Los Mossos d’Esquadra identificaron a los autores con las imágenes de las cámaras de seguridad y localizando los titulares de las localidades
JORDI QUIXANO. EL PAÍS.- Ocurrió en el minuto 69 del encuentro del curso anterior entre el Espanyol y el Athletic. “¡Uh, uh, uh!”, entonaron unos pocos aficionados blanquiazules desde Cornellà-El Prat para menospreciar al rival Iñaki Williams al ser sustituido, para proferir el consabido insulto racista al imitar el chillido del mono. “Sí, me voy un poco triste por el empate y sobre todo porque he sufrido insultos racistas. Es algo que ningún jugador de raza negra o de cualquier raza quiere escuchar. Está totalmente fuera de lugar. Todos somos personas, da igual la nacionalidad o el color de la piel”, lamentó entonces el atacante del Athletic. Pasados los meses, el Juzgado de Instrucción número 2 de Cornellà ha admitido a trámite la querella de LaLiga contra tres autores, denuncia a la que se ha adherido la Fiscalía de Delitos de Odio de Barcelona por primera vez, por más que sí haya ocurrido anteriormente en España. Como, por ejemplo, cuando en 2014 un ultra del Deportivo fue asesinado por miembros del Frente Atlético en Madrid.
Aunque el director de partido de LaLiga no se dio cuenta en el momento de los insultos ―pues no se oye todo en el estadio y menos si sucede lejos o si no es un cántico multitudinario―, se percató después con unas imágenes televisivas refrendadas por las palabras de Williams. Por lo que lo reflejó en su ficha del partido (obligatorio para que LaLiga pueda denunciar). No sucedió lo mismo en el acta colegial, ya que el árbitro hizo caso omiso de la advertencia que le dio el atacante rojiblanco Muniain sobre los hechos. Pero había imágenes y se trataba de identificar a los autores de los insultos. Y ahí es donde entra la Fiscalía de Delitos de Odio de Barcelona, que entiende que se dieron “gritos de menosprecio hacia el jugador, con la indudable intención de humillarle y lesionar su dignidad por motivos racistas”, y se adhirió a la denuncia. Después, solicitó a los Mossos d’Esquadra que revisaran las imágenes de las cámaras de seguridad del Espanyol para poder identificarlos. Uno era menor de edad y los otros responden a las siglas de J. C. M. A ―se acogió a su derecho de no declarar― y K. B. G, que no acudió a la comisaría después de ser citados en calidad de investigados ante los Mossos.
El ministerio público sostiene en su querella que los insultos pueden constituir un delito contra los derechos fundamentales y las libertades públicas, reconocidas en la Constitución, en su modalidad de lesión de la dignidad de las personas por motivos de discriminación relativos a la nación u origen nacional.