La miniserie de Netflix ‘Desplazados’ denuncia la realidad de los centros de detención para inmigrantes en el país oceánico. Los refugiados y solicitantes de asilo pasan años allí sin obtener respuestas sobre su visa de protección. Un uruguayo detenido en el centro Villawood, en Nueva Gales del Sur, contó cómo es vivir allí
SPUTNIK.- Australia es un país de inmigrantes y se caracteriza por sus políticas abiertas hacia los extranjeros que quieren radicarse allí. Sin embargo, hay una realidad de la que se habla muy poco en el país: los más de 10 centros de detención que funcionan como cárceles para inmigrantes.
A pesar de que son en teoría temporales, muchos de los refugiados que llegan a Australia en barcos, escapando de la guerra y la miseria en sus países, nunca llegan a obtener la visa de protección y pasan años encerrados en estos centros. La miniserie de Netflix Desplazados, ideada por la reconocida actriz australiana y embajadora de las Naciones Unidas, Cate Blanchett, denuncia esta situación.
Pero los centros no solo reciben refugiados —la serie muestra el caso de una ciudadana australiana que terminó allí por error—, sino también a extranjeros que se quedan en el país más tiempo del permitido por su visa o no cumplen con alguno de los requisitos solicitados. Este fue el caso del uruguayo Santiago Fabiano, que estuvo cuatro días detenido en el centro de Villawood, en Nueva Gales del Sur.
A Santiago le tocó estar en una habitación solo de hombres, pero en un módulo mixto. Este incluía baño, cocina y una sala de estar, todo en muy buenas condiciones. Podía circular libremente por el módulo pero si quería salir tenía que hacerlo acompañado por un policía.
«Había muy poca gente en ese momento. Me tocó una habitación para mí solo, los colchones son un desastre, durísimos. En el lugar no hay wifi pero como yo tenía un contrato de celular pude estar en contacto con mis familiares y compartía el internet a los otros detenidos. Pero la atención dentro del módulo, con la salvedad de que no se puede salir, es muy buena», añadió Fabiano.
A pesar de que la experiencia de Santiago no fue mala, algunos de estos centros —sobre todo los que se encuentran en islas— han sido denunciados por abusos a los derechos humanos por organizaciones como Amnistía Internacional y las Naciones Unidas, y está prohibido el ingreso de los periodistas a las instalaciones.
«Hay que quedarse en el módulo las 24 horas pero con la premisa de que te van a liberar a la brevedad. Por eso, si existen casos en los que retienen a las personas por varios años es una tortura. No me imagino lo que debe ser no poder salir de ahí», concluyó el uruguayo.
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