Los delitos de odio se triplican tras la victoria de Trump

| 9 diciembre, 2016

El alcalde de Nueva York culpa a la retórica del presidente electo

FRANCESC PEIRÓN. LA VANGUARDIA.- Aml Elsokary lleva once años en el cuerpo de policía de Nueva York. En el 2014 la distinguieron con la medalla al valor por rescatar de un incendio a un niño y a su abuela. Esta mujer viste el hiyab (velo islámico), de paisano o de uniforme.

 Hace unos días, cuando se encontraba fuera de servicio, ejerciendo de madre, salió en defensa de su hijo, de 16 años, al que un hombre agredió. La acción sucedió en la calle, muy cerca de su hogar en el barrio de Bay Ridge, en Brooklyn.

“Os pensáis que esto es una broma”, les gritó el identificado como Christopher Nelson, de 36 años, tras la intervención de Elsokary. “Os rebanaré la garganta, sois del Estado Islámico”, dijo, y entonces procedió a azuzarles su pitbull. El perro hizo caso omiso de la orden de ataque.

“El acusado atemorizó a la víctima y a su hijo por el mero hecho de que eran musulmanes”, argumentó el fiscal contra Nelson, al que le impusieron una fianza de 50.000 dólares.

No es el único asunto de este tipo que se ha registrado últimamente. La policía de la Gran Manzana difundió este pasado miércoles el retrato robot de otro buscado por algo similar.

En esta ocasión la atacada responde por Soha Salama. Iba con el uniforme como trabajadora del metro neoyorquino (MTA). A ella, de 45 años, también le condenó el lucir el pañuelo en la cabeza, el hiyab.

Un pasajero la abordó en el interior de un vehículo de la línea 7. “Eres una terrorista”, le espetó. “No deberías trabajar para la ciudad, vete a tu país”, le increpó mientras la seguía al dejar el vagón en Grand Central.

“No vamos a permitir que la intolerancia o el odio nos divida, porque sabemos que nuestra diversidad es lo que nos da fuerza”, subrayó el gobernador Andrew Cuomo en un comunicado a la vista de las reiteraciones.

Elsokary y Salama escenifican los los casos más llamativos, pero hay más. Las autoridades de la ciudad han registrado al menos 43 episodios por presuntos delitos de odio desde que el 8-N se produjo la victoria electoral de Donald Trump. Como candidato republicano, la campaña del magnate se ha caracterizado por su retórica desmedida cargada de xenofobia.

Este incremento significa un 35% respecto al mismo periodo del 2015. Una de las manifestaciones que más proliferan consiste en la aparición de pintadas estigmatizadoras. Se propagan las esvásticas, como las que aparecieron en un parque de Brooklyn –con muchos residentes judíos– y añadieron una leyenda de apoyo al presidente electo: “Go Trump”.

Los nacionalistas blancos están más que felices a lo largo del territorio del país. Ilhan Omar, la primera congresista de origen somalí, sufrió en Washington la intimidación de un taxista, que le dijo que la echaría del coche si no se quitaba el hiyab.

“¿Culpar a Donald Trump?”, se preguntó el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, en una rueda de prensa junto a Aml Elsokary. “Absolutamente, él dijo cosas horribles sobre los musulmanes”, respondió.

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