Zabaleta y Jimmy se cuentan entre sus muertos; otros muchos, como el hincha apuñalado el miércoles, entre sus heridos. Los ultras rojiblancos siguen haciendo de las suyas
Aunque inicialmente se creyó que podría tratarse de una reyerta entre hinchadas rivales, ya que esa tarde los rojiblancos se enfrentaban al Sevilla, las manchas de sangre en la ropa delataron a uno de los testigos que, finalmente, señaló al presunto autor, detenido el jueves de madrugada y que ayer reconocía los hechos ante el juez e ingresaba en prisión.
Se trataba, una vez más, de un viejo conocido de la policía. Uno de los acusados del asesinato del seguidor del Real Sociedad Aitor Zabaleta, en 1998. De aquella se libró por falta de pruebas incriminatorias. Pero después, aparte de participar en riñas tumultuarias como la de los sillazos en Plaza Cataluña (Barcelona) el pasado 12 de octubre, ha pasado buenas temporadas en prisión por delitos comunes, en concreto por atracos a farmacias. Sólo llevaba cinco meses en la calle.
“Volvió con ganas de recuperar su liderazgo en el Frente y se topó con que algunas cosas han cambiado mucho”, señalan fuentes cercanas a la investigación.
Desde que el 30 de noviembre de 2015 un grupo de ultras rojiblancos mataron a palos al hincha del Deportivo de la Coruña Francisco Javier Romero Taboada, alias Jimmy, en la ribera del Manzanares, muchos no han vuelto por el estadio.
Pese a que el club les ha acondicionado una grada aún más grande en el nuevo Wanda Metropolitano que la que tenían en el Vicente Calderón, la mayoría de los detenidos en la llamada Operación Neptuno —desarrollada por la policía nacional para identificar a los autores del homicidio— no han vuelto a dejarse ver. Eran la mayoría de los 104 que fueron acusados de riña tumultuaria.
La consecuencia de eso es que, aunque actualmente su líder es Juan María López Sánchez, alias Barri, un veterano de más de 40 años y también miembro de Bastión, la grada de animación del Wanda la rellenan fundamentalmente los cachorros como Fernando, según investigadores cercanos al caso.
“Yo ya paso, el palo [como se refieren internamente al movimiento de ultra derecha de la hinchada atlética] es una puta mierda, yo no vuelvo, yo ya con mi novia y en casita”, decía Fernando ayer, convaleciente en su cama.
Racionero llegó con ganas de recuperar cierto liderazgo y se topó con jóvenes con nuevos bríos. Un comentario sobre una chica, dos facciones diferentes dentro del Frente Atlético y unas cuantas cervezas, fueron suficientes para desatar la violencia ultra, una vez más con el fútbol como excusa.
Antes del asesinato de Jimmy, que marcó un antes y un después en el ámbito de la seguridad en el deporte, pero que no ha servido para diluir al Frente Atlético, publicaban en su página web las diferentes secciones que integraban el grupo: peya salvaje, fight firm, scatha, tercios de flandes, blau division, insert coin… Hasta unas 15 aproximadamente.
Según los especialistas y los investigadores de la violencia en el deporte, “el Frente tiene muchos seguidores/simpatizantes. Aunque muchos vayan quedándose por el camino, ya sea por la actuación policial o porque deciden abandonar este entorno, siempre va a haber una cantera para poder seguir haciendo de las suyas”.
El pasado 18 de noviembre, otro miembro del Frente Atlético de 27 años dejó tuerto a uno de los vigilantes del estadio Wanda Metropolitano, tras reventarle el globo ocular de un puñetazo. El joven, también con antecedentes y que fue acusado de un delito de lesiones graves, trataba de entrar por uno de los accesos que custodiaba el vigilante cuando los tornos de entrada se encontraban ya cerrados. Ante la resistencia del guardia de seguridad, le propinó un fuerte puñetazo en el ojo izquierdo y huyó del lugar a la carrera.
Según los especialistas en este tipo de violencia, “el principal factor que les hace seguir ahí es el apoyo del club”. A diferencia de lo que ha hecho el Real Madrid, que expulsó a los Ultrasur del estadio y les quitó su local, “en el caso del Atlético, el club les ha creado una grada aún mayor y mantiene a gran parte del Frente Atlético. No ha hecho ninguna purga como hizo el Madrid”, aseguran. Desde el Atlético niegan que la citada purga no haya existido al haber expulsado a varias decenas de socios considerados violentos y también aseguran con rotundidad que no existe ningún tipo de apoyo a los ultras. Añaden desde el club, que entre esas expulsiones se incluyen las de abonados señalados como violentos por la Policía por su historial delictivo, aunque los hechos que se les imputaban no tuvieran nada que ver con el fútbol. Sobre que se les haya creado una grada de animación mayor que la existente en el Vicente Calderón sostienen en la entidad rojiblanca que el club se ha trasladado a un estadio nuevo, más grande que el Vicente Calderón, y que en ese fondo no solo se acomodan seguidores del Frente Atlético.
A pesar de esas medidas, veteranos y jóvenes, dejan cadáveres y heridos a sus espaldas con aparente impunidad. Algunos caen, se van, regresan; otros crecen en ese clima de violencia. Pero lo cierto es que todos los presuntos autores —menores y mayores de edad—, los que fueron declarados culpables por un juez y absueltos después por otro, los que ingresaron en prisión y después fueron liberados por la muerte del Jimmy hoy siguen libres. Permanecen a la espera de que el titular del juzgado de instrucción número 20 de Plaza Castilla, Pedro Merchante Somalo, dirima si el testimonio de un testigo (ya no protegido), que les señala directamente como responsables de esa muerte casi retransmitida en directo, es o no creíble. Mientras tanto el Frente Atlético sigue demostrando que, pese a esas muertes, tiene muchas vidas.