De Estados Unidos a Brasil, pasando por Reino Unido, las grandes redes sociales han empezado a eliminar contenido que promovía mentiras, racismo y xenofobia.
30/07/2018 La Vanguardia.- Esta semana las acciones en bolsa de Facebook y Twitter cayeron aproximadamente un 20% cada una. El motivo de dicha caída fue la presentación de resultados insatisfactorios de captación de usuarios nuevos. Otros consultores afirman que el efecto es una sobre-corrección por la aparente falta de planificación por parte de los accionistas, ya que las directivas de ambas empresas habían avisado de ello hace tiempo.
La reducción de nuevos usuarios viene acompañada de un cambio de políticas hasta hace poco muy indulgentes en cuanto al contenido que permitían a sus usuarios y medios publicar. Durante años, Facebook y Twitter se han desmarcado de ser los árbitros del contenido por múltiples motivos como el incremento de coste asociado a tener que moderar sus plataformas de forma más extensa, pero sobre todo por miedo a quedarse con un tinte de sesgo político.
Los últimos años, campañas organizadas o desorganizadas han irrumpido en las redes sociales para atacar y acosar. Desde el infernal Gamergate que aunó a filonazis con varones jóvenes enfadados para atacar a periodistas y mujeres del sector de los videojuegos, a las recientes orquestas de trolls dedicadas a influir en elecciones como el Brexit, las presidenciales de Estados Unidos, Alemania o Francia, con diverso éxito en cada una.
En Estados Unidos, uno de los grandes instigadores de este tipo de desinformación, conspiraciones y mentiras es Info Wars, un canal de vídeo que llega a millones de ciudadanos a través de YouTube o Facebook. Entre las emisiones de los dos últimos años de Info Wars, su creador Alex Jones, ha repetido diversas mentiras: un restaurante de Pizza en Washington DC tenía un sótano donde políticos del Partido Demócrata practicaban la pederastia, que los niños asesinados en la masacre de la guardería de Sandy Hook eran actores, que el gobierno de Estados Unidos tenía una operación secreta para crear ganas homosexuales o, más recientemente, que desde las “cloacas” del gobierno se iba a instigar una Segunda Guerra Civil estadounidense, etc.
Estos años Facebook y YouTube han mantenido el canal, a pesar de ser categorizado como falso por sus propios comprobadores internos y externos. Ahora Facebook ha puesto una moratoria de 30 días en la cuenta de Alex Jones y YouTube le ha dado su segundo aviso (de tres) antes de ser eliminado por incumplir las normas.
En respuesta, sus seguidores y el propio canal han creado una nueva narrativa de que están siendo censurados. Incluso Ted Cruz, senador de Texas que ha sido insultado repetidamente por Jones, ha salido a la defensa del canal al verlo como una cuestión de libertad de expresión. No obstante, las consideraciones de libertad de expresión conciernen a los gobiernos, no a las compañías privadas como Facebook o Twitter.
Por su parte, Twitter ha tenido una semana movida. Además de la pérdida de un millón de usuarios activos mensuales que tiró la acción un 20% en cuestión de horas, ha vivido otro escándalo de reputación. La publicación progresista Vice publicó un artículo en el que acusaba falsamente a Twitter de hacer cambios en su algoritmo que ocultaban los perfiles de políticos de derechas.
El mismo artículo se contradecía a si mismo párrafos después de esta supuesta conclusión, y Twitter rápidamente emitió un comunicado negando tal acusación, pero de poco sirvió para que el mismísimo Donald Trump, presidente del gobierno de Estados Unidos, lo tomara como verdad y acusara a la plataforma de censura. El daño estaba hecho y la narrativa falsa había cogido fuerza entre los partidarios conservadores.
Esta narrativa de supuesta censura ha sido un arma aprovechada por provocadores y extremistas desde principios de Internet. Saben que las redes sociales dependen de una imagen de imparcialidad ante las opiniones, por muy extremas que sean, para conseguir más usuarios y por ende, más ingresos. Se escapan entre las normas y términos de servicio con insinuaciones o con ofensas que resultan en mucho menos contenido eliminado a otros usuarios “comunes”.
Los mismos problemas están ocurriendo en América del Sur. Tras una “rigurosa investigación”, Facebook ha eliminado 196 páginas y unas 90 cuentas relacionadas con contenido de ultraderecha y que actuaban de forma coordinada y que habían acumulado más de medio millón de seguidores. “Las cuentas eliminadas habían violado nuestras políticas de forma directa.”, afirmaban desde la compañía.
nmediatamente, las oficinas de Facebook en Sao Paulo fueron rodeadas de manifestantes protestando por la decisión. Una manifestación organizada en las propias páginas de grupos de índole política similar que se ha centrado también en acosar a los grupos independientes de comprobación de la veracidad de información. Los perfiles están siendo destapados, sus nombres y sus direcciones de sus casas circulan en foros. Grupos como Agência Lupa se defienden afirmando que su trabajo como comprobadores no tiene relación con las páginas y perfiles cerrados recientemente.