La crisis de los refugiados de Siria e Irak ha sacado lo peor de muchos gobiernos y europarlamentarios europeos. La criminalización y la humillación de familias que huyen de las guerras son prácticas comunes exiguamente perseguidas por las instituciones de la UE, mientras el mensaje de odio de la ultraderecha y su violencia crece gracias a la crisis.
JOAN CANTARERO. PÚBLICO.- Los saludos nazis y la exhibición de elementos nacional-socialistas de sendos diputados del Parlamento Europeo –el ultra monárquico polaco Janusz Korwin-Mikke y el italiano de la Liga Norte, Gianluca Buonanno- han provocado la reacción de la izquierda unitaria europea. Los gestos de Korwin y Bonanndo –en julio y octubre pasado, respectivamente- fue castigada por la presidencia del Europarlamento Martin Schultz con una multa de 3.060 euros, el equivalente a 10 días de dietas de diputado europeo, tras la denuncia de estos comportamientos por parte de la eurodiputada española de Izquierda Unida, Marina Albiol, adscrita al grupo Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL).
El propio presidente del Parlamento Europeo comunicó por carta a la eurodiputada de la Izquierda Unitaria Europea que “están estudiando la viabilidad de un protocolo para sancionar de modo regulado estos comportamientos en el futuro”.
El auge de la extrema derecha en todas sus versiones “es muy inquietante por su deriva y consolidación aprovechando la crisis económica”, tal y como denuncian retiradamente europarlamentarios de la Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL), donde están integrados 24 partidos de 15 países miembros, entre estos los procedentes del Estado español como Izquierda Unida, Podemos, Anova y EH Bildu. El ejemplo más cercano han sido las elecciones regionales francesas donde cerca de un tercio del voto ha ido a parar al Frente Nacional, ante el estupor internacional.
“Están siendo reiterados discursos cargados de odio dirigidos hacia las minorías étnicas que habitan en Europa, a los refugiados que huyen de las guerras, comentarios antisemitas, criminalización sistemática de los musulmanes o el desprecio hacia el pueblo gitano son protagonizados entre otros por la ultraderecha euroescéptica agrupada en torno a la “Europa de las Naciones y las Libertades” –al que pertenece Marine Le Pen-, y otros diputados de similar ralea que habitan en los escaños de los “no inscritos”, pertenecientes a grupos como los neonazis del “Jobbik” húngaro o de “Amanecer Dorado” griego ”, señala desde el equipo de comunicación de la izquierda europea.
Durante la presentación del panel “Trabajando contra el fascismo en las calles”, dentro del debate “Estrategias contra el riesgo de la extrema derecha en Europa”, celebrado en Bruselas la semana pasada la eurodiputada de Izquierda Unida Marina Albiol manifestó su preocupación ante el desafío que supone el crecimiento de la ultraderecha en el Parlamento Europeo, “teniendo como misión fundamental destruir la Europa democrática desde dentro y financiada desde las propias instituciones europeas [se calculan que dispondrán en torno a los 17 millones de euros en cuatro años] para convertirla en otra cosa”.
Marina Albiol, miembro del “Intergrupo de Antirracismo y Diversidad del Parlamento Europeo” añadió que “los partidos de marcado carácter ultraderechista tras conformar su nuevo grupo en el Parlamento Europeo disponen ya de una mayor cantidad de recursos públicos y emplearán el dinero de los europeos para continuar marginando y sembrando el odio contra una parte de su ciudadanía”.
Entre los participantes en los debates se encontraba Gaby Zimmer, diputada alemana de Die Linke [La Izquierda] y presidente del GUE/NGL. La Izquierda Unitaria Europea; Daniel Rizat, diputado del Partido de la Izquierda de Suecia; Stelios Kouloglou, eurodiputado de Syriza; Walter Bayer, de “Transfor! Europe” de Austria; Weyman Bennett, de Unite Against Fascism UAF, del Reino Unido: los periodistas y activistas Miquel Ramos y David Bou, autores del proyecto “Crímenes de Odio en el Estado Español”; Elizabeth Caultier, de “Transform! Europe”, del Reino Unido; Giorgos Chondros, Syriza; Lara Manyes, de Coordinadora Antifeixista Intercomarcal, del Estado Español y Wouter Hillerts de la organización “Hart Boven Hard” de Bélgica, así como representantes de organizaciones antifascistas europeas, como la activa organización Unidad Contra el Fascismo y el Racismo (UCFR), cuya imagen destacada es el activista y escritor finlandés David Karvala, residente en Barcelona.
Del debate se extrajeron conclusiones que vinculan directamente el auge de la extrema derecha en Europa con la crisis económica que, según Marina Albiol, “afecta de manera especial a las clases trabajadoras, que ante la falta empleo digno se aferran a los discursos simplistas de la ultraderecha como solución a sus problemas laborales, en los que se criminaliza y responsabiliza falsamente de la crisis a la presencia masiva de inmigración”.
Por su parte Walter Bayern, de “Transform! Europe” de Austria considera que “el verdadero culpable de la situación actual es el neoliberalismo y sus políticas, que impulsan y financian a organizaciones de ultraderecha”. Según Bayern “a los neoliberales y a los neoconservadores les interesa el discurso racista y xenófobo, por su valor ultranacionalista y contribuye a la precariedad laboral, estimulando los empleos precarios. Los neoliberales saben que no es buen negocio el crecimiento del empleos con salarios dignos, ya que los trabajadores vivirían mejor y eso provoca automáticamente la desviación del voto hacia la izquierda“.
“El contratista o patrón es el principal interesado en disponer de mano de obra barata. Le da igual si es inmigrante o nativo, lo que tiene claro es que sus salarios serán escasos. Ese patrón –señalan miembros de La Izquierda Unitaria Europea-, ya está obteniendo una producción igual o mayor a menor coste, porque no solo paga menos, sino que aumenta la jornada laboral incrementando la explotación”. Asimismo añaden que en estos tiempos “es difícil huir de estos empleos porque es difícil encontrar otros y aceptan jornadas muy superiores a las legales ante el temor de quedarse en la calle. Las políticas neoliberales han acabado con décadas de derechos laborales y han conseguido de facto el despido libre, aprovechándose de la crisis”.