En Alemania, el nivel de criminalidad se encuentra en mínimos históricos. Esto no lo cree un grupo de extrema derecha que sale a la calle a hacer frente a una supuesta inseguridad que atribuyen a la inmigración
SALVADOR MARTÍNEZ. EL ESPAÑOL.- Desde hace un par de semanas, Jens y Stefan salen de noche a pasear. Lo hacen en grupo, con perros de buen porte. Su objetivo, dicen, es mejorar la situación de las ciudades sajonas (este alemán) donde viven. Jens es vecino de Schwarzenberg, de unos 17.000 habitantes, y Stefan de Bad Schlema, donde habitan unas 5.000 personas. “Paseamos por la ciudad, vamos a los puntos de mayor criminalidad, que los conocemos, y estamos presentes en la calle. Cuando vemos que se comete un delito, llamamos a la policía. Y si hay un delito, retenemos a las personas hasta que llegue la policía”, explica Jens a EL ESPAÑOL.
Él se muestra preocupado porque “en las últimas tres semanas hemos tenido tres ataques, uno fue casi una violación”. “Desde que salimos a la calle hay más tranquilidad”, asegura. Schwarzenberg no forma parte parte de lo que, tradicionalmente, se entiende por “puntos calientes” de la criminalidad, ni en Alemania ni en Sajonia. En ese Land sí que se identifican así algunas zonas de Dresde, la capital de Sajonia, o de Chemnitz, otra de las grandes ciudades de este estado federado del este alemán.
«Caza de inmigrantes»
Chemnitz, de hecho, fue escenario en agosto de violentos disturbios causados por extremistas de ultraderecha. Éstos salieron incluso a la “caza de inmigrantes” después de que en una pelea muriera un alemán de origen cubano a manos, supuestamente, de un sirio y un iraquí. Jens y Stefan no dudan en relacionar inmigración y refugiados con una supuesta criminalidad violenta al alza.
“Hemos tenido muchos actos violentos de refugiados. Además, desde los últimos años el número de policía se ha reducido. En este contexto, se plantea la cuestión sobre qué podemos hacer para conseguir más seguridad. Ahí está la idea de pasear espontáneamente y mostrar a los potenciales criminales que estamos ahí”, dice Stefan a EL ESPAÑOL
En lo que respecta a la inmigración, sus comentarios resultan casi idénticos a los que hacen, por ejemplo, los miembros del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). “La inmigración de masas significa inmigración de cuchillos”, dicen en el Grupo Parlamentario de AfD, el más importante de la oposición en el Bundestag. Dicho grupo ha creado un mapa en Internet donde se recopilan crímenes violentos cometidos por inmigrantes y refugiados, según los responsable de esa web. La página recoge datos desde febrero del año pasado.
Pese al tono alarmista con el que se puedan manifestar Jens o Stefan en Sajonia o en el Grupo Parlamentario de AfD en Berlín, las estadísticas de la policía, sin embargo, muestran que en Alemania la seguridad no debería preocuparles. De acuerdo con datos de la Oficina Federal de la Policía Criminal (BKA, por sus siglas en alemán), en 2017 las fuerzas del orden registraron un total 5,76 millones de delitos. Aunque suene a gran cantidad de crímenes, esa cifra es un 9,6% menos que el año anterior. Es un valormínimo que el país de la canciller Angela Merkel no registraba desde hace 26 años.
Stefan reconoce que él y Jens viven en un área tranquila. “Lo que hacemos lo hacemos desde hace dos o tres semanas. No ha pasado nada. No podemos estar en todas partes y, por suerte, no todos los días ocurre algo”, apunta Stefan, aludiendo a las pequeñas poblaciones de las que se ocupan “las patrullas ciudadanas” que integran ambos. Stefan y Jens se quejan de lo mismo: la falta de presencia policial en sus poblaciones.
Una ciudad pequeña sin policías en la comisaría
“No hay policía ya en Schwarzenberg. No tienen gente aquí”, comenta Jens. En la comisaría de policía de Schwarzenberg las autoridades reconocen que las instalaciones “no siempre están ocupadas, aunque la comunicación por teléfono está asegurada”. Los repetidos intentos de este periódico de ponerse en contacto con responsables policiales de la pequeña ciudad sajona han resultado en vano.
Desde la policía en Chemnitz, responsable del distrito de Erzbigskreis –donde se encuentra Schwarzenberg y Bad Schlema–, apuntan que la criminalidad, en realidad, lleva desde hace tiempo una tendencia a la baja en la región. Allí se registraron 11.803 delitos el año pasado, casi mil menos que en 2016, según indican las autoridades a EL ESPAÑOL. En vista de esos datos, no parecen tan urgente medidas como las tomadas por Jens, Stefan y compañía. Tampoco es cierto que la inmigración esté generando más delitos en Erzbigskreis.
“Los extranjeros no aparecen de forma desproporcionada en Schwarzenberg”, señalan sobre los datos de criminalidad desde la policía en Chemnitz, donde se sabe de las actividades de los “ciudadanos patrulleros”. A éstos, las fuerzas del orden ya les han dado un toque. “Hemos llevado a cabo con el líder de las ‘patrullas ciudadanas’ un aviso verbal”, dicen a este periódico fuentes policiales.
No hay que leer entre líneas para entender que Freigeist está en la línea de movimientos de inspiración xenófoba como Pro-Chemnitz, responsable de las movilizaciones de ultraderecha en Chemnitz de este verano, o del movimiento islamófobo de los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (PEGIDA) en Dresde. El propio Stefan ha hecho carrera política a nivel local en el Partido Nacionaldemocrático de Alemania (NPD), referente de la extrema derecha alemana, más comúnmente conocido como el partido “neonazi” germano.
Una idea del “partido neonazi” alemán
La idea de “pasear”, de noche, en grupo y con perros de considerable tamaño, también forma parte de las propuestas del NPD. “En muchas grandes ciudades, la policía no ha parado de perder miembros por la reducción de efectivos y ha perdido presencia”, comenta a EL ESPAÑOL Klaus Beier, portavoz nacional del NPD.
Desde esta formación, que en las pasadas elecciones generales no recibió más de 200.000 votos y que sólo tiene en el eurodiputado Udo Voigt su único político relevante, dicen que “no quieren sustituir a la policía”. La idea de las patrullas del NPD, formadas de manera variable por dos, tres y hasta diez miembros, según Beier, también es “llamar a la policía” en caso necesario. En el NPD llaman “zonas protegidas” a las áreas que cubren estas patrullas.
En el NPD mantienen que, desde que lanzaron la campaña de las “Zonas protegidas” hace seis meses, militantes del partido han protagonizado acciones en varias ciudades repartidas por la geografía alemana. Han “patrullado” en la ciudad-estado de Berlín y en Länder como Renania del Norte-Westfalia, Baviera, en el oeste alemán, Turingia y Sajonia, en el este germano.
Hajo Funke, investigador de la Universidad Libre de Berlín y experto en la extrema derecha alemana, no cree en las afirmaciones de Beier. “El NPD es un partido neonazi que se erige contra las minorías. Yo no me creo ni una palabra del NPD”, asegura Funke a EL ESPAÑOL. Aún así, en la descripción de las “patrullas” que sus ofrecen sus protagonistas, Funke ve posibles delitos. “Es el Estado el que tiene el monopolio del uso de la violencia. Por hacer uso de violencia, por pertenencia a banda criminal, entre otras cosas, pueden ser denunciados”, estima el experto de la Universidad Libre de Berlín.
Su comentario procede a la vista de cómo ha promocionado el NPD sus “zonas protegidas”. “La lucha contra la criminalidad es la principal tarea del Estado y no de los ciudadanos pero el Estado no utiliza el monopolio de la violencia lo suficiente para proteger nuestro país”, se escucha decir en un vídeo promocional del NPD sobre las “zonas seguras” a Sebastian Schmidtke, un conocido político de esta formación.
El riesgo de acabar cometiendo un delito no parece amedrentar a Jens o Stefan, los “librepensadores” sajones. La policía dice “estar observando la situación en Schwarzenberg, especialmente por la noche”, cuando patrullan los agentes, quienes de verdad están autorizados a hacerlo.