Diario de Sevilla.- Más de 200 ultras del fútbol fueron detenidos por la Policía Nacional en Sevilla en los últimos seis años. En este tiempo se han desarrollado 39 operaciones policiales contra los aficionados más radicales de ambos equipos, implicados sobre todo en peleas callejeras y en altercados del orden público. En este periodo, el número de investigaciones realizados por la Brigada Provincial de Información ha sido variable, pero hay que tener en cuenta que ha habido años sin público en las gradas por culpa del coronavirus. «Si tenemos esto en cuenta, se observa un claro incremento paulatino» en los últimos años, explicaron a este periódico fuentes oficiales de la Policía Nacional.
En el año 2018 se realizaron cinco operaciones, en 2019 y 2020 fueron seis en cada uno, otras cinco en 2021 y a partir de entonces el crecimiento es evidente, El año pasado fueron ocho y en 2023, entre las ya realizadas y las que siguen abiertas, van nueve. Esto hace que en los últimos seis años se hayan contabilizado 39 investigaciones. En ellas se practicaron más de 200 detenciones, teniendo en cuenta que hay ultras reincidentes y que han sido arrestados varias veces en estos años. En 2019 se batió el récord de detenciones, con 89. En 2023 es más que probable que se supere esta cifra.
Hay un perfil más o menos definido de los ultras sevillanos. «Sevilla no deja de ser especial en todas sus facetas, y esta forma parte de la ciudad. La dicotomía sevillana hace que ambos grupos de ultras no sólo estén enfrentados en sentimientos opuestos de defensa a sus colores, sino que además lo hacen ideológicamente. Ambos grupos están estructurados con reparto de tareas de determinados miembros y están fuertemente cohesionados, pues hacen del grupo su forma de vida», añadieron las citadas fuentes. Los radicales béticos están asociados siempre a la extrema derecha, mientras que los sevillistas son de extrema izquierda.
A nadie se le escapa que los dos estadios de la ciudad están en el podio a nivel nacional de cómo se tifa o cómo se anima, por lo que podemos definir al ultra sevillano como una persona visceral que hace una defensa a ultranza de su equipo. El siguiente paso es el ultra que incumple la ley. En ese perfil encontramos generalmente a varones de entre 16 y 50 años, con mediano o bajo poder adquisitivo, sin un perfil exacto definido pero que encuentra su rol y el cobijo social dentro del grupo», continuaron los especialistas en el seguimiento policial de los ultras.
Ya el año pasado, tras una multitudinaria pelea previa a un derbi en el parque del Guadaíra, la inspectora jefa de la Brigada Provincial de Información, Manuela Arroyo, explicó que en los últimos años los ultras eran cada vez más jóvenes y más agresivos. En estos grupos radicales hay gente muy joven, algunos de ellos menores de edad y muchos de ellos de familias desestructuradas, que han dejado los estudios y que encuentran entre los ultras un refuerzo que no tienen en sus casas. En este sentido, los grupos ultras funcionan como las bandas latinas, aunque no existe ese componente de ir superando pruebas y misiones para ascender dentro de la organización.
«En todos los grupos existe el relevo generacional», apuntan las fuentes, que citan el ejemplo de los Biris. Esta formación se creó en 1975, «por lo que es natural que estos relevos se produzcan». «La agresividad va intrínseca en esta sociedad y por desgracia cada vez está más arraigada en todos los grupos ultras», añaden los expertos en la lucha contra la violencia en el fútbol.
Ha habido peleas incluso cuando no hay partidos, como ocurrió el pasado 18 de noviembre en Triana. Era un fin de semana en el que había parón liguero por los partidos de las selecciones para la clasificación de la Eurocopa. Sin embargo, una multitud de personas se vieron enfrascadas en una reyerta en la avenida Esperanza de Triana, donde los Biris atacaron a varios miembros del grupo de radicales béticos United Family, que estaban en ese momento celebrando un cumpleaños en un bar de copas. Era un sábado que hacía una temperatura espectacular y que muchas personas disfrutaban en la calle. La pelea se produjo en una zona concurrida, en la que había familias con niños y personas mayores, para las que supuso un riesgo.
Según explicaron las fuentes policiales, el enfrentamiento de Triana «no ha sido bien visto en el mundo ultra». «Aunque parezca mentira, hay una serie de reglas no escritas hasta para sus peleas, y en este caso no se respetaron casi ninguna». Ese código no escrito pasa por que los enfrentamientos sean en zonas despobladas o alejadas de los lugares residenciales, para que no se vean implicadas personas ajenas a este mundo; que se utilicen sólo los puños y no otras armas; que en el momento en que caiga alguien al suelo se termina la agresión, y que jamás se llame a la Policía ni se denuncien los hechos.
En los últimos tiempos se han incumplido frecuentemente estas reglas. En la masiva reyerta del año pasado en el parque del Guadaíra, la Policía intervino numerosos palos, piedras, bates de béisbol y otros objetos contundentes. Un arma que utilizan a menudo los ultras sevillanos son barras de futbolín. No es habitual que se incauten armas blancas, aunque alguna vez se han utilizado. De hecho, en la previa la final de la Copa de Rey que enfrentó al Betis y al Valencia en el estadio de la Cartuja hubo un enfrentamiento entre aficionados béticos que terminó con un apuñalado.
La reyerta más importante hasta ahora en la que ha intervenido la Policía Nacional es la ocurrida en la taberna el Papelón, en la calle Reyes Católicos, la noche del 21 de noviembre de 2016. Un grupo de Biris atacaron a aficionados de la Juventus de Turín que habían venido a Sevilla a presenciar el partido del conjunto italiano contra el club de Nervión. La agresión acabó con tres heridos, uno de ellos grave con puñaladas en el tórax y en la pierna.
Lo de respetar al que cae al suelo se incumplió también en la pelea que enfrentó a los ultras del Osasuna y del Betis el 29 de octubre en las inmediaciones de la avenida de Reina Mercedes. Un grupo de radicales del Osasuna, los Indar Gorri, apalearon en el suelo a un ultra bético. Las imágenes de esta paliza se hicieron virales después de que un vecino las grabara y colgara en las redes sociales.
Es difícil distinguir quién es quién en los vídeos, pues la estética es la misma para todos los grupos ultras, no sólo españoles sino de toda Europa. Suelen vestir pasamontañas y capuchas, sudaderas negras y pantalones vaqueros con calzado deportivo. A simple vista todos parecen iguales y es muy complicado distinguir los bandos. Incluso los ultras de equipos europeos, como el PSV de Eindhoven, que jugó el pasado miércoles en Sevilla un partido de la Liga de Campeones, utilizan la misma vestimenta. Esto complica muchos las investigaciones policiales a la hora de tratar de esclarecer quiénes son los autores de los delitos o los implicados en las peleas. Otra regla no escrita es la de no colaborar nunca con la Policía ni denunciar las agresiones, por graves que sean.
La Policía aclara que trabaja todos los grupos de igual manera, pero en Sevilla existen algunos reincidentes. Los más violentos son, por parte del Betis, los Supporters Gol Sur y la United Family, y los Biris Norte por el lado sevillista. El fenómeno ultra es un problema creciente en toda Europa y esto se ve reflejado en cada desplazamiento. «Pero no hace falta que salgamos a Europa, en España se están viendo enfrentamientos entre radicales de equipos de Primera y Segunda RFEF. La polarización de la sociedad se refleja en el fútbol y hace que aquellos que no cumplen las leyes se camuflen entre el grupo. Es ahí donde entra la Policía Nacional», apuntan las fuentes.
Para frenar este problema, los expertos policiales abogan por «involucrar a los clubes» para que luchen contra aquellos que reiteradamente no cumplen la ley y se esconden en el grupo, «que se les impida la entrada a cualquier estado en el que juegue su equipo». Los clubes, por ejemplo, no se suelen personar como acusación en los juzgados que investigan este tipo de incidentes. La Liga sí anunció que iba a hacerlo en la última pelea de Triana.
Pero ni Betis ni Sevilla se personaron, por ejemplo, en la causa contra el aficionado acusado de lanzar un palo al campo, que impactó en el futbolista del Sevilla Joan Jordán y que obligó a suspender el derbi de la Copa del Rey. El caso terminó archivado en los tribunales. A pesar de toda la polémica que hubo, ninguno de los dos clubes acudió a los tribunales como parte perjudicada.
Otras medidas pasan por implicar igualmente a jueces y fiscales en la solicitud de medidas cautelares a personas reincidentes, relacionadas con órdenes de alejamiento a los estadios mientras jueguen sus equipos. En numerosas ocasiones en los últimos años, la Policía Nacional ha impedido que Sevilla se convierta en escenario de una batalla campal, no sólo entre ultras locales, sino también de radicales de otros equipos españoles y europeos. En la última reyerta de Triana había aficionados del Barcelona y del Atlético de Madrid, que confraternizaban con los radicales béticos.