Se teme la irrupción de organizaciones afines al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) en el sistema de representación de los trabajadores germanos
ALDO MAS. ELDIARIO.ES.- El partido de ultraderecha Alternativa para Alemania logró un 12,9% de los votos en las pasadas elecciones generales. Entre los afiliados a los sindicatos, el porcentaje de votos que acabaron en manos de AfD fue sensiblemente mayor: un 15%. Este dato aún se observa con preocupación, especialmente a falta de un par de semanas para que comiencen las elecciones para configurar los comités de empresa del país.
El proceso electoral se desarrollará entre los próximos meses de marzo y mayo. Hay en liza 180.000 mandatos en más de 28.000 de estos organismos representativos de los trabajadores del tejido empresarial teutón.“Un populista de derechas en un comité de empresa ya es demasiado”, dicen a eldiario.es desde la Federación Alemana de Sindicatos (DGB, por sus siglas alemanas), la mayor central sindical germana. Allí indican que sobra cualquiera que “propague ideas de división de la sociedad o en la empresa”.
Organizaciones de trabajadores como la DGB se presentan como instituciones abiertas a todos los electores, pese al arraigo de los valores socialdemócratas. “Los sindicatos y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) tenemos raíces comunes en el movimiento obrero. Sin embargo, los sindicatos alemanes no son partidistas, son neutrales. Es algo específico nuestro respecto a otros sindicatos europeos que están vinculados a determinados partidos”, explican en la DGB. Así, entre sus afiliados se encuentran votantes del SPD, pero también de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) que lidera Angela Merkel y, desde hace relativamente poco, de AfD.
Desde IG-Metall, integrante de la DGB y otro de los grandes sindicatos alemanes, apuntan a eldiario.es que ellos representan “a sus afiliados independientemente de sus ideas políticas”. Eso no quiere decir que no haya costumbre en IG-Metall de enfrentarse a listas de ultraderecha en las elecciones sindicales.
«En algunas campañas ya nos hemos visto confrontados a representantes de extrema derecha. Crean mala atmósfera, en especial contra IG-Metall, pero no hacen ningún trabajo concreto», señalan desde este sindicato de la metalurgia, que cuenta con 2,3 millones de afiliados. “Son una minoría porque los trabajadores reconocen quiénes son responsables y quiénes no les representan de forma eficaz ni resuelven sus problemas”, añaden desde IG-Metall. Sobre este sindicato recae el mérito de la recientemente acordada semana laboral de 28 horas para los trabajadores de la metalurgia que la deseen.
Sin embargo, el contexto político en Alemania ha cambiado. El actual auge de la ultraderecha, visto el resultado de las pasadas elecciones generales, invita a pensar que acarreará consecuencias en los comités de empresa. En AfD los hay que quieren aprovechar este viento a favor.
«De ahí que ya en mayo del año pasado se creara el grupo de ámbito regional ¡Alarma!, que se presenta como una “asociación alternativa de empleados». Ha sido creado por representantes del ala más ultra de AfD, que encarna Björn Höcke, diputado regional de AfD en Turingia (este). A este lenguaraz político se le conoce, entre otras cosas, por tachar de monumento a la vergüenza” el monumento a los judíos de Europa asesinados en el Holocausto.
¡Alarma! tiene a Jürgen Pohl al frente. Es uno de los 92 diputados de AfD en el Bundestag. “¡Alarma! Es un instrumento de AfD”, dice a eldiario.es Melanie Amann, periodista del prestigioso semanario Der Spiegel. Ella es la autora del libro sobre AfD Angst für Deutschland Miedo para Alemania” (Ed. Droemer-Knaur, 2017). “Siempre ha habido una alianza entre los sindicatos y el SPD por motivos políticos, pero es algo absolutamente nuevo que un partido lance su propio sindicato”, añade.
Agrupaciones como ¡Alarma! se están encargando de un tiempo a esta parte de romper ese tabú que consistía en votar a la ultraderecha y estar afiliado a un sindicato de inspiración socialdemócrata.
22% de votos para AfD en el este alemán
Puede resultar paradójico, pero es así: en el territorio que otrora fue la comunista República Democrática de Alemania (RDA), hasta un 22% de los afiliados a un sindicato votó por AfD en las elecciones generales. Para Amann, no puede estar más claro que “AfD quiere que sus simpatizantes estén ahora en los comités de empresa”.
“AfD es un partido político, en principio, liberal. Fue fundado por profesores universitarios militantes contra el euro. Pero desde que comenzó la crisis de los refugiados ha incorporado gente salida de la izquierda como Guido Reil”, comenta a eldiario.es Marcus Bensmann, autor del libro sobre el partido de ultraderecha alemán Schwarzbuch AfD: Fakten, Figuren, Hintergründe – “El libro negro de AfD: hechos, cifras, antecedentes”(Ed. Correctiv, 2017).
Reil es un conocido minero con largo pasado en el SPD y en la militancia sindical socialdemócrata que se ha unido recientemente a AfD. Él es un buen ejemplo para ver el perfil de partido “nacional-socialdemócrata” de AfD, según el término que emplea Bensmann, que también es miembro del centro de investigación Correctiv, con sedes en Berlín y Essen (oeste).
Solidaridad, sólo entre alemanes
“La idea básica que defienden es la solidaridad entre alemanes y ven peligros sólo desde fuera de Alemania, como la globalización o el mundo de las finanzas”, abunda Bensmann, aludiendo a Reil y compañía. “También dicen que los sindicatos están demasiado a la izquierda y que no son una auténtica representación en las empresas”, plantea, por su parte, Amann.
Este sector “social” de la ultraderecha germana mantiene actualmente un tira y afloja con la otra mitad de AfD, más liberal y deseosa de ponerse del lado de los empresarios. Su máximo exponente es la economista Alice Weidel, co-líder del Grupo Parlamentario de AfD en el Bundestag.
Sin embargo, Reil es de los que se pronuncian a favor de la creación de un sindicato a nivel federal que sea cercano a AfD y especialmente activo en la poderosa industria del Automóvil teutona. En este sector se conoce el activismo, por ejemplo de una organización como Centro Automóvil, de ideología ultraderechista y dedicada a la representación de trabajadores desde 2009. En empresas como el fabricante de coches Daimler – responsable de marcas como Mercedes-Benz o Smart – Centro Automóvil ha rondado en el pasado reciente el 10% de representación en comités de empresa.
Al frente, esa organización tiene a Oliver Hilburger, hombre de pasado neonazi y actualmente bien conectado con el sector “nacional-socialdemócrata” de AfD. Sus actividades no han de ser tan irrelevantes cuando el propio CEO de Daimler, Dieter Zetsche, “ha pedido una alta participación” en las próximas elecciones sindicales.