Las mafias traen a personas sin papeles de Vietnam como si fueran menores

| 28 noviembre, 2018

La ley obliga a trasladarles al centro de Hortaleza, de donde algunos han desaparecido antes de que se compruebe su edad

JUAN JOSÉ MATEO / OSCAR LÓPEZ – FONSECA. EL PAÍS.- Los tentáculos infinitos de las mafias de tráfico de personas ya han penetrado en el centro de acogida de Hortaleza, donde se hacinan decenas de menores extranjeros no acompañados. La policía ha detectado la llegada al aeropuerto de Barajas de ciudadanos vietnamitas indocumentados que se declaran adolescentes, son trasladados a la instalación y luego “desaparecen”, esfumándose por las calles de la capital antes de que se compruebe su edad. Aunque ese grupo representa una minoría entre los cientos de acogidos, tampoco es el único que llega a Hortaleza a través de Barajas, donde los hindúes se suman a marroquíes o argelinos.

“En España están entrando vietnamitas utilizando dos vías principales”, explica un mando policial implicada en la lucha contra la inmigración irregular. “La primera, solicitando protección internacional; y la segunda, como menores no acompañados”, sigue este interlocutor. “Aprovechando estas posibilidades, entran, se quedan y desaparecen”, describe. “Hay conciencia policial del problema y se llevan varias investigaciones para desmantelar estas tramas delictivas, detener a sus responsables y liberar a las víctimas”, remata sin aventurar un número concreto. “Son muchos [entre un método y el otro]. En la última investigación se ha constatado que una sola organización había conseguido introducir más de 700 [vietnamitas]”.

Entre enero y septiembre, la Comunidad de Madrid dice haber atendido a 926 menores migrantes. Esa cifra ha reventado las costuras del sistema de acogida regional y ha puesto en duda la solidaridad de los municipios madrileños. Tres Cantos se negó a acoger a un grupo de adolescentes en la residencia Palacio Valdés. Somosierra intenta evitarlo ahora. Y Pozuelo de Alarcón pone trabas administrativas a su presencia en el municipio. Mientras tanto, los menores se hacinan en Hortaleza, un centro que acoge a más de cien migrantes pese a estar diseñado para atender a una treintena.

Allí, los adolescentes ocupan las aceras y parques colindantes mientras se resuelven su situación. Su presencia divide a los vecinos, rotos entre los que les ayudan con colectas de ropa para combatir el invierno y los que piden su marcha acusándoles de protagonizar hurtos. En medio, el descontrol de un centro desbordado, en el que los trabajadores llevan meses multiplicando esfuerzos mientras los menores duermen tirados en el suelo y entran y salen casi a su libre albedrío.

“[Hindúes y vietnamitas] llegan al aeropuerto, están indocumentados y se declaran menores”, resume una fuente conocedora del día a día de los trabajadores del centro de Hortaleza. “Entonces se les tiene que aplicar el protocolo llevándolos al centro de acogida a la espera de ser determinada su edad por las pruebas radiológicas”, sigue. “Normalmente, se van al poco tiempo”, añade. “Muchos son mayores de edad, aunque en algún caso, cuando se han quedado, las pruebas han dado que eran menores”, explica. “En el caso de los vietnamitas, hablamos de personas mayores. A veces, muy mayores”.

La fiscalía se encarga de establecer la edad de los casos dudosos a través de pruebas radiológicas de muñeca que no convencen a los expertos por su amplio margen de error. De hecho, este mismo mes un juez obligó a readmitir en Hortaleza a una menor a la que la fiscalía había declarado como mayor de edad. En ese contexto de pruebas discutibles y afluencia masiva de menores, una minoría de personas es introducida por las mafias aprovechando los protocolos diseñados para proteger a los menores de edad, y que obligan a acogerlos a las administraciones afectadas.

Redes criminales

“Nos preocupa cómo están llegando estos menores a la Comunidad”, reconoce la consejera de políticas sociales, Lola Moreno. “Tenemos menores de diferentes nacionalidades, no solamente procedentes de Marruecos, sino incluso niños que están viniendo de la India, niños que están viniendo de Vietnam”, sigue. Y remata: “Es algo que nos debe preocupar a todos. ¿Cómo están llegando estos niños a la Comunidad absolutamente solos y sin que nadie los haya detectado en ese camino? (…) Que estos menores lleguen de esta forma los pone en manos de posibles redes criminales organizadas que pongan en riesgo su integridad”.

El pico de la llegada de migrantes se produce en verano, cuando el buen tiempo facilita la llegada de las pateras a las costas españolas. El invierno, dicen los expertos, dificulta ese viaje de máximo riesgo, en el que los menores migrantes se juegan la vida en busca de un futuro mejor. El clima, sin embargo, no afecta a un grupo concreto: los que llegan en avión por el aeropuerto de Barajas.

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