Una reforma de la Ley de Ciudadanía discrimina a los musulmanes y extiende el temor a una inmigración masiva desde países vecinos
ZIGOR ALDAMA. HOY.- Según la reforma legislativa que Delhi aprobó el pasado día 11, decenas de miles de inmigrantes procedentes de Afganistán, Bangladesh y Pakistán podrán acceder a la nacionalidad india a pesar de que hayan entrado de forma ilegal en el país de Gandhi. Eso sí, con una condición: que no sean musulmanes. Teniendo en cuenta que el islam es la religión mayoritaria en esos tres países vecinos, la nueva norma sorprende. Es claramente discriminatoria, pero el partido del primer ministro Narendra Modi, el BJP, se defiende asegurando que lo que pretende es dar protección a minorías religiosas que huyen de esos países. «Aliviará el sufrimiento de quienes han sido perseguidos durante tanto tiempo», justificó Modi.
Lo cierto es que la modificación de la Ley de Ciudadanía, que retira la prohibición de conceder la nacionalidad a quienes accedan a India de forma irregular y reduce de once a seis años la necesidad de haber residido un tiempo en el país, no ha gustado a nadie. Sus detractores políticos afirman que lleva la islamofobia de Modi al Código Civil, que atenta contra la secularidad de la Constitución y que supone un paso más en la estrategia del primer ministro para marginar a los musulmanes. «Es un día negro en la historia constitucional de India y una victoria de las mentes estrechas sobre el pluralismo del país», denunció Sonia Ghandi, dirigente del Partido del Congreso. No en vano, el ministro del Interior, Amit Shah, propone también realizar un registro nacional de ciudadanos para «identificar a todos los infiltrados y expulsarlos antes de 2024».
Los residentes de los Estados que tienen fronteras exteriores, sobre todo con Bangladesh, temen oleadas de inmigrantes. En el de Assam, situado en la parte de India que queda al norte de la antigua Pakistán Oriental, también temen que esa posible avalancha de bengalíes hindúes sea una amenaza para su cultura. Por eso, los ciudadanos de ese Estado fueron los que primero comenzaron a manifestarse, poco después del anuncio de una reforma legislativa que también servirá para retirar la residencia permanente a quienes cometan cualquier tipo de falta, aunque sea leve.
Violenta represión
Las marchas arrancaron en la capital de Assam, Guwahati, y fueron intensificándose y extendiéndose por todo el territorio nacional. El domingo alcanzaron su cénit cuando la Policía decidió reprimirlas a porrazos y con todo tipo de material antidisturbios. Solo en Assam, donde se decretó el toque de queda, fueron detenidas 2.000 personas. Así que el carácter pacífico de las protestas duró poco, y el fin de semana se cerró con decenas de heridos y seis muertos. Ayer, la rabia se extendió por campus universitarios de varias ciudades, incluida la capital.
«Los fascistas están polarizando a la ciudadanía», criticó en Twitter el excandidato a primer ministro del Partido del Congreso, Rahul Gandhi. «Nunca está justificado reprimir con violencia manifestaciones pacíficas. Las acusaciones de palizas y de abusos sexuales a manos de la Policía en la Universidad Jamia Millia Islamia deben ser investigadas», añadió Amnistía Internacional en un comunicado.
Modi trató de calmar los ánimos: «Ningún indio tiene nada que temer con esta ley. Es el momento de mantener la paz y la unidad», dijo. Las manifestaciones, sin embargo, continuarán durante esta semana.