SWISSINFO.- El objetivo de la ultraderecha alemana de aparecer como un partido responsable tras su masivo ingreso al Parlamento voló en pedazos en los últimos días debido a declaraciones de carácter racista o con referencias al nazismo de varios de sus dirigentes.
Casi no hay día que pase sin que un miembro de Alternativa para Alemania (AfD) cope los titulares de la prensa con un tuit provocador, señal de que la tendencia más nacionalista de este movimiento está tomando las riendas del partido.
El último caso fue el de una política local berlinesa, Franziska Lorenz-Hoffmann, que difundió en su cuenta de la red social Facebook un cartel de propaganda del Tercer Reich: «¡Mujer alemana! Preserva la pureza de tu sangre. Los extranjeros no te tienen que tocar».
El mensaje fue suprimido, pero Lorenz-Hoffmann se justificó explicando a la edición alemana del Huffington Post que quiere que «los alemanes sigan siendo alemanes» frente a la inmigración.
Otra diputada del partido en Berlín, y figura destacada de AfD a nivel nacional, Beatrix von Storch, creó un gran revuelo en Twitter y Facebook cuando en Nochevieja denunció que la policía de Colonia difundiera mensajes en árabe a la población.
– ‘Medionegro’ –
«¿Qué diablos pasa en este país? ¿Por qué la policía publica ahora sus mensajes oficiales en árabe?», lanzó la política. «¿Se dirige así a las hordas de hombres bárbaros, musulmanes y violadores para intentar engatusarlos?», agregó, en alusión a las agresiones sexuales de las que habían sido víctimas numerosas mujeres en esta ciudad alemana durante la Nochevieja de 2016. El tuit fue bloqueado.
El hijo mestizo de la antigua estrella del tenis alemán Boris Becker también fue objeto de insultos al ser tratado de «medionegro» en la cuenta del diputado de AfD Jens Maier.
Estas últimas provocaciones «no son desaciertos fortuitos», estima el politólogo Hajo Funke, de la Universidad Libre de Berlín, sino la prueba de la voluntad del partido de «integrar también a los neonazis, los más extremistas».
«El rumbo radical del partido está consolidado», agrega, al tiempo que considera a AfD mucho más extremista que el FPÖ austriaco o el Frente Nacional francés.
– Límites probados –
«AfD prueba desde hace tiempo los límites de lo que puede ser dicho en Alemania, quiere ampliarlos y por ello se radicaliza en su expresión», analiza el diario Tagesspiegel.
En realidad, la historia de este joven partido, que obtuvo casi el 13% de los votos en las últimas legislativas, es la de una radicalización constante. En cada nueva etapa, un purga de la dirección lleva a la cabeza del partido a dirigentes más extremistas.
Su último congreso en diciembre confirmó el aumento en potencia de los más nacionalistas.
Creado en 2013 como plataforma antieuro por los conservadores decepcionados con la tendencia centrista que impuso Angela Merkel a la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el AfD aprovechó la preocupación que suscitó la decisión de la canciller de acoger desde 2015 en Alemania a más de un millón de demandantes de asilo.
Actualmente, el movimiento ocupa el relativo vacío político generado por Angela Merkel y los partidos tradicionales, que intentan en vano desde hace tres meses formar un gobierno mayoritario.
Y la estrategia parece ir bien. Según un sondeo para el Spiegel publicado el martes, el AfD progresa a 14,7% en las intenciones de voto.
«Durante la campaña electoral, jugó con el fuego extremista de manera muy calculada» «rompiendo tabúes» para seducir «con éxito» al electorado más radical, estima Robert Vehrkamp, analista en la Fundación Bertelsmann.
Hoy «esto lleva a batallas de corrientes» entre los moderados y los más extremistas, y la «guerra de tuits» es un reflejo de ello, añade. «Su final sigue incierto».