CADENA SER. – Los expertos temen que las informaciones falsas y los bulos conspiranoicos decidan las elecciones legislativas del martes y puedan desencadenar un nuevo episodio de violencia como el asalto al Capitolio de 2020.
Un país dividido por el «hiperpartidismo», unas elecciones legislativas en ciernes y datos alarmantes como que el 43% de la población cree que habrá una guerra civil, dan muestra de la difícil situación que atraviesa la sociedad estadounidense. Un informe publicado en el pasado mes por el grupo de expertos en seguridad, Soufan Group, alertaba sobre la posibilidad de que se produjera un nuevo estallido de violencia durante las elecciones de mitad de mandato a la Cámara de Representantes que tendrán lugar el martes. Dichos analistas han relacionado directamente la división y el enfrentamiento social que sufre el país con el uso de redes sociales alternativas de ultraderecha como Gab o Truth Social.
La preocupación sobre cómo puede influir la difusión de noticias falsas en las elecciones a la Cámara baja del martes es notable. La publicación y difusión de noticias que faltan a la verdad buscan modificar el comportamiento de los electores en unos comicios que llegan en mitad del mandato presidencial de Joe Biden. Las votaciones que decidirán la composición del órgano legislativo estadounidense se celebrarán en medio de una situación de enfrentamiento político entre la ciudadanía que, preocupa, pueda llegar a imponer la violencia como medio de discusión pública. Hay evidencias claras de que determinados grupos armados de ‘alt-right’ pretenden proteger las urnas armados para evitar la manipulación electoral conspiranoica que creen que existe.
El estado de crispación general ha alcanzado un grado nunca antes visto con el ataque que sufrió la pasada semana Paul Pelosi, marido de la presidenta demócrata de la Cámara baja, a manos de un agitador ultraderechista. David DePape, un teórico de la conspiración que rechazó la derrota electoral de Trump en 2020, irrumpió en la residencia de los Pelosi para propinarle al marido de la política sendos martillazos que le provocaron una fractura de cráneo. Su intención inicial era «partirle las rodillas» a la dirigente demócrata para que tuviera que acudir al Congreso en silla de ruedas, pero la ausencia de Nancy truncó sus planes.
La inquietud, por tanto, se sitúa en el papel que va a ejercer Twitter, ahora en manos de un Musk que apela a una supuesta libertad de expresión que niega actualmente exista. En las últimas elecciones presidenciales, la ola de mensajes que denunciaban un falso amaño electoral desencadenó que una turba violenta de carácter ultraderechista asaltara el Capitolio. El propio fundador de la red, Jack Dorsey, pidió este domingo disculpas públicas por haber dejado que Twitter se haya convirtido en la vía más efectiva para expa
El ataque a Paul Pelosi, última conspiración de la extrema derecha
El Centro legal para la pobreza sureña (SPLC) ha expuesto, en su último estudio, el estrecho vínculo entre los movimientos de extrema derecha emergentes, el ala más radical del Partido Republicano y la desinformación esparcida en las plataformas y en medios conservadores. Este caldo de cultivo radicalizado sería responsable, en gran parte, del apogeo de la violencia política en EEUU.
Tras el ataque a Paul Pelosi, numerosos medios de comunicación norteamericanos, como The Gateway Pundit o el Santa Monica Observer, publicaron información falsa sobre el suceso. El nuevo jefe de Twitter, Elon Musk, llegó a difundir en sus perfiles en redes una noticia del Observer que vinculaba a Paul con el agresor. La adulterada versión de los hechos fue también compartida por una de las congresistas republicanas más extremistas, Marjorie Taylor Greene, para luego responsabilizar a Biden del crecimiento de la violencia en las ciudades estadounidenses. Asimismo, el bulo circuló por la plataforma Truth Social del expresidente Donald Trump, quien hizo similares declaraciones en torno al ataque.
Resultado: «Para cuando terminó la semana del ataque, casi nadie en la derecha estadounidense, ya fuera un extremista abierto o un comentarista conservador ostensiblemente respetable, reconocía que el ataque fue un acto de violencia política», según extrajo de su análisis el SPLC.