La extrema derecha defiende dos cosas a la vez: que los inmigrantes le quitan el trabajo a los autóctonos y que viven de las ayudas sociales. Según un informe publicado por el Ministerio de Empleo en 2016, «el porcentaje de parados que recibe prestación o subsidio por desempleo es menor entre los inmigrantes». «Intentan endilgarle a la población migrante la falta de trabajo: siempre es más fácil culpar al más débil», dice la portavoz de la Asociación Servicio Doméstico Activo
MOHA GEREHOU. ELDIARIO.ES.– La teoría desarrollada por el físico austríaco Erwin Schrödinger a partir de un experimento aplicado a un gato en 1937 terminó por acuñar un nuevo concepto que llevaba su apellido. Simplificando al máximo las conclusiones, demostraba que aplicando las leyes de la física cuántica el gato podía estar vivo y muerto al mismo tiempo. Décadas después la teoría se ha convertido en una expresión cotidiana para describir situaciones a priori contrarias pero que coexisten.
El discurso político y social sobre la migración no ha sido una excepción, y lo que ideó Schrödinger se ha utilizado para describir lo que ocurre cuando conviven a la vez los argumentos que defienden que los extranjeros le quitan el trabajo a los nacionales con el que sostiene que los inmigrantes se aprovechan de las ayudas públicas porque son vagos que no trabajan.
Es el concepto del Inmigrante de Schrödinger, popularizado en Estados Unidos y que se utiliza como meme. Pero la certeza es que un análisis sobre ambas afirmaciones demuestra cómo conviven en el tiempo los dos discursos, especialmente en la política, aunque los datos y los expertos digan lo contrario.
Los extranjeros y el empleo de los nacionales
En febrero de 2015 aparecieron en Madrid unos carteles que apuntaban al hashtag #LoNuestro con el siguiente mensaje: «6 millones de inmigrantes, 6 millones de parados. ¡No es racismo, son matemáticas!». Un año antes la encuesta de ‘Actitudes hacia la inmigración’ elaborada por el CIS preguntó a los españoles por la afirmación de que los inmigrantes quitan el trabajo a los españoles. Un 48% dijo estar bastante o muy de acuerdo con ello.
En ese mismo estudio, preguntados por si los inmigrantes hacen el trabajo que los nativos no quieren hacer, el 67% de los que contestaron decía estar de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación.
Estas ideas no han sido ajenas a la clase política tanto a nivel nacional como internacional, utilizándolo para defender que los trabajadores autóctonos tengan preferencia en el acceso el empleo bajo el criterio de la nacionalidad. Con ese argumento de la prioridad nacional, Vox hizo campaña en el último ciclo electoral, llevando en su programa medidas como «la reducción de un 10% de las cotizaciones de la empresa, para nuevos contratos indefinidos para trabajadores de nacionalidad española en situación de desempleo».
A nivel internacional hay más ejemplos como el de la líder del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, que ha convertido este en uno de sus principales caballos de batalla. En una entrevista en LaSexta en 2014 decía lo siguiente: «Apuesto por la prioridad nacional. Creo que a competencias iguales los empleos deben de reservarse en Francia para los franceses». De la misma opinión, pero respecto a los ciudadanos de EEUU, es Donald Trump, que por ejemplo describía su plan para la inmigración como uno que pone «en primer lugar los empleos, los salarios y la seguridad de los trabajadores estadounidenses».
No es casual que esta visión esté extendida por todo el mundo. Gonzalo Fanjul, investigador en la Fundación PorCausa, lo achaca a un «sentido patrimonialista de la riqueza y del Estado. En la medida en la que consideras que tus derechos están vinculados a tu territorio crees que existe una preeminencia».
Fanjul señala que «intuitivamente es lógico que la gente piense en la economía como una tarta fija en la que lo que no se comen unos se lo comen otros, pero la economía es una tarta que va creciendo o reduciéndose, con la inmigración jugando un papel fundamental. Y la realidad es que contribuyen a la economía mucho más de lo que se benefician y, cuando las cosas van mal, sufren primero el golpe».
¿Hay alguna relación entre el desempleo en la población española y el aumento de la migración? Los datos no dicen eso, sino todo lo contrario. Echando la vista atrás al punto en el que hubo un mayor aumento de la población extranjera en España, entre 2002 y 2007, los datos del INE arrojan una conclusión clara: la tasa de paro descendió en todas las comunidades autónomas.
«Siempre es más fácil culpar al más débil»
Hay sectores laborales en los que la población migrante es mayoritaria por diversos motivos. Uno de ellos es el de las trabajadoras del hogar, en el que el 89% son mujeres y, la mayoría, de origen extranjero. Para Edith Espínola, portavoz de la Asociación Sedoac (Servicio Doméstico Activo), la creencia de que los extranjeros ‘quitan el trabajo’ a los nacionales «es una muestra de un discurso de odio que se intenta generar para endilgarle a la población migrante la falta de trabajo. Siempre es más fácil culpar al más débil».
Espínola sostiene que además, en el caso de las mujeres migrantes, «sustituyen el trabajo que han hecho durante siglos las mujeres españolas y, cuando ellas han dejado de hacerlo, se sigue sometiendo a otra mujer, en este caso migrante». La portavoz de Sedoac achaca esto, entre otros motivos, a que «por la ley de extranjería tenemos que cotizar todos los meses para mantener el permiso de residencia, y lo único que lo permite es tener un trabajo que tiende a ser de servicio, como en hostelería, cuidados o limpieza».
Otra de las salidas para el empleo de la población migrante es el emprendimiento. En el impulso de esta modalidad se encuentra Koop SF 34, una cooperativa asentada en Bilbao, inspirada en la de Mondragón y dirigida por George Belinga. «Es el discurso clásico de los que no saben cómo funciona la economía. En cualquier país que crece hay inmigración», explica vía telefónica. Según su experiencia, «con las leyes tal y como están estipuladas y la novedad que es la inmigración para España hay pocos caminos para la integración de las personas. Cuando la gente quiere hacer algo y no meter 60 horas sin generar apenas dinero, muchos hacen iniciativas emprendedoras para ayudar a sus países de origen».
La inmigración y el acceso a las ayudas
En los últimos meses ha sido la extrema derecha de Vox la que ha capitalizado el discurso sobre que la inmigración tiene privilegios a la hora de recibir las ayudas públicas, o que simplemente son receptoras de las mismas porque no quieren trabajar. Pero ni son los únicos en difundir este discurso ni es algo nuevo en la política española. Uno de los casos más sonados fue el de Javier Maroto en su etapa como alcalde del PP en Vitoria. Afirmó en 2014 que «algunas nacionalidades en nuestra ciudad viven principalmente de las ayudas sociales y no tienen ningún interés en trabajar o integrarse».
El último caso más sonado lo protagonizó Santiago Abascal en un mitin de campaña para las elecciones del 10N. El líder de Vox comenzó a leer una lista de apellidos, asumiendo sin detallar su nacionalidad que todas esas personas eran extranjeras, para extender la falsa idea de que los inmigrantes tienen privilegios en ayudas sociales, en este caso para el alquiler. No obstante, tal y como comprobó Maldita, ni la legislación sobre ayudas al alquiler de la Comunidad de Madrid «discrimina a los nacionales» ni los receptores de esta subvención son en su mayoría extranjeros.
Más instituciones han refutado las tesis que ponen el foco en la inmigración, también en relación a las prestaciones relacionadas con el desempleo. Según un informe publicado por el Ministerio de Empleo en 2016, «el porcentaje de parados que recibe prestación o subsidio por desempleo es menor entre los inmigrantes», algo que en consecuencia pone de manifiesto «su menor protección frente al desempleo, y su consecuente mayor riesgo de pobreza y exclusión social».
«Los argumentos de sobreutilización y abuso del sistema de protección social por parte de la población están injustificados». Es una de las conclusiones de los autores de un estudio de la Fundación La Caixa, en el que sostienen que los inmigrantes en España aportan más al Estado del bienestar de lo que reciben. El informe ahonda en algunos de los motivos que explican la posición de la población extranjera: la precaria situación laboral, los bajos salarios, la cobertura imperfecta de otros sistemas de protección social y la escasez de redes de solidaridad familiar y social.
El investigador Gonzalo Fanjul sostiene que «en la medida en que los inmigrantes están sobrerrepresentados en las capas sociales más vulnerables recurren más ayudas sociales, pero es por una cuestión económica».
Ante la difusión del discurso sobre las ayudas, la ONG Cáritas decidió salir al paso en su última memoria, en la que destacaron que «la mayoría de las personas acompañadas por Cáritas –más del 60%– son españolas o de la UE». «Las personas inmigrantes a las que acompañamos duplican el riesgo de pobreza y de exclusión social de las personas autóctonas», añadieron.