La relajación de las normativas de laboratorio ha hecho que las pruebas de anticuerpo pierdan fiabilidad
MERCEDES GALLEGO. HOY.- Algunos se escondían detrás de sus máscaras, otros detrás de sus rifles. La verdadera rebelión de estos días consiste en no taparse la cara y, de camino, defender lo que el presidente les ha mandado: su derecho a portar armas, arengó Donald Trump el viernes para incentivar la rebelión contra el cierre de los negocios y las directrices de confinamiento de los gobernadores.
Para entonces las protestas del coronavirus ya habían cobrado vida propia con una virulencia que recordaba sospechosamente a las del Tea Party en 2009. Detrás, ha descubierto el Washington Post, se encuentran tres hermanos pro armas que en pocos días crearon páginas de Facebook para cada estado, donde se propagaron como la pólvora entre los amantes de las armas y las milicias antigobierno. Su historia es la historia de cómo unos cuantos que hacen mucho ruido pueden crear la percepción de que son una creciente mayoría, con la ayuda de las redes sociales y la involuntaria complicidad de los medios.
Ben Door, director de «Minnesota por el Derecho a las armas», creó el miércoles en Facebook la página de «Wisconsinitas contra la Cuarentena Excesiva», que en tres días tenía casi 100.000 seguidores. Su hermano Christopher, la de «Pensilvanians contra la Cuarentena Excesiva» y la de «Ohaians contra la Cuarenta Excesiva». Y su hermano Aaron, la de «Neoyorquinos contra la Cuarentena Excesiva». Sobre el terreno, seguidores de Trump organizaron las protestas capturaron las cámaras de Fox y detrás el presidente, quien las amplificó con su megáfono de Twitter y las dirigió hacia los estados de batalla electoral con gobernadores demócratas. «¡Liberad Virginia y salvad vuestra gran 2ª enmienda (constitucional que protege el derecho a portar armas) y está bajo asedio!», proclamó en una traca de tuits. «Liberad Michigan!», «Liberad Minnesota».
Las imágenes de los manifestantes aplastando las caras (sin mascarilla y con gorras de Trump) contra los cristales del Capitolio se apoderaron de las portadas de los periódicos y ganarán premios por su inquietante parecido con las películas de zombies. «¡Yo también amo mi libertad!», clamaba al verlas una mujer del estado de Nueva York. «Estoy dispuesto a dar mi vida por ella», decía en las manifestaciones un hombre que vestía orgullosamente un rifle automático. «Acaba con la carnicería económica», rezaba otra con la palabra en clave «carnage», utilizada por Trump durante su campaña.
De repente parecía que EEUU se rebelaba contra el cierre económico del coronavirus, pero las encuestas pintan una imagen muy distinta. El 95% de los demócratas y el 70% de los republicanos apoyan la orden de quedarse en casa, según una encuesta de Quinnipiac University. Y al 58% del electorado le preocupa que el gobierno levante demasiado pronto las restricciones, según la de NBC y The Wall Street Journal. El 66% confía en sus gobernadores para tomar esas decisión, incluso más que en el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, que advierte de que relajar las medidas antes de tiempo traerá un repunte de la epidemia. Abundaban las pancartas de «Despide a Fauci», junto con las gorras rojas de Trump, las esvásticas nazis, los rifles de asalto y las banderas confederadas.
La reapertura de la economía que buscan dependerá de lo que arrojen las pruebas de diagnóstico rápidas y las de anticuerpos. La relajación de las normativas para facilitar el desarrollo de las mismas en un tiempo récord ha traído también una serie de fraudes y pruebas fallidas que han mermado su credibilidad, por lo que Fauci advierte de que el resultado no puede servir para exponer a quienes crean ser inmunes.El coronavirus en cifras
Eso se suma a la creciente sospecha de que el porcentaje de población expuesta al virus es mucho mayor de lo que se cree. Fauci estimaba entre el 20% y el 50%, pero en el análisis de los 5.000 marineros del portaaviones Roosevelt, el 60% de los positivos de Covid-19 era asintomático. Participantes de un estudio casual con el que se intenta dirimir el futuro de la reapertura económica en todo el mundo.