Así es el racismo al que se enfrenta un jugador de piel negra en un pueblo de Galicia: «Me entró una crisis de ansiedad que no me reconocía ni yo», dice Carlos Sánchez, colombiano del San Martín de Vilaxoan gallego.
ALFREDO VARONA. PÚBLICO.- «¿Merece la pena tener a un negro en tu equipo?» La pregunta no sale del periodista, sino de Óscar Galbán, el presidente del San Martín de Vilaxoan. Un equipo de un pequeño pueblo de Galicia que, desde su fundación en 1951, nunca vivió el estrés de las últimas semanas.
«Pero si no seguimos dando repercusión a esto mañana volverá a pasar lo de siempre». Y lo de siempre es que uno de sus futbolistas, uno de los flamantes fichajes del último año, Carlos Sánchez, el único de piel negra del equipo, mañana, cuando vuelva a jugar de visitante, volverá a escuchar esos insultos racistas (‘negro de mierda’, ‘mono’, ‘vete a Melilla’) que ya son incompatibles con él y con el resto de sus compañeros que están cansados de ver sufrir a Carlos.
De ahí la pregunta del presidente, perversa y realista a día de hoy: «¿Merece la pena tener un negro en tu equipo?»Y no se trata de preguntarse si merece la pena tener a Neymar o no, sino de preguntarse cuál sería la reacción de Neymar en esos campos regionales de Galicia, que pueden ser como los de cualquier otra parte de España, «en los que acuden entre 100 y 200 espectadores que es como si te insultasen en la oreja, porque allí se escucha todo».
Y no sólo lo escucha Carlos, sino también sus compañeros como Edu Vieitis, el capitán de 28 años que juega al fútbol desde los 12: «Y no sólo le descentra a él, sino también a ti, porque piensas cuál va a ser la reacción de Carlos. Yo le he visto llorar de impotencia en el vestuario. Y tanto como eso te duele que en pleno siglo XXI, en un mundo tan globalizado, siga pasando esto. Hay veces en las que esos insultos te hacen daño a los oídos».
Y de ahí que el presidente insista con esa pregunta maldita que, por mal que pueda sonar, es todo menos racista: «¿Merece la pena tener a un negro en tu equipo?»La pregunta, en realidad, ha adquirido una repercusión enorme, tras el partido del San Martín frente al Marcon, porque Carlos Sánchez, colombiano de piel negra de Barranquilla, instalado desde los 10 años en Pontevedra, dijo que ya no aguantaba más y que se retiraba del fútbol.
«Antes, los insultos me daban igual, los respondía marcando un gol», explica. «Pero ahora a los 32 años no sé si es porque ya me cuesta más hacer goles o porque me he hecho mayor, pero no los puedo aguantar. La última vez me entró una crisis de ansiedad que no me reconocía ni yo. ¿Por qué tengo que aguantar esto? Pero no sólo yo, sino los que son como yo o las generaciones que vienen en el futuro. Llevo aguantando esto toda mi vida y ya no puedo más».
Tiene miles de anécdotas: «Recuerdo cuando era infantil y un padre se lió a insultarme. Respondí con dos goles y al terminar el partido encima vino a pegarme. Ahora, con las redes sociales, hubieran ido a por él, pero entonces no pasó nada.Al día siguiente, todo siguió igual».
El capitán Edu Vieites sueña con acabar de una vez con esto. «A nadie le gusta ver a un compañero sufrir sin haber hecho nada malo». Y el presidente Óscar Galbán entiende que, si se eliminasen esos insultos racistas, su pregunta dejaría de existir.
«En trece de los quince desplazamientos que llevamos esta temporada los insultos han sido irrespirables. Y me consta que a otros equipos de Galicia y de otros lugares de España con jugadores negros les pasa igual. Y cuanto más pequeños son los campos es peor porque se escuchan más».
El presidente sabe que no basta con pedir paciencia a Carlos Sánchez, porque «la paciencia tiene un límite. Por eso nuestros jugadores tienen la orden de retirarse del partido cada vez que se escuchen insultos racistas. Es la única manera de acabar con esto: a grandes males, grandes remedios.No se puede hacer la vida imposible a nadie. No podemos menospreciar a nadie tenga la piel de color verde, rojo o negro. Pero para lograrlo los árbitros, como pasó en el campo del Marcon, tienen que reflejar los insultos en el acta. Y no siempre lo hacen. Y, si no es así, no hay nada que hacer».
El presidente de la Federación Gallega de Fútbol, Rafael Louzan, parece optimista. «La normativa ya ha sido contundente con el Marcon con 301 euros de multa y un partido de suspensión. Porque tiene que ser así. Cada vez hay más jugadores de color en Galicia, hijos de africanos que vienen a trabajar a la mar, a los barcos. Se puede ver en las divisiones inferiores de Celta o Deportivo, donde hay más niños negros, a los que hay que facilitarles la vida de cara al futuro, no complicarsela».
A los 32 años, Carlos Sánchez sueña con ese día. «No puedo comportarme como si no pasase nada. He sufrido mucho con esto. Han sido muchos días en los que he llegado a casa de mal humor deseando desaparecer. Yo no me gano la vida con el fútbol pero esto es como si a cualquiera de ustedes sus compañeros de trabajo les recriminasen por ser gordos, por ser pequeños…, qué sé yo. La gente me dice que pase de todo, pero no puedo. No tengo la sangre de horchata».
Aún es pronto para cantar victoria. Pero el presidente del San Martín de Vilaxoan Óscar Galbán sí entiende que algo se ha ganado. «En nuestro muro de Facebook hemos tenido más de 15.000 visitas desde que dimos la noticia de Carlos Sánchez y eso es algo desproporcionado para un club tan pequeño como el nuestro».
Pero todo sea para acabar con esa pregunta que formuló él mismo, que hace daño a los oídos («¿merece la pena tener a un negro en tu equipo?») y que ya obsesiona en San Martín de Vilaxoan. «En verano vamos a hacer lo que no se ha hecho nunca a nivel regional: un partido contra el racismo».