivientes. «El jefe de la prisión ordenó repetidamente a los funcionarios que sacasen a los prisioneros de sus celdas para golpearlos con un tubo verde o un tubo de plástico duro o abusar de ellos con un cable», explica una testimonio, en una publicación del Centro Europeo de Derechos Humanos y Constitucionales (ECCHR).

El secretario general del ECCHR, Wolfgang Kaleck, advierte otra diferencia entre el momento actual y el destino de las presas de los viejos cazadores contra las huestes del Tercer Reich: «Estos no son los juicios de Núremberg, que se pudieron realizar porque quienes ganaron pudieron capturar a los responsables. En este caso, Bashar Asad y su gente siguen en el poder, así que sólo se ha podido juzgar a quienes, por alguna razón, han recalado en Europa».

A través del Centro Sirio de Estudios Legales e Investigación, Bunni detalla cómo dispone de una red de treinta abogados que peinan toda Europa en busca de supuestos criminales. «Recolectamos pruebas, testimonios, vídeos y fotografías, seguimos perfiles de Facebook, cotejamos datos de aquí y de allá para completar dosieres que facilitamos a los fiscales». «Lo más difícil es dar con gente que se atreva a testificar», añade, «pues hay perpetradores sueltos por Europa y las víctimas no pueden saber dónde».

El abogado estima que hay alrededor de dos mil presuntos implicados en crímenes de guerra vinculados a las autoridades sirias. «Pueden haberse ido por muchas razones», dice Bunni. «Quizás el régimen los envió para buscar opositores y meterlos en problemas. Puede que otros simplemente se cansaran de la situación y decidieran emigrar. Otros, quizás, robaron una buena cantidad de dinero y han decidido disfrutar de la vida. Otros quizá tuvieron miedo. El régimen también mata a los suyos».

Mantiene en secreto a cuántos están siguiendo en estos momentos, pero sí nombra a uno de los ‘cazados’: Rifat Asaad. A finales del año pasado, el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata propuso juzgar al octogenario ex vicepresidente sirio y tío del actual dirigente, junto con otras 13 personas cercanas por formar una organización criminal que ha podido blanquear, en nuestro país, más de 600 millones de euros robados de las arcas sirias. Anwar Bunni dice que ayudó a aportar pruebas útiles para la causa.

Sin embargo, como recuerda Kaleck, no será en España, que en 2014 mediante una reforma del PP limitó sobremanera los casos en que un tribunal puede ejercer la jurisdicción universal, donde se imparta más Justicia al respecto. «En el contexto de Siria las dos investigaciones más importantes las realizan alemanes y franceses. En ambos casos se está investigando toda la estructura del aparato de Asad y, si alguno de sus integrantes en particular viniesen a Francia o Alemania, y se tuviese conocimiento, podrían ser juzgados.

Anwar Bunni y los suyos los aguardan. «No lo hago por venganza», matiza. «Mi objetivo no es simplemente encerrar a cuatro, sino cambiar el futuro de toda Siria. Seguir a los criminales es lo que está en mis manos y, si así logramos salvar las vidas de gente en Siria, habremos hecho lo correcto».

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