ALBERTO ROJAS. EL MUNDO.- No hay altavoz más efectivo para los radicales que las redes sociales. Esta afirmación sirve tanto para los yihadistas del Estado Islámico, los primeros en usarla a nivel global, como para los grupos de ultraderecha, que han copiado paso por paso la estrategia de los salafistas, sus principales enemigos. No hay instrumento más directo ni una vía de comunicación más personal con una audiencia masiva que Facebook, Twitter, Telegram, Reddit, 4Chan y otros foros o redes sociales.
Como estas aplicaciones han sustituido en muchos casos a los medios tradicionales como vías informativas, los líderes radicales lo usan para filtrar sus mensajes a personas que, de otra manera, jamás hubieran tenido acceso a ellos. Los trucos son conocidos, pero siguen siendo efectivos. Suelen publicar contenido sobre asuntos transversales que atraen apoyo popular, como oponerse al abuso infantil o la crueldad contra los animales. Mucha gente se suscribe a estas páginas gracias a estos mensajes. Pero después llegarán los discursos más xenófobos.
Igual que lleva haciendo el Estado Islámico desde hace años, los grupos ultras usan la enorme caja de resonancia de internet para vender teorías conspirativas, bucear en la deep web en busca de aliados, usar comunicaciones encriptadas para coordinar acciones y difundir una ideología antiliberal y antioccidental que, a veces, se da la mano con las ideas salafistas. Igual que hacen los yihadistas en su propaganda online, los movimientos xenófobos suelen mostrar a gente muy joven y atractiva para atraer a nuevos miembros.
DISCURSO DEL ODIO
El discurso del odio ha crecido exponencialmente en Internet. Los nudos de la constelación de la extrema derecha parten de portales y foros como Stormfront, Resistance Records, Zundelsite, Generación Identitaria y National Alliance tanto en EEUU y Europa. De ahí parten otros grupos más pequeños, centenares de portales negacionistas del Holocausto, neonazis, nostálgicos fascistas, revisionistas históricos, grupos ultras asociados a hinchadas de fútbol y hasta simpatizantes del Ku Klux Klan.
Disfrutan de un efecto contagio cuando uno de estos terroristas supremacistas realiza un atentado. No sólo como aviso a otros potenciales terroristas. También crece el número de miembros y simpatizantes. Un estudio del Instituto para el Diálogo Estratégico (ISD) sugiere que Gran Bretaña Primero, un partido político de extrema derecha, multiplicó sus seguidores en los cinco días posteriores al asesinato de la diputada Jo Cox por el terrorista de extrema derecha Thomas Mair.
Su objetivo es un hombre blanco joven, desempleado, vulnerable y preocupado por el islamismo radical, precisamente la ideología que usa las mismas tácticas, y que busca un perfil parecido entre los adolescentes musulmanes. Además, en una era de individualismo exacerbado, el investigador Clint Watts asegura que tanto los miembros de la extrema derecha como los yihadistas «buscan alcanzar la fama y el reconocimiento» entre los suyos para convertirse en una referencia que jamás serían en el mundo real.
Julia Ebner, una investigadora que estuvo dos años infiltrada en las redes de internet de ultraderecha para escribir su libro Going dark, asegura que «hace años tenía una visión utópica de internet. Tenía la sensación de que permitiría la democratización del conocimiento, haría al mundo más tolerante y construiría puentes en lugar de crear tensiones y dividir comunidades. Me equivoqué«.