Hogar Social presume de dar ayuda solo a españoles. Arropada por grupos filofascistas, la supuesta ONG acaba de ser desalojada de su última sede en Madrid
FRANCISCO APAOLAZA. DIARIO SUR.- El abogado Mike Godwin estableció en los noventa una ley que dice que toda discusión pierde su interés cuando uno de sus interlocutores usa a Hitler para sus argumentos. A este reportaje le ocurre lo contrario. Es cuando sale Hitler en la conversación cuando se llega al alma del Hogar Social Madrid (HSM), cuando cobran verdadero sentido el candado en la puerta, las ventanas tapiadas, las miradas desconfiadas, las pegatinas con cruces gamadas al trasluz de los cristales de las puertas… Todo ese aire de ONG y los paquetes de arroz que lucen en su cara pública tienen otra dimensión cuando la líder de la organización, Melisa Ruiz, dice cómo analizar a Hitler.
¿Comprende que actuara así?
–Me parece admirable, sí. Los obreros podían tener un coche.
¿Y el Holocausto en el que asesinaron a millones de personas?
–No puedo hablar porque me lo impide la Ley Mordaza.
Si condena el Holocausto no va a tener problemas con la Ley.
–El Holocausto necesita un debate. La historia la escriben los vencedores.
¿Necesita un debate el hecho de que no hay que exterminar?
–En la guerra hay muchos muertos.
¿Tiene una cruz gamada tatuada en el tobillo?
–Ese asunto se publicó y está en los juzgados.
¿No es más fácil levantarse el calcetín que acudir a los tribunales?
Melisa tiene 27 años, viste vaqueros, lleva el pelo teñido de rubio, una trenza y pendientes étnicos. Si la hubieran visto en una asamblea del 15M no les hubiera llamado la atención, pero ha campado en otras praderas ideológicas. Militó seis años en el Movimiento Social Revolucionario, una de las organizaciones más agresivas de la extrema derecha. Después, montó Hogar Social Madrid, una organización de ayuda solo a españoles que está vertebrando de nuevo la fragmentada y aparentemente perdida –hasta hoy– ultraderecha española.
La ultraderecha del bocadillo.
A_las 6.54 del miércoles, la Policía desalojó a HSM de su cuarta sede okupa: la antigua sede del NODO.
Según Melisa, dentro vivían 17 personas que acoge HSM. La cocina estaba en la sala de la moviola y sobre los cristales de lo que fue en su día un estudio, enturbiaba la luz la grasa pegajosa de una plancha. Compartían una nevera. En nuestra visita días antes del desalojo, Melisa fuma un cigarrillo detrás de otro en el interior de la sede. En varias habitaciones hay ceniceros enormes a medio limpiar y la ceniza y el humo le dan al aire un olor fuerte y acre a cerrado que marida con el áspero relato de las ideas de HMS. Xenofobia y humo de tabaco. En una de las habitaciones nos encontramos a Andreu y encima de un sofá descansa toda su ropa «por si hay que salir corriendo». Como otros, llegó aquí sin recursos. «Me separé y me quedé en paro. Me sentí discriminado por ser español. Al parecer, para el Estado yo tenía un colchón familiar, pero lo que tenía es un colchón en la calle».
El DNI no es suficiente
En otro cuarto damos con cientos de juguetes, una concesión a la ternura. En otro, montones de ropa y en el de más allá, banderas. Entre ese de las insignias y el de la comida se podría trazar el mapa de HSM. El de la comida es el más ordenado. «Ayuda a españoles» es el lema de Hogar Social Madrid. Hay organizaciones como Movimiento contra la Intolerancia que consideran que hacer distinción de origen en la solidaridad va contra el código penal puesto que «promueven la xenofobia y el racismo». Su presidente Esteban Ibarra califica a HMS de «okupas neonazis» que utilizan la beneficencia como pantalla para difundir su ideología xenófoba. Aquí ni siquiera el DNI es garantía de españolidad. Los candidatos deben pasar un filtro.
–¿Cómo define quién es español si no es por el DNI?
–Todos sabemos quiénes son españoles. Hay gente que abandona su identidad de otros países. No se es español por haber nacido en España.
Es decir, no es por el DNI, sino que decide usted.
–Sí.
En mayo, HSM sacó músculo y puso 3.000 manifestantes en la calle de Madrid. La protesta terminó con una paliza a una pareja gay. Los medios identificaron entonces a miembros de grupos ultras del fútbol que colaboraban en la seguridad.
HSM se ha visto envuelto en acciones que han sido, como mínimo, polémicas. Tras los atentados de Bruselas, encendieron bengalas junto a la mezquita de la M30, que Melisa Ruiz considera «un nido de terroristas». En la celebración de la victoria de junio del PP en la sede de Génova, irrumpieron entre los simpatizantes durante el discurso de Rajoy disfrazados de presos. Los simpatizantes y colaboradores tienen un nombre político: militantes y Ruiz ha recibido numerosas ofertas de diferentes facciones ultras para articular una candidatura a las urnas al estilo de la de Amanecer Dorado en Grecia. Ruiz asegura que no va a dar el paso de presentarse a unas elecciones. «De momento».