Mariana, prima de la víctima y testigo del ataque, narra a EL ESPAÑOL que la mujer les culpó de robar comida a los españoles: «Inmigrantes de mierda«
A Lili casi la mata el racismo. «Había mucha gente en la cola de Cáritas y nadie nos socorrió, excepto un chico que ayudó a acorralar a la mujer que apuñaló a mi prima«, lamenta entre lágrimas Mariana mientras atiende a EL ESPAÑOL en los aledaños del Hospital Santa Lucía de Cartagena. Esta ecuatoriana no asimila que una española atacase a su familiar con la única y supuesta motivación de su condición de inmigrante: «Nos dijo que éramos unas putas inmigrantes que solo veníamos a España a quitar trabajo y comida».
El ‘discurso’ cargado de clichés de extrema derecha que enarboló la agresora no acertó ni de lejos con la realidad de Lili: una mujer nacida en Ecuador, pero nacionalizada española; que no estaba en Cáritas para recibir alimentos, sino para ayudar a cargar la compra de su prima, Mariana, porque padece una trombosis en la pierna derecha. Además, Lili trabaja interna en una casa, cuidando de una anciana dependiente: un empleo que suelen desempeñar mujeres inmigrantes porque las españolas lo rechazan por su baja remuneración y fines de semana sin descanso.
«Una persona que está bien de la cabeza no podría decir esas cosas: yo creo que actuó por racismo, si esa mujer hubiese estado borracha se habría caído al suelo y nos atacó con mucha fuerza», reflexiona Mariana, al tiempo que remarca que atiende a este diario para concienciar a la sociedad porque un «ataque racista» casi le cuesta la vida a su familiar. «Cuando mi prima ingresó en el hospital, los médicos me dijeron que podría morir porque había perdido mucha sangre y la metieron directa al quirófano».
El ataque, ocurrido el miércoles, lo grabaron varios testigos, se viralizó y la familia de María Lilián Zúñiga fue testigo en diferido de su apuñalamiento en una de las denominadas ‘colas del hambre’ del economato que Cáritas tiene en la Alamada de San Antón de Cartagena. «En Ecuador todos están llorando y preocupados por su estado de salud tras ver un vídeo», resume Mariana.
En 2001 hizo la maleta
La ecuatoriana Lili, como la conocen cariñosamente sus familiares, es el motor de la economía de su casa desde que en el lejano 2001 hizo la maleta y voló a España. «Es la mayor de nueve hermanos y tomó una decisión valiente: se marchó sola para ayudar a sus padres».
Lili se dejaba las pestañas cosiendo pantalones vaqueros en Pelileo: una ciudad ecuatoriana, situada en uno de los flancos de la cordillera oriental de los Andes. «Allá, la situación económica de su familia era muy delicada, a ella solo le pagaban diez centavos de dólar por cada ‘jean’ que cosía: ganaba poco dinero y trabajaba desde el amanecer hasta la noche». De forma que con 33 años cruzó el charco y se plantó con una maleta en el Barrio Peral en Cartagena.
«Cuando llegó fue directa a una iglesia donde sabía que había muchos ecuatorianos que la ayudaron a buscar alojamiento y trabajo». Lili inició su periplo en suelo español pagando un alquiler por una habitación en un piso patera de la ciudad portuaria y trabajando como cuidadora de una anciana.
«Desde 2001 hasta 2007, mi prima trabajó interna en una casa, cuidando todo el día de una anciana, por unas 70.000 pesetas al mes (420 euros), con un solo fin de semana de descanso, y sin estar dada alta en la Seguridad Social«.
Dos décadas a destajo
Mariana llegó a España a los seis meses de que Lili se asentase en el país. «Ella se ocupó de abrirme paso: yo vivía en una chabola en Ecuador; mi prima me buscó un habitación en el piso donde se alojaba y me ayudó a encontrar un empleo cuidando de una persona mayor para enviar dinero a mis tres niños«.
A esta ecuatoriana, de 57 años, le faltan palabras para agradecer el esfuerzo titánico de su prima que con tal de ayudarla a ella y a su familia a salir adelante, durante las dos últimas décadas, no ha tenido ni tiempo de disfrutar de vida sentimental. «Lili tiene 53 años, está soltera y sin hijos, se ha pasado los días trabajando, de una casa a otra, cuidando ancianos«. Todo ello en jornadas laborales a destajo: «Casi siempre estaba de interna».
En la actualidad, María Lilián se ocupaba de una anciana, de 87 años, que reside en el centro urbano de la ciudad portuaria. Cada día, esta ecuatoriana ayudaba a esta señora española a dar paseos con el apoyo de un andador, se encargaba de hacerle la compra, limpiar su domicilio, le preparaba la comida y se ocupaba de asearla. «Estaba interna en casa de la mujer, con contrato, alta en la Seguridad Social, un sueldo de 1.000 euros y tenía tiempo libre, de lunes a viernes, de cuatro a ocho de la tarde».
Lili nunca había tenido unas condiciones laborales tan buenas en la Región de Murcia, pero decidió aprovechar sus horas de descanso por las tardes para buscar otro empleo. «Estaba de limpiadora en unas oficinas y así podía mandar a Ecuador casi todo el dinero que ganaba cuidando de la anciana, para que su familia pagase la hipoteca de una casa donde vivían su madre, cuatro de sus hermanos y una de sus cuñadas».
De media, al mes, enviaba 800 euros a sus seres queridos en Pelileo. «Ella vivía con lo mínimo en Cartagena». El importe de las trasferencias económicas se tornó insuficiente cuando la pandemia sacudió a la madre, los hermanos, las cuñadas y los sobrinos de Lili. «En total hubo quince casos de coronavirus entre sus familiares y ella empezó a pedir dinero prestado para pagarles una máquina de oxígeno, las consultas médicas, los medicamentos…».
Endeudada por el ‘bicho’
Lili primero gastó sus ahorros y después comenzó a pedir prestado a sus compatriotas en Cartagena, de mil en mil euros, convirtiéndose en el salvavidas económico de sus familiares, incluida su propia prima, Mariana. «Yo estoy sin trabajo porque acabo de superar un cáncer, mi marido y dos de mis hijos también cogieron el coronavirus en Ecuador, me gasté mis ahorros en una clínica privada para mi esposo, y al final, Lilián también empezó a darme dinero».
De hecho, esta mujer rompe a llorar ante el difícil panorama que tendrá que afrontar su prima cuando reciba el alta médica: «Está muy endeudada«. Mariana no tiene consuelo, primero, porque la Covid segó la vida de su marido, Manuel, y segundo, porque ahora se siente «culpable» del delicado estado de salud de su querida Lili.
Lili fue apuñalada en una ‘cola del hambre’ de Cáritas en Cartagena. Cedida
REPORTAJES
Lili, apuñalada por «ilegal» en la cola del hambre de Cartagena: ‘Iba a matarnos y nadie nos socorrió’
Mariana, prima de la víctima y testigo del ataque, narra a EL ESPAÑOL que la mujer les culpó de robar comida a los españoles: «Inmigrantes de mierda»
23 junio, 2021 02:57
Jorge García Badía @@jgbadia Cartagena
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A Lili casi la mata el racismo. «Había mucha gente en la cola de Cáritas y nadie nos socorrió, excepto un chico que ayudó a acorralar a la mujer que apuñaló a mi prima«, lamenta entre lágrimas Mariana mientras atiende a EL ESPAÑOL en los aledaños del Hospital Santa Lucía de Cartagena. Esta ecuatoriana no asimila que una española atacase a su familiar con la única y supuesta motivación de su condición de inmigrante: «Nos dijo que éramos unas putas inmigrantes que solo veníamos a España a quitar trabajo y comida».
El ‘discurso’ cargado de clichés de extrema derecha que enarboló la agresora no acertó ni de lejos con la realidad de Lili: una mujer nacida en Ecuador, pero nacionalizada española; que no estaba en Cáritas para recibir alimentos, sino para ayudar a cargar la compra de su prima, Mariana, porque padece una trombosis en la pierna derecha. Además, Lili trabaja interna en una casa, cuidando de una anciana dependiente: un empleo que suelen desempeñar mujeres inmigrantes porque las españolas lo rechazan por su baja remuneración y fines de semana sin descanso.
«Una persona que está bien de la cabeza no podría decir esas cosas: yo creo que actuó por racismo, si esa mujer hubiese estado borracha se habría caído al suelo y nos atacó con mucha fuerza», reflexiona Mariana, al tiempo que remarca que atiende a este diario para concienciar a la sociedad porque un «ataque racista» casi le cuesta la vida a su familiar. «Cuando mi prima ingresó en el hospital, los médicos me dijeron que podría morir porque había perdido mucha sangre y la metieron directa al quirófano».https://buy.tinypass.com/checkout/template/cacheableShow?aid=HEQTYbTpKq&templateId=OTT37YD9VPCH&gaClientId=735414324.1623143892&offerId=fakeOfferId&experienceId=EX45RE0NQC9S&iframeId=offer_d752c3537dee5c6e34b6-0&displayMode=inline&pianoIdUrl=https%3A%2F%2Fsocial.elespanol.com%2Fid%2F&widget=template
Prueba de ello es que Lili permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Santa Lucía desde el miércoles hasta el domingo y actualmente está pendiente de valoración. «Tienen que hacerle un TAC para ver cómo tiene las arterias y decidir si la vuelven a operar para quitarle un riñón por culpa de esa puñalada que recibió por la espalda».https://www.dailymotion.com/embed/video/x825ipm?ui-logo=false&endscreen-enable=false&api=1
Mariana, la prima de la mujer apuñalada en las ‘colas del hambre’, explica cómo atacaron a Lili en Cartagena.
El ataque, ocurrido el miércoles, lo grabaron varios testigos, se viralizó y la familia de María Lilián Zúñiga fue testigo en diferido de su apuñalamiento en una de las denominadas ‘colas del hambre’ del economato que Cáritas tiene en la Alamada de San Antón de Cartagena. «En Ecuador todos están llorando y preocupados por su estado de salud tras ver un vídeo», resume Mariana.
En 2001 hizo la maleta
La ecuatoriana Lili, como la conocen cariñosamente sus familiares, es el motor de la economía de su casa desde que en el lejano 2001 hizo la maleta y voló a España. «Es la mayor de nueve hermanos y tomó una decisión valiente: se marchó sola para ayudar a sus padres».
Lili se dejaba las pestañas cosiendo pantalones vaqueros en Pelileo: una ciudad ecuatoriana, situada en uno de los flancos de la cordillera oriental de los Andes. «Allá, la situación económica de su familia era muy delicada, a ella solo le pagaban diez centavos de dólar por cada ‘jean’ que cosía: ganaba poco dinero y trabajaba desde el amanecer hasta la noche». De forma que con 33 años cruzó el charco y se plantó con una maleta en el Barrio Peral en Cartagena.
«Cuando llegó fue directa a una iglesia donde sabía que había muchos ecuatorianos que la ayudaron a buscar alojamiento y trabajo». Lili inició su periplo en suelo español pagando un alquiler por una habitación en un piso patera de la ciudad portuaria y trabajando como cuidadora de una anciana.
«Desde 2001 hasta 2007, mi prima trabajó interna en una casa, cuidando todo el día de una anciana, por unas 70.000 pesetas al mes (420 euros), con un solo fin de semana de descanso, y sin estar dada alta en la Seguridad Social«.
Dos décadas a destajo
Mariana llegó a España a los seis meses de que Lili se asentase en el país. «Ella se ocupó de abrirme paso: yo vivía en una chabola en Ecuador; mi prima me buscó un habitación en el piso donde se alojaba y me ayudó a encontrar un empleo cuidando de una persona mayor para enviar dinero a mis tres niños«.
A esta ecuatoriana, de 57 años, le faltan palabras para agradecer el esfuerzo titánico de su prima que con tal de ayudarla a ella y a su familia a salir adelante, durante las dos últimas décadas, no ha tenido ni tiempo de disfrutar de vida sentimental. «Lili tiene 53 años, está soltera y sin hijos, se ha pasado los días trabajando, de una casa a otra, cuidando ancianos«. Todo ello en jornadas laborales a destajo: «Casi siempre estaba de interna».
Mariana, este martes, en el Hospital Santa Lucía de Cartagena donde sigue ingresada Lili. Badía
En la actualidad, María Lilián se ocupaba de una anciana, de 87 años, que reside en el centro urbano de la ciudad portuaria. Cada día, esta ecuatoriana ayudaba a esta señora española a dar paseos con el apoyo de un andador, se encargaba de hacerle la compra, limpiar su domicilio, le preparaba la comida y se ocupaba de asearla. «Estaba interna en casa de la mujer, con contrato, alta en la Seguridad Social, un sueldo de 1.000 euros y tenía tiempo libre, de lunes a viernes, de cuatro a ocho de la tarde».
Lili nunca había tenido unas condiciones laborales tan buenas en la Región de Murcia, pero decidió aprovechar sus horas de descanso por las tardes para buscar otro empleo. «Estaba de limpiadora en unas oficinas y así podía mandar a Ecuador casi todo el dinero que ganaba cuidando de la anciana, para que su familia pagase la hipoteca de una casa donde vivían su madre, cuatro de sus hermanos y una de sus cuñadas».
De media, al mes, enviaba 800 euros a sus seres queridos en Pelileo. «Ella vivía con lo mínimo en Cartagena». El importe de las trasferencias económicas se tornó insuficiente cuando la pandemia sacudió a la madre, los hermanos, las cuñadas y los sobrinos de Lili. «En total hubo quince casos de coronavirus entre sus familiares y ella empezó a pedir dinero prestado para pagarles una máquina de oxígeno, las consultas médicas, los medicamentos…».
Endeudada por el ‘bicho’
Lili primero gastó sus ahorros y después comenzó a pedir prestado a sus compatriotas en Cartagena, de mil en mil euros, convirtiéndose en el salvavidas económico de sus familiares, incluida su propia prima, Mariana. «Yo estoy sin trabajo porque acabo de superar un cáncer, mi marido y dos de mis hijos también cogieron el coronavirus en Ecuador, me gasté mis ahorros en una clínica privada para mi esposo, y al final, Lilián también empezó a darme dinero».
De hecho, esta mujer rompe a llorar ante el difícil panorama que tendrá que afrontar su prima cuando reciba el alta médica: «Está muy endeudada«. Mariana no tiene consuelo, primero, porque la Covid segó la vida de su marido, Manuel, y segundo, porque ahora se siente «culpable» del delicado estado de salud de su querida Lili.
Lili pasó varios días ingresada en la UCI antes de ser trasladada a planta. Cedida
– Mariana, ¿por qué se siente responsable del ataque que sufrió su prima?
– Ahora mismo no puedo trabajar por mi estado de salud. En los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Cartagena me dieron un bono de 7,50 euros para comprar productos básicos de higiene y comida en el economato de Cáritas. El miércoles llamé a mi prima porque iba a hacer la compra y ella se ofreció a ayudarme por la trombosis que tengo en mi pierna derecha. Me dijo: ‘¿Cómo vas a cargar peso tú sola?’ A veces me siento mal por haberla llamado: si no llega a acompañarme no estaría ingresada y a punto de perder un riñón.
– ¿Qué ocurrió ese miércoles cuando llegaron al economato de Cáritas?
– Llegamos pasadas las cuatro de la tarde y todavía no había abierto. Como hacía mucho calor, nos sentamos en un banco a la sombra y empezamos a hablar de nuestras cosas. En ese momento, apareció una mujer con un vaso con cerveza o algún tipo de licor. Nos empezó a decir: ‘¿Qué hacéis aquí putas inmigrantes de mierda? ¿Por qué no os largáis a vuestro país? Los inmigrantes solo vienen a España a robarnos la comida y el trabajo’. Nosotras nos levantamos del banco y nos fuimos para evitar problemas.
La mujer, una ciudadana española, de 40 años, y que según fuentes de las Fuerzas de Seguridad, «cuenta con 46 reseñas policiales, tiene problemas psicológicos y con las drogas», comenzó a perseguir a Mariana y a Lili. «Primero nos lanzó el vaso de cristal que llevaba, pasó entre nuestras cabezas, y después, nos pinchó en la espalda con un abanico». En ese momento, según el relato de esta testigo, se produjo la siguiente conversación como antesala del ataque con arma blanca:
– Lili: Nosotras no queremos pelea. Señora, váyase por su camino. ¿Qué le pasa? ¿Por qué nos está haciendo esto?
– Agresora: Putas inmigrantes de mierda. ¿No me hacen caso? Pues, entonces voy a traer el pincho para apuñalarlas.
– Mariana, ¿cómo reaccionaron ustedes ante semejante amenaza de muerte?
– No le hicimos caso porque se marchó y pensamos que no volvería. Nos pusimos en la cola de Cáritas y entonces regresó esa mujer para apuñalar por la espalda a mi prima. Le atravesó el riñón. Yo empujé a la agresora con el carrito de la compra porque quiso darle otra puñalada certera en el pecho a Lili y a mí también trató de atacarme. Tenía ansias de matar. ¡Dio mío! Si no llego a separar a esa mujer con el carrito, a mi prima la mata. En la cola había mucha gente y nadie nos socorrió, excepto un chico que me ayudó a acorralara.
Esta ecuatoriana se indigna al pensar que hubo gente en la ‘cola del hambre’ de Cáritas que optó por desenfundar el móvil, con el objetivo de inmortalizar la agresión, antes de ayudar a su prima. «A pesar de la puñalada que recibió, Lili se tiró a por la agresora». En uno de los vídeos se observa con claridad cómo redujo a la mujer arrastrándola del pelo hasta que la Policía Nacional llegó a la zona y la arrestó.
Más allá de que la instrucción judicial determine si el ataque fue fruto -o no- de los problemas mentales a los que apuntan fuentes de las Fuerzas de Seguridad, el trasfondo de este caso radica en que esta mujer, de 40 años, hizo suyos algunos mensajes de extrema derecha que son caldo de cultivo para el odio contra la inmigración. Tales como que los inmigrantes roban ayudas sociales o restan oportunidades laborales a los españoles.
Lili fue apuñalada en una ‘cola del hambre’ de Cáritas en Cartagena. Cedida
REPORTAJES
Lili, apuñalada por «ilegal» en la cola del hambre de Cartagena: ‘Iba a matarnos y nadie nos socorrió’
Mariana, prima de la víctima y testigo del ataque, narra a EL ESPAÑOL que la mujer les culpó de robar comida a los españoles: «Inmigrantes de mierda»
El Español.- A Lili casi la mata el racismo. «Había mucha gente en la cola de Cáritas y nadie nos socorrió, excepto un chico que ayudó a acorralar a la mujer que apuñaló a mi prima«, lamenta entre lágrimas Mariana mientras atiende a EL ESPAÑOL en los aledaños del Hospital Santa Lucía de Cartagena. Esta ecuatoriana no asimila que una española atacase a su familiar con la única y supuesta motivación de su condición de inmigrante: «Nos dijo que éramos unas putas inmigrantes que solo veníamos a España a quitar trabajo y comida».
El ‘discurso’ cargado de clichés de extrema derecha que enarboló la agresora no acertó ni de lejos con la realidad de Lili: una mujer nacida en Ecuador, pero nacionalizada española; que no estaba en Cáritas para recibir alimentos, sino para ayudar a cargar la compra de su prima, Mariana, porque padece una trombosis en la pierna derecha. Además, Lili trabaja interna en una casa, cuidando de una anciana dependiente: un empleo que suelen desempeñar mujeres inmigrantes porque las españolas lo rechazan por su baja remuneración y fines de semana sin descanso.
«Una persona que está bien de la cabeza no podría decir esas cosas: yo creo que actuó por racismo, si esa mujer hubiese estado borracha se habría caído al suelo y nos atacó con mucha fuerza», reflexiona Mariana, al tiempo que remarca que atiende a este diario para concienciar a la sociedad porque un «ataque racista» casi le cuesta la vida a su familiar. «Cuando mi prima ingresó en el hospital, los médicos me dijeron que podría morir porque había perdido mucha sangre y la metieron directa al quirófano».https://buy.tinypass.com/checkout/template/cacheableShow?aid=HEQTYbTpKq&templateId=OTT37YD9VPCH&gaClientId=735414324.1623143892&offerId=fakeOfferId&experienceId=EX45RE0NQC9S&iframeId=offer_d752c3537dee5c6e34b6-0&displayMode=inline&pianoIdUrl=https%3A%2F%2Fsocial.elespanol.com%2Fid%2F&widget=template
Prueba de ello es que Lili permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Santa Lucía desde el miércoles hasta el domingo y actualmente está pendiente de valoración. «Tienen que hacerle un TAC para ver cómo tiene las arterias y decidir si la vuelven a operar para quitarle un riñón por culpa de esa puñalada que recibió por la espalda».https://www.dailymotion.com/embed/video/x825ipm?ui-logo=false&endscreen-enable=false&api=1
Mariana, la prima de la mujer apuñalada en las ‘colas del hambre’, explica cómo atacaron a Lili en Cartagena.
El ataque, ocurrido el miércoles, lo grabaron varios testigos, se viralizó y la familia de María Lilián Zúñiga fue testigo en diferido de su apuñalamiento en una de las denominadas ‘colas del hambre’ del economato que Cáritas tiene en la Alamada de San Antón de Cartagena. «En Ecuador todos están llorando y preocupados por su estado de salud tras ver un vídeo», resume Mariana.
En 2001 hizo la maleta
La ecuatoriana Lili, como la conocen cariñosamente sus familiares, es el motor de la economía de su casa desde que en el lejano 2001 hizo la maleta y voló a España. «Es la mayor de nueve hermanos y tomó una decisión valiente: se marchó sola para ayudar a sus padres».
Lili se dejaba las pestañas cosiendo pantalones vaqueros en Pelileo: una ciudad ecuatoriana, situada en uno de los flancos de la cordillera oriental de los Andes. «Allá, la situación económica de su familia era muy delicada, a ella solo le pagaban diez centavos de dólar por cada ‘jean’ que cosía: ganaba poco dinero y trabajaba desde el amanecer hasta la noche». De forma que con 33 años cruzó el charco y se plantó con una maleta en el Barrio Peral en Cartagena.
«Cuando llegó fue directa a una iglesia donde sabía que había muchos ecuatorianos que la ayudaron a buscar alojamiento y trabajo». Lili inició su periplo en suelo español pagando un alquiler por una habitación en un piso patera de la ciudad portuaria y trabajando como cuidadora de una anciana.
«Desde 2001 hasta 2007, mi prima trabajó interna en una casa, cuidando todo el día de una anciana, por unas 70.000 pesetas al mes (420 euros), con un solo fin de semana de descanso, y sin estar dada alta en la Seguridad Social«.
Dos décadas a destajo
Mariana llegó a España a los seis meses de que Lili se asentase en el país. «Ella se ocupó de abrirme paso: yo vivía en una chabola en Ecuador; mi prima me buscó un habitación en el piso donde se alojaba y me ayudó a encontrar un empleo cuidando de una persona mayor para enviar dinero a mis tres niños«.
A esta ecuatoriana, de 57 años, le faltan palabras para agradecer el esfuerzo titánico de su prima que con tal de ayudarla a ella y a su familia a salir adelante, durante las dos últimas décadas, no ha tenido ni tiempo de disfrutar de vida sentimental. «Lili tiene 53 años, está soltera y sin hijos, se ha pasado los días trabajando, de una casa a otra, cuidando ancianos«. Todo ello en jornadas laborales a destajo: «Casi siempre estaba de interna»
Mariana, este martes, en el Hospital Santa Lucía de Cartagena donde sigue ingresada Lili. Badía
En la actualidad, María Lilián se ocupaba de una anciana, de 87 años, que reside en el centro urbano de la ciudad portuaria. Cada día, esta ecuatoriana ayudaba a esta señora española a dar paseos con el apoyo de un andador, se encargaba de hacerle la compra, limpiar su domicilio, le preparaba la comida y se ocupaba de asearla. «Estaba interna en casa de la mujer, con contrato, alta en la Seguridad Social, un sueldo de 1.000 euros y tenía tiempo libre, de lunes a viernes, de cuatro a ocho de la tarde».
Lili nunca había tenido unas condiciones laborales tan buenas en la Región de Murcia, pero decidió aprovechar sus horas de descanso por las tardes para buscar otro empleo. «Estaba de limpiadora en unas oficinas y así podía mandar a Ecuador casi todo el dinero que ganaba cuidando de la anciana, para que su familia pagase la hipoteca de una casa donde vivían su madre, cuatro de sus hermanos y una de sus cuñadas».
De media, al mes, enviaba 800 euros a sus seres queridos en Pelileo. «Ella vivía con lo mínimo en Cartagena». El importe de las trasferencias económicas se tornó insuficiente cuando la pandemia sacudió a la madre, los hermanos, las cuñadas y los sobrinos de Lili. «En total hubo quince casos de coronavirus entre sus familiares y ella empezó a pedir dinero prestado para pagarles una máquina de oxígeno, las consultas médicas, los medicamentos…».
Endeudada por el ‘bicho’
Lili primero gastó sus ahorros y después comenzó a pedir prestado a sus compatriotas en Cartagena, de mil en mil euros, convirtiéndose en el salvavidas económico de sus familiares, incluida su propia prima, Mariana. «Yo estoy sin trabajo porque acabo de superar un cáncer, mi marido y dos de mis hijos también cogieron el coronavirus en Ecuador, me gasté mis ahorros en una clínica privada para mi esposo, y al final, Lilián también empezó a darme dinero».
De hecho, esta mujer rompe a llorar ante el difícil panorama que tendrá que afrontar su prima cuando reciba el alta médica: «Está muy endeudada«. Mariana no tiene consuelo, primero, porque la Covid segó la vida de su marido, Manuel, y segundo, porque ahora se siente «culpable» del delicado estado de salud de su querida Lili.
Lili pasó varios días ingresada en la UCI antes de ser trasladada a planta. Cedida
– Mariana, ¿por qué se siente responsable del ataque que sufrió su prima?
– Ahora mismo no puedo trabajar por mi estado de salud. En los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Cartagena me dieron un bono de 7,50 euros para comprar productos básicos de higiene y comida en el economato de Cáritas. El miércoles llamé a mi prima porque iba a hacer la compra y ella se ofreció a ayudarme por la trombosis que tengo en mi pierna derecha. Me dijo: ‘¿Cómo vas a cargar peso tú sola?’ A veces me siento mal por haberla llamado: si no llega a acompañarme no estaría ingresada y a punto de perder un riñón.
– ¿Qué ocurrió ese miércoles cuando llegaron al economato de Cáritas?
– Llegamos pasadas las cuatro de la tarde y todavía no había abierto. Como hacía mucho calor, nos sentamos en un banco a la sombra y empezamos a hablar de nuestras cosas. En ese momento, apareció una mujer con un vaso con cerveza o algún tipo de licor. Nos empezó a decir: ‘¿Qué hacéis aquí putas inmigrantes de mierda? ¿Por qué no os largáis a vuestro país? Los inmigrantes solo vienen a España a robarnos la comida y el trabajo’. Nosotras nos levantamos del banco y nos fuimos para evitar problemas.
La mujer, una ciudadana española, de 40 años, y que según fuentes de las Fuerzas de Seguridad, «cuenta con 46 reseñas policiales, tiene problemas psicológicos y con las drogas», comenzó a perseguir a Mariana y a Lili. «Primero nos lanzó el vaso de cristal que llevaba, pasó entre nuestras cabezas, y después, nos pinchó en la espalda con un abanico». En ese momento, según el relato de esta testigo, se produjo la siguiente conversación como antesala del ataque con arma blanca:
– Lili: Nosotras no queremos pelea. Señora, váyase por su camino. ¿Qué le pasa? ¿Por qué nos está haciendo esto?
– Agresora: Putas inmigrantes de mierda. ¿No me hacen caso? Pues, entonces voy a traer el pincho para apuñalarlas.
– Mariana, ¿cómo reaccionaron ustedes ante semejante amenaza de muerte?
– No le hicimos caso porque se marchó y pensamos que no volvería. Nos pusimos en la cola de Cáritas y entonces regresó esa mujer para apuñalar por la espalda a mi prima. Le atravesó el riñón. Yo empujé a la agresora con el carrito de la compra porque quiso darle otra puñalada certera en el pecho a Lili y a mí también trató de atacarme. Tenía ansias de matar. ¡Dio mío! Si no llego a separar a esa mujer con el carrito, a mi prima la mata. En la cola había mucha gente y nadie nos socorrió, excepto un chico que me ayudó a acorralara.
Esta ecuatoriana se indigna al pensar que hubo gente en la ‘cola del hambre’ de Cáritas que optó por desenfundar el móvil, con el objetivo de inmortalizar la agresión, antes de ayudar a su prima. «A pesar de la puñalada que recibió, Lili se tiró a por la agresora». En uno de los vídeos se observa con claridad cómo redujo a la mujer arrastrándola del pelo hasta que la Policía Nacional llegó a la zona y la arrestó.
Más allá de que la instrucción judicial determine si el ataque fue fruto -o no- de los problemas mentales a los que apuntan fuentes de las Fuerzas de Seguridad, el trasfondo de este caso radica en que esta mujer, de 40 años, hizo suyos algunos mensajes de extrema derecha que son caldo de cultivo para el odio contra la inmigración. Tales como que los inmigrantes roban ayudas sociales o restan oportunidades laborales a los españoles.https://www.dailymotion.com/embed/video/kbRUPkO370IGpswYUUM?ui-logo=false&endscreen-enable=false
Ayer un hombre asesinaba a otro en Mazarrón al grito de “no quiero moros en el local”
– Mariana, ¿cómo se encuentra su prima?
– Está mal. Tiene una sonda y una vía. Yo me pasó día y noche en el hospital, sin separarme de su cama. Como toma mucha medicación y está sedada, se pasa casi todo el tiempo durmiendo. No quiere hablar con nadie de lo sucedido: no lo asimila y está con la mirada perdida. Yo le digo: ‘Lili, tenemos que salir adelante’. Pero ella solo me dice que tenga cuidado si salgo a la calle y que si me llama su familia desde Ecuador, que les diga que está bien para que no se preocupen.
– El juzgado de Instrucción número 4 de Cartagena envió a prisión a la agresora por un asesinato en grado de tentativa. Perdone que insista, ¿usted cree que su prima fue víctima de un ataque con tintes racistas?
– Sí.
– ¿Alguna vez usted había sufrido otro episodio xenófobo con violencia física o verbal?
– En una ocasión entré a una cafetería en Cartagena y la camarera me dijo que no podía pasar a pedir limosna a los clientes. Le dije que iba tomar café y me pidió disculpas.
Protestas contra el racismo
El apuñalamiento que sufrió la ecuatoriana Lili en el economato cartagenero de Cáritas se produjo tres días después de que Carlos, un ciudadano español, le quitase la vida a tiros al marroquí Younes. Todo ello, a raíz de una discusión en una cafetería de Mazarrón donde Carlos reprochó a las camareras que se sentasen con inmigrantes en su turno de trabajo. ‘¿Qué hacéis sentadas con moros de mierda?’. Esta fue una de las lindezas que supuestamente dijo Carlos antes de llenar de plomo a Younes.
Los citados episodios violentos han provocado que se convoquen dos concentraciones contra la xenofobia: este viernes, en la plaza Santo Domingo de Murcia, a partir de las 20 horas, y el domingo, en la plaza de España de Cartagena, a las 19.30 horas.
– Mariana, ¿considera que el racismo está en auge en la sociedad murciana?
– Sí, porque a muchos ecuatorianos los tratan mal en el campo y algunos españoles dicen que venimos a quitarles el trabajo cuando eso no es verdad: nosotros cogemos los empleos que ellos no quieren. Ahora mismo, mi prima y yo nos sentimos desamparadas: pido ayuda a las autoridades españolas y al Consulado de Ecuador.