El Correo.- Bolsonaro y Lula pugnan por la Presidencia en la recta final de la campaña electoral más tensa desde el final de la dictadura militar en 1985.
Hay ciudadanos que no quieren utilizar las camisetas con los colores de los candidatos Jair Bolsonaro, actual presidente, y Lula da Silva, máximo favorito a ganar las elecciones que se celebrarán este domingo en Brasil. Otros prefieren el silencio ante la pregunta ‘¿Usted por quién votará?’. No responder parece la mejor decisión. El sábado pasado en un bar de la ciudad de Cascavel, un hombre entró en un bar y dijo «¿quién es aquí un votante de Lula?». Salió un valiente y respondió: «Yo lo soy». Acabó asesinado. Por si acaso, ambos candidatos están acudiendo a sus actos con chaleco antibalas. Es el clima más tenso que se ha vivido en unos comicios desde el fin de la dictadura militar en 1985, aseguran algunos analistas.
Brasil es un país que durante los cuatro años de mandato de Bolsonaro ha visto crecer el desempleo, la desigualdad social y la violencia, y que ha desangrado a la población indígena como nunca antes habían hecho otros gobiernos. Precisamente, los ataques contra los pueblos indígenas y sus tierras han provocado un aumento del 36% de candidatos de estas regiones para diputaciones estatales o federales. El dato es llamativo porque entre 1982 y 2018 solo se presentaron dos candidatos. Para estas elecciones hay un récord de 181.
Human Rights Watch recomendó a los candidatos hace dos meses, después del asesinato a tiros de un partidario de Lula por parte de uno de Bolsonaro, que intentaran manifestarse sin violencia: «En una democracia, los brasileños deberían poder participar en debates electorales sin temor a represalias por sus opiniones políticas».
El temor de una gran parte de la población se fundamenta en cómo aceptarían Bolsonaro y sus partidarios una derrota, ya que no parecen dispuestos a hacerlo. La última encuesta, publicada el lunes, revela que el expresidente Lula volvería a salir elegido, según el conteo de los votos válidos que le darían la victoria por 52% a 34%. Pero nada está escrito de forma definitiva y nadie descarta que sea necesaria una segunda vuelta.
Último debate televisivo
Las expectativas están puestas ahora en el mensaje que enviarán los candidatos en el último debate televisivo del jueves, y cuál será la reacción de los votantes. Asesores de Bolsonaro afirman que no habrá ningún cambio de estrategia del presidente. Es decir, continuará demonizando a su máximo rival, Lula, y ensalzar lo que él considera sus grandes logros.
Los grandes medios del país están posicionados contra Bolsonaro al considerar que Brasil ha retrocedido o se ha estancado durante su Gobierno, mientras que ha aumentado el número de personas con armas, la delincuencia y la violencia. También se agudizan las críticas con el dato de que más de la mitad de la población brasileña vive con algún grado de inseguridad alimentaria y 33 millones de personas pasan hambre.
Fuentes del candidato Lula acusan a Bolsonaro de frenar el mayor programa de acceso al agua procedente del nordeste del país. Alegan que el Ejecutivo ha detenido la construcción de cisternas que garantizaban el acceso al agua a las familias que viven con la sequía que padece el país.
En su primer acto de este martes, Lula se reunió con líderes deportivos. Había expectación por saber si, en el caso de que gane las elecciones, Lula recuperaría el Ministerio de Deportes, que con Bolsonaro se convirtió en una Secretaría. Pero no reveló nada en este sentido.