IMANE RACHIDI. EFE / LA VANGUARDIA.– El contacto entre niños y niñas es «adulterio» y está penado por Alá, quien «aborrece» a los homosexuales y «maldice» a quien se cambia de sexo. Este contenido de un libro de texto de las escuelas salafistas ha alarmado a Holanda y ha llevado a liberales y socialdemócratas a proponer ajustes en la Constitución.
El manual educativo, titulado «¡Ayuda! Me hago adulto» y publicado por la Organización de Juntas Escolares Islámicas (ISBO), se utiliza desde 2015 en la asignatura de Educación Sexual de 44 escuelas salafistas, de un total de 52 escuelas islámicas repartidas por todo el país.
Investigadores de los grandes grupos de comunicación NRC y Nieuwsuur analizaron unas 70 horas de grabaciones de audio y video, además de varios libros sobre diversidad sexual, y sacaron conclusiones que han hecho sonar las alarmas entre políticos y representantes de la comunidad musulmana en Holanda.
El liberal VVD, al igual que el partido el socialdemócrata PvdA, pide «modernizar» el artículo 23 de la Constitución, que trata sobre la libertad de establecer escuelas religiosas, para subordinarlo al principio de «igualdad» porque esto es «muy preocupante y contrario a todo lo que queremos», afirmó el diputado Dennis Wiersma.
Una de las instituciones que más años lleva alertando sobre el peligro de los centros salafistas en Holanda es la Unión de Mezquitas Marroquíes, que considera «innecesaria y sin sentido» una enmienda a la Constitución.
«Si queremos ser efectivos y eficientes en la lucha contra los abusos en la educación salafista, tenemos que dirigirnos a los padres y a las mezquitas. Hay que empezar el entrenamiento oficial de imames (organizado por la Universidad de Ámsterdam) y exigir a los municipios su tarea de inspeccionar», agrega a Efe su presidente, Said Bouharrou.
El socialdemócrata Ahmed Marcouch, alcalde de Arnhem y exdiputado holandés de origen marroquí, advierte por su parte en declaraciones a Efe de que en estas escuelas «se envenena y radicaliza a los niños» y recuerda que estos centros existen en Holanda desde los años 80, porque «con esta filosofía, los jóvenes han matado y se han sumado» a grupos como el terrorista Estado Islámico.
«Hemos tenido este veneno durante años en nuestras ciudades. No debemos subestimarlas (escuelas). Hay que detenerlas, prohibirlas», subraya este político musulmán, amenazado por los salafistas desde que declaró la guerra a esta ideología en 2004 en el Parlamento de La Haya.
Al igual que los centros judíos o cristianos, este tipo de colegios alternativos, que no sustituyen las clases de educación obligatoria para los menores de 16 años, reciben financiación estatal, pero al no ser una educación oficial, no están sometidos al control periódico de la inspección gubernamental.
El polémico libro, escrito por una holandesa conversa al islam, Asma Claassen, tiene dos versiones, una para chicos y otra para chicas, pero ambos siguen la misma metodología, preparada «desde una perspectiva completamente islámica» e incluyen temario sobre diversidad sexual, higiene, matrimonio o adulterio.
El capítulo 2 trata la etapa de «la pubertad», y en sus páginas se aboga por una estricta separación de sexos, alertando de que una chica no puede estar en un mismo espacio que un chico sin un «mahram» (tutor masculino, pariente de la niña) para «proteger contra la atracción» del sexo opuesto.
Una musulmana debe «cubrir todo lo que es bonito de ella», subraya el temario 4, que asegura que no puede quedar «nada a la vista, excepto su rostro y sus manos», ha de vestirse sin «ropa ajustada, maquillaje, ni perfume» y en cuanto al rostro, «Alá maldijo a las mujeres que se depilan las cejas».
En el temario 5, sobre el código de vestimenta para chicas, se advierte contra la «ropa de los no creyentes», lo que -según un comunicado de ISBO-, no es un juicio sobre la forma de vestir de otras personas sino una manera de «diferenciarse de alguien que no es musulmán» porque la mujer «expresa su identidad a través de su ropa».
En el apartado 6 se habla de «un pecado muy grande», y es lo que se conoce en el islam como la «zina» (adulterio). Esto se define en el libro como «sexo fuera del matrimonio o relaciones sexuales ilegales», un concepto amplio que también incluye el contacto visual entre niño y niña «porque puede dar pie a una relación prohibida».
El concepto de homosexualidad se ilustra en el capítulo 9 con una historia sobre «la gente de Lot», un pueblo donde «hubo relaciones sexuales entre personas del mismo sexo» y por eso fue «aborrecido por Alá», que los castigó con «una lluvia de piedras de arcilla dura».
En ejercicios tipo test, los alumnos deben elegir los castigos que Dios habría aplicado a los pecadores, lo que incluye lapidación, horca o muerte con espada, y también deben escribir «cosas típicas que hacen las mujeres, y otras cinco de los hombres», según la investigación.
Tras el escándalo, Gökhan Coban, director de ISBO, envió un nuevo manual para maestros en el que, asegura, se «enfatiza que el código de vestimenta se refiere a un consejo, y no a la coerción» y que los niños deben aprender que «el Islám rechaza la violencia contra los homosexuales».
La Inspección de Educación aseguró que «no tiene autoridad para controlar» lo que se estudia en estas escuelas informales, aunque presionado por el escándalo, el Gobierno holandés prometió enviarles a los inspectores.