La Universidad de Málaga ofrece un máster con contenidos homófobos

| 29 junio, 2020

El curso sobre «Ciencias para la familia», que se imparte en esta institución pública desde 2004, incluye materiales que definen a la homosexualidad como una «anomalía afectiva» y hablan de un uso «fraudulento» del término homofobia. El centro educativo defiende que lleva 21 años con esta oferta y sostiene que no ha recibido quejas al respecto.

DANILO ALBÍN. PÚBLICO.- Ni personas homosexuales o transexuales, ni mujeres con derecho al aborto ni relaciones sexuales abocadas única y exclusivamente al placer de sus participantes. El máster de «Ciencias para la familia» que la Universidad pública de Málaga (UMA) ofrece desde 2004 incluye comentarios y referencias de carácter homófobo y contrarios a los derechos de las mujeres en el ámbito reproductivo.

«El estudio de este máster pone sobre la mesa los temas que en la actualidad afectan la dinámica familiar: nuevas leyes, nuevos modelos de familia, las dificultades de los padres para educar, sexualidad, terapia conyugal, conciliación de la vida laboral y profesional y cuestiones de bioética, entre otras». Así lo explicaba en enero de 2019 Edufamilia, una asociación andaluza que tiene a su cargo la dirección de ese curso.

El director del máster es, al mismo tiempo, el responsable de Edufamilia: se trata del catedrático de Filosofía de la UMA Tomás Melero, quien –según consta en su currículum– fue nombrado miembro del Consejo Pontificio para la Familia por el Papa Benedicto. «Sus escritos superan ya los 80 libros y más de 140 colaboraciones en libros y revistas especializadas, así como un buen número de folletos, opúsculos y artículos de divulgación», destaca la UMA.

De hecho, varias obras de Melendo figuran entre los materiales de consulta de este máster. Entre ellas figura «Asgurar el amor», escrito por este catedrático junto a Lourdes Millán-Puelles. En ese trabajo, publicado en 2002 por la editorial Rialp –vinculada en sus orígenes al Opus Dei–, definen a la homosexualidad como una «anomalía afectiva» para la cual el matrimonio no puede constituir, sostienen, «un remedio».

«Quien no logra superar ciertas desviaciones afectivas no debe hacerse la ilusión de encontrar en el matrimonio un talismán que todo lo cura. Por el contrario, debe considerar la eventual grave injusticia que comete contra su pareja», subrayan.

Asimismo, en un documento del máster titulado «El complejo mundo de la afectividad», se señala que «el uso fraudulento de los vocablos y expresiones –la ‘manipulación del lenguaje como se suele llamar– conduce a bastantes personas a dar por bueno lo que, si se expresara de la manera adecuada y pudiera ser bien conocido, sin duda sería rechazado”.

Entre esos «usos fraudulentos» de los vocablos citan, concretamente, el término «homofobia», utilizado «para desautorizar (tratándolos propiamente como enfermos mentales: la fobia está calificada por la OMS como anomalía psíquica) a quienes no consideran normal la homosexualidad… no hace mucho conceptuada ella misma como enfermedad».

El responsable de este máster es además autor de otro texto, titulado «La belleza de la sexualidad», en el cual define a la homosexualidad como una «desviación». Sostiene que «la tendencia en sí, al margen de su origen, aunque desordenada, no es intrínsecamente mala», sino que «lo malo sería dar rienda suelta a esa tendencia (siempre, por la desviación que implica)… igual que, al menos en algunos casos, a muchas otras».

“Factores ambientales”

En ese contexto, la bibliografía de la cuarta unidad del máster incluye el texto titulado «Del género a la perspectiva de familia» escrito por Rafael Santamaría, director de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica San Pablo de Perú. «En relación con la homosexualidad, se considera que la ciencia no ha llegado a ninguna demostración probada de que esta tenga bases genéticas. En este sentido tales conductas son elegidas voluntariamente por la persona».

«La inclinación hacia personas del mismo sexo puede deberse a factores de educación, ambientales, culturales y sociales, esto nada tiene que ver con atribuir superficialmente causas genéticas a las conductas homosexuales», apunta.

«Referente a la transexualidad, es decir, la absoluta disociación entre sexo y género –indica el texto–, se afirma que se trata de una patología de causas psíquicas llamada síndrome transexual, sin ninguna referencia genética».

«La transexualidad lleva a que el individuo no quiera reconocer su sexo y quiera vivir según el sexo biológico contrario, llegando incluso a operarse y hacer desaparecer sus rasgos anatómicos. Un aspecto por destacar es que en la anatomía del transexual su sexo está perfectamente definido, sin ambigüedades, es hombre o mujer», sostiene. «El tratamiento psiquiátrico es el más adecuado para resolver este fenómeno patológico de origen principalmente sociopsicológico», añade poco después.

“La mujer imita al hombre”

En ese mismo documento de Santamaría se sostiene que en el feminismo «la mujer imita al hombre, queriendo a su vez liberarse de lo femenino, y por ende de su maternidad». Del mismo modo, en un documento de la séptima unidad se llega a afirmar que «la infidelidad de la mujer es más peligrosa desde el punto de vista de la estabilidad emocional de la pareja, porque casi siempre implica una mayor inversión afectiva y amorosa».

El curso de la Universidad de Málaga tampoco guarda aprecio hacia los métodos contraceptivos, que en un documento titulado «Corroborar en el ser» llegan a ser comparados con el «terrorismo», las «fobias racistas o de otro tipo» o la «violencia en general». En esa misma categoría entran además la eutanasia y el aborto, englobados también en aquellos mecanismos dirigidos a anular «de forma radical» a lo que denominan «el ser de lo no-querido».

«No hay quejas»

A raíz de una consulta formulada por Público sobre los contenidos de este máster, fuentes de la Universidad de Málaga señalaron que este centro educativo «no tiene constancia de ninguna queja relacionada» con ese curso, al tiempo que defendieron que «lleva impartiéndose desde hace 21 ediciones y dispone un programa académico que no incluye en su temario ninguna referencia ni contenido relativo a las cuestiones concretas» sobre las que consultó este periódico.

«En todo caso, le informamos que la responsabilidad principal de la organización académica de los Másteres propios corresponde al director académico de cada título. De otra parte, a la Comisión de Títulos Propios de la UMA le corresponde supervisar la evolución y desarrollo de cada uno de los títulos propios», indicaron.

Del mismo modo, remarcaron que»cualquier denuncia o queja concreta sobre los citados contenidos será debidamente abordada por la Comisión de Títulos Propios de la UMA, que entre otras funciones tiene encomendada la labor de aprobar, denegar o condicionar las solicitudes de renovación o reedición de las enseñanzas propias de esta universidad», añadieron.

Asimismo, remarcaron que entre las funciones de esta institución universitaria está «la transmisión y defensa de los valores superiores y básicos de nuestro ordenamiento jurídico», entre los que sitúan «la igualdad de géneros, el respeto a la diversidad sexual y de género, el apoyo permanente a las personas con necesidades especiales, el fomento del diálogo, de la paz, del respeto a la diversidad cultural, de la protección del medio ambiente, de la cooperación entre los pueblos, de la cohesión social y de los valores sociales y éticos».

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