Se basan en alevosía, la multiplicidad de las acometidas, la virulencia de las mismas y trayectoria hacia órganos vitales
EL NORTE DE CASTILLA.- Las acusaciones pública y particular han mantenido este viernes su convicción de que la madrugada del 30 de agosto de 2012 las puertas del bar Sotabanco, en la zona de San Miguel de Valladolid , fueron escenario de un intento de asesinato o bien un frustrado homicidio pretendido por el neonazi y militar profesional Emilio José G.V, quien al coincidir «casualmente» con Rubén R, de idéntica ideología y del que había sido amigo anteriormente, le acometió armado con un cútter o con un cuchillo y le hirió gravemente.
En la fase de informes, los acusadores, que solicitan nueve años de cárcel para el principal inculpado, han coincidido en que Emilio José actuó de forma «absolutamente alevosa» y con un propósito claro, dar muerte a su examigo, como, a su juicio, demuestran «la agresión reiterada, la multiplicidad de las puñaladas, la virulencia de las mismas» y, como añade la acusación particular, las amenazas previas de muertes y la trayectoria de las acometidas, con una inicial en el muslo derecho, de diez centímetros de profundidad, para inmovilizar a la víctima y las posteriores ascendentes y en dirección al tronco.
Tanto el fiscal como el letrado del lesionado han cimentado sus alegatos incriminatorios en el vídeo de la cámara de seguridad del Sotabanco, el atestado de la Policía Nacional y la declaración de testigos ajenos a las dos partes, que sitúan al militar como la persona que lleva la «iniciativa» y en escasos siete segundos alcanza hasta en tres ocasiones a la víctima, aunque discrepan respecto de la participación de los otros acusados, Rodrigo R. del B, Roberto A.G. y Alvaro A.P, pues el acusador público entiende que sólo los dos primeros actuaron de forma «cómplice», tratando de asegurar el fin perseguido por su colega, y el acusador particular amplía la responsabilidad a los tres.
«La sensación de que actuaron en grupo ha sido probada», ha insistido el fiscal en relación a Rodrigo y Roberto, para quienes solicita cuatro años de prisión, aunque ha excluido a Alvaro «por ser ajeno a los hechos» y reconocer que «la prueba es absolutamente insuficiente» contra él, afirmación esta última no compartida por la acusación particular, que solicita para los tres cinco años de privación de libertad.
Ambas partes han planteado para Emilio José G.V, autor material de la agresión, una condena alternativa por lesiones, aunque manteniendo los nueve años de prisión, y en concepto de responsabilidad civil han solicitado indemnizaciones que oscilan entre los 163.000 euros que reclama el fiscal y los 257.766 que interesa el letrado del lesionado, en ambos casos tras reconocer la pérdida de un miembro principal sufrido por este último, ya que la sección de la arteria humeral de su brazo izquierdo le ha provocado una incapacidad total para su antiguo empleo de instalador de placas solares.
Tercera jornada
En la tercera y última jornada del juicio que se sigue en la Audiencia de Valladolid , las defensas han solicitado la libre absolución de Rodrigo, Roberto y Alvaro, a quienes sitúan en el escenario de los hechos en una actitud meramente «contemplativa» debido a rapidez del enfrentamiento, sin que llegaran a cercar en momento alguno a la víctima, y en el caso de Emilio José G.V. su letrado ha tipificado lo ocurrido como un delito de lesiones y ha pedido una pena de entre tres y un año y medio de prisión.
En este sentido, el defensor, tras precisar que su patrocinado portaba un cútter que ha definido como una «herramienta» y no como un arma, ha sostenido que Emilio José y los otros tres acusados participaban esa noche en una pegada de carteles de la peña Ultravioletas del Real Valladolid y que, como así comparte el fiscal, el encuentro con Rubén R. fue absolutamente circunstacial.
Pero además, ha rechazado frontalmente que la intención del militar fuera la de arrebatar la vida de su oponente, al que dirigió todas sus acometidas hacia la zona baja hasta que en un momento dado Rubén trató de golpearle en la cara con un vaso y Emilio José, «en un acto reflejo», quiso apartarle y de forma accidental hirió a la víctima en el brazo izquierdo con tan «mala suerte» que le seccionó la arterial humeral y le causó una abundante hemorragia.
De hecho, para insistir en que no hubo ‘animus necandi’, el abogado ha advertido de que la herida en la extremida superior izquierda de Rubén sólo pudo producirse cuando éste la tenía extendida y, por tanto, tenía totalmente descubierta la zona del tórax, situación que el militar podía haber aprovechado perfectamente para dirigir sus acometidas hacia esa zona y alcanzar órganos vitales. «Si lo que quería Emilio era rematarle, lo tenía muy fácil», ha precisado el abogado.
Otro de los defensores ha criticado con dureza el atestado policial, «que es el ejemplo fáctico de cómo no se debe realizar», puesto que se basa en el vídeo de la cámara de seguridad del bar que, a juicio del letrado, impide ver las «miradas intimidatorias» de los tres presuntos cómplices, contrariamente a lo afirmado por el autor del denostado informe, al tiempo que ha tildado de «Cuentas del Gran Capitán» las cantidades indemnizatorias reclamadas por el abogado de la acusación particular.