La ‘alt-right’ estadounidense ha encontrado su hueco en internet: se trata de Gab, plataforma nacida el pasado mes de agosto.
ÁLVARO HERNÁNDEZ. EL ESPAÑOL.- La conocida como alt-right (diminutivo de alternative right, «derecha alternativa» en castellano) es, por ahora, un movimiento ultraderechista que pulula por internet y que, a pesar de tener unos orígenes que se remontan al ya lejano año 2008, goza de cierta popularidad hoy en día tras haber defendido con verdadero fervor durante la campaña electoral norteamericana al presidente electo, Donald Trump.
Este grupo de extrema derecha que ha logrado llamar la atención de los medios de todo el mundo por su descarado coqueteo con la simbología nazi ha encontrado su caldo de cultivo perfecto en la Red. Su nombre es Gab y es la red social idónea para estos enemigos de lo políticamente correcto que corean Hail Trump! y son vetados en otras plataformas.
Precisamente, la cara más visible del alt-right (hasta tal punto de decir ser el creador del término) es Richard B. Spencer, un polémico treintañero estadounidense famoso por su discurso antisemita y que ha visto cómo Twitter suspendía su cuenta, precisamente, por lo ofensivo de sus mensajes. Una medida de la plataforma del pájaro azul que Spencer catalogó de «estalinismo corporativo». Ahora, ha llevado su actividad a YouTube:
No obstante, no es el único rincón de la Red en el que Spencer sigue contentando a sus extremistas seguidores. De hecho, él es uno de los más populares usuarios de Gab, esa red social cuyo logo es una rana y cuya bandera no es otra que la libertad de expresión. Tanto es así que esta plataforma creada el pasado mes de agosto por un joven de solo 25 años llamado Andrew Torba propone un viaje al pasado. En concreto, aquel pasado en el que Twitter y Facebook aún no moderaban los contenidos compartidos por sus usuarios.
Las directrices planteadas desde la propia red social no dejan lugar a dudas. «La misión de Gab es poner a las personas y la libertad de expresión en primer lugar», afirman. Las líneas rojas son más bien escasas: solo se prohíbe explícitamente la pornografía ilegal (aunque no se llega a asegurar que una cuenta que haya compartido contenido de este tipo vaya a ser cancelada), las amenazas, el apoyo al terrorismo y la publicación de datos privados de terceros. Para todo lo demás hay barra libre.
Desde Gab confían en que este libre albedrío se acompañe de una autorregulación cargada de buenas intenciones. «Traten de ser agradables y amables unos con otros. Todos somos humanos», concluyen los responsables de la red social en ese documento que hace las veces de reglamento de la plataforma.
Así, junto a Spencer, otros usuarios de Gab cuentan con un historial impactante. El editor de la web Breitbart, Milo Yiannopoulos, autodenominado «supervillano de internet», vio cómo Twitter suspendía su cuenta por acosar a una de las protagonistas de Cazafantasmas y ahora es uno de los usuarios más seguidos en Gab. También están presente en esta singular plataforma el exdirector de tecnología del Business Insider, Pax Dickinson, despedido por publicar tuits sexistas, o Tila Tequila, una peculiar artista estadounidense nacida en Singapur famosa por sus apariciones televisivas y por haber sufrido la ira de Twitter: su cuenta también fue suspendida por tuitear insultos raciales y consignas pronazis.
En definitiva, la comunidad es una mezcla de lo mejor de cada casa y liderada por los seguidores del que habitará, a partir del próximo mes de enero, la Casa Blanca. «Gab va a ser absolutamente masivo durante el gobierno de Trump», vaticina su creador.
Así, esta plataforma que se encuentra a medio camino entre Twitter y Reddit puede estar comenzando a vivir su particular edad dorada. Sus usuarios tienen que limitarse a compartir ideas en grupos de 300 caracteres (que ya es más del doble que en la red social del pájaro azul) y, como sucede en el popular agregador estadounidense, son ellos mismos los que determinan con sus votos la popularidad de cada publicación.
El resto del funcionamiento es sencillo y se reduce a una máxima: todo vale. O casi todo. No obstante, entrar no es fácil por ahora. Según sus responsables, hay decenas de miles de solicitudes para acceder a una plataforma que aparenta estar desbordada coincidiendo con el auge de la ultraderecha y la escalada de Trump hasta el poder. El Make America Great Again ha encontrado en la rana su peculiar altavoz.