La ultraderecha respalda las protestas lideradas por un general retirado de los Carabinieri que defiende que las mascarillas son «perjudiciales» y que las vacunas están «llenas de veneno»
ISMAEL MONZÓN. LA RAZÓN.- El sábado, un extraño personaje vestido con una chaqueta naranja tomó un altavoz y se erigió en líder de un movimiento. «El coronavirus no existe, es solo un invento político, económico y social, ya que quieren vender Italia a China, obligándonos a vacunarnos y teniéndonos registrados», dijo.
Tras él, cientos de personas que poblaban la plaza del Duomo de Milán celebraban las arengas. La gente se apretujaba sin rubor, nadie llevaba mascarillas, pero sí unos chalecos naranjas que se han convertido en el símbolo del movimiento. Ha tardado más de lo que se podía esperar, pero Italia ya tiene así a sus negacionistas.
El citado líder del movimiento se llama Antonio Papplardo y a sus 73 es un estrafalario general retirado de los Carabinieri. Sin haber dejado el cuerpo armado, ya fue diputado en 1992 por el extinto Partido Socialista Italiano y, durante unos pocos días, secretario de Estado de Finanzas en el Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi. Su andadura en el Parlamento duró un par de años. En 2006 se jubiló, aunque intento sin éxito seguir su carrera política. A falta del apoyo ciudadano, ha liderado varios movimientos de protesta.
Pappalardo se considera una especie de mesías que viene a abrir los ojos al mundo. O así al menos se presenta, como dejó claro ayer en una entrevista en el «Corriere della Sera». «¿Sabe que soy uno de los músicos más importantes del mundo? Mis óperas han sido seguidas en lugares donde solo habían aceptado a Mozart y Beethoven. En el Vaticano soy considerado un genio iluminado por Dios. Es más, le anticipo que la secretaria del presidente Donald Trump me ha pedido que componga algo en su honor», manifestó en una charla surrealista. Asegura que las mascarillas son «perjudiciales», que las vacunas están «llenas de veneno», que «para esto del coronavirus es mucho mejor un antibiótico o un antiinflamatorio» y sugiere que están quemando cadáveres en Bérgamo y Brescia para que la gente no entienda el problema.
Todas estas afirmaciones han sido recogidas por los medios, han tenido un eco importante en las redes sociales y hoy tendrá una réplica en forma de manifestación en Roma. Pero detrás del espectáculo hay muchos otros elementos. Por un lado, estos «chalecos naranjas» se apoyan en el movimiento antivacunas, un grupo que en Italia tiene un importante arraigo y que cuenta con apoyos en el Movimiento 5 Estrellas. Y, por otra parte, también distintos colectivos de extrema derecha han secundado la llamada. Mientras Pappalardo y los suyos se presentaban en Milán, el colectivo neofascista “Casa Pound” se manifestaba en Roma con idénticos argumentos.
Durante los primeros días de la pandemia, la extrema derecha ya secundó tesis conspirativas, como después hizo Trump, aunque al comprobar la magnitud de la tragedia recularon. Este martes, coincidiendo con el Día de la República, se manifestarán en las calles el líder de la Liga, Matteo Salvini, y su socia, de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni. Horas más tarde, será el turno de los ‘chalecos naranjas’. Ambos grupos no comparten estrategias, pero sí un rechazo hacia el Gobierno de Giuseppe Conte. A través de la posverdad, Pappalardo y los suyos pueden servir como avanzadilla para agitar el malestar en las calles del que pretende apoderarse la oposición.