Aumentan los ataques contra musulmanes y son más violentos
ISABEL RAMOS. ENRIQUE FIGUEREDO. LA VANGUARDIA.- La extrema derecha en Europa ha adoptado una nueva agenda que pasa por sostener, casi en exclusiva, postulados islamófobos. Estos grupos o partidos perciben la presencia de musulmanes como una amenaza que supondrá la paulatina islamización del continente, algo que dicen estar dispuestos a impedir incluso por la violencia, como ataques a mezquitas.
El último informe de Europol sobre el panorama terrorista en la Unión Europea señala que “los actos criminales xenófobos y racistas se han incrementado en número y en nivel de violencia” en el 2016.
Los estados y las instituciones que estudian estos fenómenos suelen agrupar los actos de islamofobia –Alemania, como una excepción, sí ha creado un archivo específico para estos casos– dentro de un cajón temático mayor: el de los delitos de odio. Por ello existen muy pocas estadísticas en las se presenten segregados los actos penales islamófobos del resto de los conocidos como delitos de odio.
Sin embargo, sí es posible establecer ciertas tendencias que en los últimos años –y muy especialmente desde la llegada en mayor número de refugiados en el 2015– se han acentuado, como confirma la agencia policial europea.
La ausencia de registros pormenorizados de este tipo de ataques en la mayoría de estados de la UE revela que la amenaza de actos como el atropello de fieles al salir de una mezquita en Londres el pasado 19 de junio, donde una persona murió y diez resultaron heridas, no ha sido del todo ponderada por los gobiernos. Esa carencia alcanza otra dimensión si lo que se mide son actos o actitudes de aparente baja intensidad contra musulmanes, como las protestas contra la instalación de una mezquita en un determinado barrio o localidad.
La extrema derecha busca tanto en la oleada de inmigrantes y refugiados llegados estos últimos años a Europa –especialmente a Alemania– como, entre otros, en los atentados de signo yihadista ocurridos en París, Niza, Bruselas o Berlín pretextos para justificar su discurso radical y, en algunos casos, sus actos violentos. El informe de Europol también cita como uno de los argumentos más empleados por la extrema derecha para justificar su rechazo a los musulmanes los abusos sexuales sufridos por numerosas mujeres en Colonia durante la Nochevieja del 2015.
Ciertos ataques con artefactos explosivos de mayor o menor complejidad a mezquitas u otros lugares en los que se concentran musulmanes –restaurantes halal, por ejemplo– demuestran que podría empezar a darse cierto grado de organización dentro de algún grupo de extrema derecha. Sin embargo, según estas fuentes, los actos xenófobos están protagonizados principalmente por individuos aislados o por grupos que no tienen una estructura fija. Son agrupaciones que carecen de un líder carismático que consiga darles más entidad y atraer a más adeptos. Además, tienen muchos problemas internos.
Con la caída del muro de Berlín en 1989 el comunismo dejó de ser el enemigo por antonomasia de Occidente y pasó a serlo el islamismo, como explicaba el fundador y director del Nouvel Observateur, Jean Daniel, en un artículo publicado por El País en 1992.
Una vez abierta la veda la confusión de términos y las realidades que designan ha sido una constante, como en las pintadas en las que confunden árabe con musulmán. Según estudios sobre la islamofobia, la población en general tiene la percepción de que hay más extranjeros de los que en realidad hay. Y de que hay más musulmanes de los que hay.
El problema, sin embargo, no es exclusivo de la extrema derecha, que, representada por Marine Le Pen, el 7 de mayo compitió con Emmanuel Macron por la presidencia de Francia, advierte el islamólogo e investigador del Instituto de investigación y de estudios sobre el mundo árabe y musulmán (Iremam en sus siglas en francés), de Aix-en-Provence, François Burgat. En el caso de Francia, “el mal es, de hecho, mucho más profundo”, asegura Burgat. “Diferentes raíces alimentan una misma postura xenófoba en la cual todos los elementos del tejido político participan más o menos conscientemente”, añade.
La islamofobia tiene también efectos bastante comparables, aunque los motivos que la originen sean diversos. “La extrema derecha –dice Burgat– protege la primacía de las raíces cristianas de Europa; se resiste a aceptar que el cristianismo ya no es su única religión. Esto esconde el sentimiento del fin de la dominación por la vía colonial del mundo musulmán que nunca ha sido digerido”.
En la izquierda, por su parte, la islamofobia, según el investigador, se camufla en postulados de aire moderno, como un feminismo radical y proteger el espacio público de cualquier resurgimiento de lo religioso. La excusa es “la defensa del laicismo”, explica Burgat, quien advierte de que hay un trasfondo casi racista de un enfoque en el que una de las tres grandes religiones resulta más perseguida que las otras.