La polémica escultura de Juan Pablo II lanzando un meteorito: el arte anti LGTB del Gobierno polaco

| 4 octubre, 2020

Una estatua del papa Juan Pablo II lanzando un meteorito contra una piscina de sangre reabre el debate sobre la homofobia en Polonia.

MIGUEL A. GAYO MACÍAS. EL ESPAÑOL.- Rabia. El rostro pétreo de Juan Pablo II levantando una especie de meteorito negro para estrellarlo contra una piscina de sangre refleja rabia y violencia. La misma rabia que, según su autor, el artista polaco Jerzy Kalina (73 años), hizo falta para enfrentarse al comunismo hace décadas y actualmente para combatir a todos los enemigos de la Iglesia, “entre otros, la comunidad LGTB”. La inefable instalación, de enormes proporciones, acaba de inaugurarse en el Museo Nacional de Varsovia y ha despertado polémicaestupefacción e hilaridad a partes iguales.  

Hace 20 años, el artista italiano Maurizio Cattelan expuso en ese mismo espacio una escultura (La novena hora) que también retrataba al Papa polaco, derribado en el suelo por una gran roca negra. La obra fue muy criticada por mostrar una imagen del santo que fue considerada irrespetuosa, y “desde entonces he venido acumulando rabia y ganas de contestar”, dijo el autor en una entrevista a un medio polaco.

“Tenía que haberlo hecho antes”. El Pozo Envenenado, que es como Kalina ha titulado su instalación, “es una advertencia para los LGTB”, porque “si haces lo que te da la gana”, advierte, “la sociedad llegará a su punto más bajo, como están haciendo los que yo llamo vaginales (en referencia a la comunidad LGTB)”. Para ello, asegura, ningún lugar mejor que el Museo Nacional, que considera “un templo y un arsenal a la vez”. 

Es precisamente el patrocinio institucional lo que ha despertado más críticas hacia la obra. La presencia del ministro de Cultura y vicepresidente del Gobierno en la inauguración de la escultura simbolizó el apoyo explícito del Ejecutivo polaco, que se ha distinguido por mantener una campaña de hostigamiento e intolerancia hacia las minorías sexuales.

Campaña homófoba

El presidente Andrzej Duda, en la campaña que le valió la reelección hace un par de meses, calificó a la comunidad LGBT de “virus peor que el coronavirus” y “peor que el comunismo”. Durante sus mítines por las zonas rurales del país, donde encontró mayor apoyo, Duda alimentó la campaña homófoba orquestada por el gobierno ultraconservador y llegó a asegurar que el colectivo “LGTB es una ideología, no son personas”.  

Retomando esa afirmación, la embajadora norteamericana en Varsovia, Georgette Mosbacher, tuiteó hace unos días que “los Derechos Humanos no son una ideología -son universales. 50 Embajadores y representantes internacionales están de acuerdo”. Presentaba así una carta abierta que han suscrito 50 representaciones internacionales, como las embajadas de España y Estados Unidos, entre otras muchas, además de representantes de agencias internacionales como la OSCE y el Alto Comisionado de la ONU para refugiados.

En el texto, se hace referencia a la “necesidad de protección” de las minorías sexuales contra la violencia de que son objeto en Polonia desde el gobierno. “Están en el lado equivocado de la historia en lo que se refiere a (los derechos) LGTB”, declaró la embajadora al portal Wirtualna Polska. “Tener una reputación hostil a (la comunidad) LGTB daña sus relaciones con Estados Unidos y desanima a las compañías extranjeras a invertir en Polonia”.

Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyden, ha dicho que «la discriminación por motivos de orientación sexual no puede tener lugar en la UE. Actuaré contra ella, incluso suspendiendo los fondos de la UE y entablando procedimientos contra los gobiernos».

«Familia tradicional»

Para el Gobierno polaco, que con frecuencia ha calificado a un supuesto “lobby LGTB” de conspirar para destruir al estado polaco, este tipo de acciones son injerencias intolerables en su empeño de “defender la familia tradicional” y “construir un nuevo polaco”.

Decenas de pueblos y pequeñas ciudades de Polonia se han proclamado “zonas libres de LGBT”, una decisión meramente nominal que fue anulada por los tribunales. Muchas de estas poblaciones, que se beneficiaban de ayudas económicas de la Unión Europea, han visto cómo se les denegaban estos fondos por no respetar los derechos civiles de las minorías.

Contra el 5G

Uno de los ejemplos que más se han comentado es el de la pequeña ciudad de Krasnik. Esta localidad, de unos 35.000 habitantes, ha votado además prohibir el 5G en todo el municipio y el WiFi en las escuelas. Krasnik, que exhibe a la entrada del pueblo varios paneles con información de las numerosas ayudas económicas recibidas de la Unión Europea, Noruega y la población francesa de Nogent-Sur-Oise, con quien estaba hermanada, ha perdido varios millones de euros por declararse “libre de LGTB”.

La ministra noruega de Exteriores ha confirmado que quienes sigan el ejemplo de Krasnik no estarán incluidos en el generoso programa de ayudas que repartirá unos 800 millones de euros entre pequeñas ciudades polacas.

«Adoptar para violar»

El Gobierno polaco, cuyos miembros han asegurado que “los gays quieren adoptar niños para violarlos” o que “LGTB es un experimento social extranjero sin sitio en Polonia, ha hecho de la homofobia uno de los pilares de su populismo. La televisión pública, que difunde habitualmente propaganda suministrada por el ejecutivo, abrió hace tres meses un informativo con un reportaje titulado España vive bajo una dictadura LGTB, y los medios afines al Gobierno suelen exhibir en sus portadas montajes fotográficos en los que políticos de la oposición o líderes extranjeros aparecen maquillados, con bolsos y ropa de mujer o con banderas arcoíris.

En su informe más reciente, la ONG belga ILGA clasificó a Polonia como el país donde más ataques contra las minorías sexuales se producen de toda la Unión Europea.

«Guerra cultural»

Los transeúntes que pasan delante de la fachada del Museo Nacional de Varsovia no pueden evitar mirar al “pozo envenenado”, cuyo estanque rojo simboliza, según su autor, todos los males que Polonia aún acumula en su estómago y todavía no parece haber digerido: desde la guerra con los rusos de 1920, hasta la lucha contra el comunismo de los años 80 y «por supuesto, lo LGTB».

“Hay una guerra cultural, y uno tiene que elegir de qué lado está. Tenemos que preguntarnos si queremos volver a empuñar la hoz y el martillo y soltar la cruz. ¿Qué sientes que está más cerca de ti? Para mí es la cruz”, concluye el autor.

La instalación se ha convertido en blanco de bromas en Internet e incluso de actuaciones de grupos que han intentado alterar su dramatismo arrojando patitos de goma hinchables al estanque teñido de rojo. Con una expresión airada y una piscina de “sangre” bajo sus pies, el Papa de piedra está a punto de arrojar su rabia, condensada en una roca negra, contra su propio reflejo.

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