Europa Press.- La Fiscalía pide prisión sin fianza por delitos de terrorismo para el marroquí que asesinó al sacristán de Algeciras.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional ha solicita prisión provisional comunicada y sin fianza para el presunto autor del ataque mortal del pasado miércoles en Algecirás (Cádiz), Yassine K., que acabó con la vida del sacristán de la iglesia Nuestra Señora de La Palma Diego Valencia.
Según confirman a Europa Press fuentes fiscales, los delitos que le atribuyen al investigado en una primera calificación jurídica son los de asesinato terrorista, un delito intentado de asesinato terrorista y un delito de lesiones terroristas. Apuntan que Yassine K. ha optado por declarar ante el juez tanto a la Fiscalía como a su defensa.
Señalan que la prisión provisional se justifica por el riesgo de fuga, para evitar ocultación de fuentes de prueba y ante el riesgo de comisión de otros hechos delictivos.
Este lunes, fue trasladado a primera hora a la Audiencia Nacional después de que desde el jueves pasado fuera bajo custodia policial a Madrid para que ser puesto a disposición de los especialistas de la lucha antiterrorista en la sede del Complejo de Canillas.
A pesar de que desde primera hora se encontraba en los calabozos de la Audiencia Nacional, la puesta a disposición del juez Joaquín Gadea no se ha producido hasta pasadas las 12.00 horas por problemas en la citación a la abogada de oficio, según explicaron fuentes jurídicas.
Gadea, en el auto de entrada y registro en el domicilio del investigado, le relacionaba con el salafismo yihadista y consideraba ya que los hechos eran constitutivos de un delito de asesinato y lesiones con instrumento peligroso con fines terroristas.
En su resolución concluía además que, con su acción, Yassine K. pretendía «alterar la paz pública mediante la ejecución de actos de terror, lo que habría podido motivar la actuación criminal». Además, decretaba el secreto de las actuaciones por el plazo de un mes.
LA CRONOLOGÍA DEL ATAQUE
En su escrito, el magistrado señalaba que la Policía Nacional le entregó el pasado miércoles un primer oficio en el que hacía un repaso de lo ocurrido desde que el detenido entró en la Iglesia de San Isidro con intenciones que «se desconocen». Una vez allí inició una discusión con los allí presentes, «manifestando a los feligreses de forma vehemente que la única religión que hay que seguir es la religión islámica».
El juez Gadea recogía que, tras abandonar el lugar «profiriendo mensajes en árabe cuyo contenido se desconoce», el hombre regresó sobre las 19.40 horas. En ese momento, los fieles que estaban dentro pudieron escuchar «cómo alguien ubicado en el exterior de la iglesia profiere gritos en árabe».
«Una vez finaliza la misa el sacerdote encargado de la misma baja del púlpito para comprobar lo que estaba ocurriendo, instante en el que el investigado, portando en su mano un machete de grandes dimensiones y de forma súbita, agrede al sacerdote causándole lesiones de gran gravedad. Igualmente, también intenta atacar a uno de los testigos allí presente», relataba en su auto.
El sacerdote es el salesiano Antonio Rodríguez Lucena, que se encuentra fuera de todo peligro y que el jueves dió «gracias a Dios». «Ha pasado ya todo y estoy esperando el alta, para seguir celebrando la fiesta de San Juan Bosco», apuntaba el religioso.
GRITOS DE ‘ALÁ ES GRANDE’ TRAS SU DETENCIÓN
El relato policial asumido por el juez señala que el presunto yihadista huyó entonces del lugar y se dirigió a un centro de culto católico llamado Virgen La Palma, ubicado a unos 200 metros del otro templo. Allí se encontró con el sacristán al que posteriormente asesinó cuando este abandonaba el lugar por una puerta trasera.
En ese instante, relataba Gadea, el detenido inició varias acometidas sobre el sacristán que intentaba huir de él, causándole unas primeras lesiones. Finalmente el atacante le alcanzó en la calle.
«Una vez que se encuentra en el centro de esa plaza es alcanzado por el atacante quien una vez que le tiene en el suelo, sujeta la catana con ambas manos y alzando la mirada al cielo y gritando unas palabras en árabe entre las que se escucha la palabra ‘allah’ le asesta una última estocada mortal», añadía el magistrado.
En este contexto, el juez explicaba en su auto que, una vez finalizado este ataque, el acusado se dirigió «de forma muy tranquila» a la ermita Europa «ubicada en esa misma plaza, e intenta acceder al interior». Allí, «sin prestar resistencia», es detenido por agentes de la Policía Local y trasladado a un centro médico para recibir asistencia facultativa, «instante en el que en reiteradas ocasiones profiere gritos de Allahu akbar [Alá es grande]».