Hace no tantos años el VIH llegó a nuestra sociedad, llenándola de miedos, dudas, y también prejuicios. El desconocimiento por parte de la población del virus y las muertes que iba dejando por el camino no ayudaban a reducir estos prejuicios, sino más bien a aumentarlos
HÉCTOR R. VILANOVA. EL PERIÓDICO.– Por suerte, y gracias a muchos avances, actualmente las personas con VIH disfrutan de una vida plena y de calidad bajo un tratamiento que mantiene su carga vírica prácticamente a cero. Pero, ¿hemos superado realmente aquellos prejuicios tan presentes en la década de los 70-80? ¿Somos una sociedad tan moderna y avanzada como nos hacen ver?
Las personas que conviven con el VIH siguen padeciendo discriminación; tanto laboral, con despidos improcedentes al conocer su estado serológico; como personal, con familias que se desentienden o parejas que se alejan por miedo al qué dirán.
Dejemos atrás los prejuicios y los miedos. Hace falta una sociedad más informada al respecto del VIH, que no solo no discrimine sino que abrace la diversidad.
