El tribunal no reconoce que se viole su vida privada y familiar. El Estado deberá pagar los costes legales del juicio, estimados en 35.800 euros
MARÍA FLUXÁ. EL MUNDO.- «La prohibición de trato inhumano y degradante representa un valor fundamental en una sociedad democrática. Y esto se aplica a quien sea, incluidos los terroristas y asesinos». Así ha fallado a favor de Anders Breivik, responsable de la matanza de 77 personas en 2011 en Noruega, la corte de Oslo que ha juzgado su demanda contra el Estado noruego.
El asesino de extrema derecha, que cumple una pena de 21 años de cárcel prorrogables, había demandado a las autoridades noruegas por considerar que surégimen de aislamiento en prisión viola el artículo 3 de la Convención Europea de los Derechos Humanos, referente a la prohibición del trato «inhumano o degradante», así como el artículo 8 que defiende «la vida privada y familiar».
El veredicto estima, no obstante, que no existe violación alguna en lo que concierne a este último artículo. Además, dicta que «el Estado deberá pagar los costes legales del demandante, estimados en 331.000 coronas noruegas (unos 35.800 euros)». Satisfecho con el fallo, el abogado de Breivik, Oystein Storrvik, ha manifestado que no apelará pues considera haber «ganado en lo más importante» y ha instado a que concluya el aislamiento de su cliente y se le permita relacionarse con otros internos.
Los abogados defensores del Estado, Marius Emberland y Adele Matheson, quienes en su alegato han calificado a Breivik de ser un «hombre extremadamente peligroso» que no se ha arrepentido, han señalado que todavía no han decidido si recurrirán el fallo. «Leeremos la sentencia detenidamente y lo consultaremos con nuestro cliente», han sido las palabras de Emberland, quien no ha ocultado su «sorpresa» ni tampoco su discrepancia con la decisión de la juez Helen Andenæs Sekulic.
De niño asustadizo a asesino en serie
El 22 de julio de 2011, Anders Breivik tras atentar con un coche bomba en el distrito gubernamental de Oslo, donde dejó ocho víctimas, asesinó a 69 personas, en su mayoría adolescentes, en Utøya. En esa isla a 35 kilómetros de Oslo las juventudes laboristas -a las que acusaba de permitir la «invasión musulmana» de Noruega-, celebran su tradicional campamento de verano.
La presidenta del grupo nacional de apoyo de las víctimas, Lisbeth Røyneland, quien perdió a su hija Synne en Utøya, tras conocer el fallo ha manifestado sentirse «decepcionada y sorprendida» pero también satisfecha de que el tribunal no considere que el régimen penitenciario de Breivik viole su derecho a la privacidad, y por tanto se permita la censura de su correspondencia. «Es muy importante para nosotros que no se vuelva a difundir su mensaje», ha declarado a la cadena de televisión NRK