El éxito de la edición crítica del libro, publicada en 2016, deja «abrumados» a sus editores
EL PAÍS.- La edición crítica de Mein Kampf (Mi lucha), el libro que Adolf Hitler escribió en la cárcel, ha vendido más de 85.000 copias en Alemania desde su publicación a principios del año pasado, según publica la BBC, citando a sus editores.
Las cifras de venta han dejado «abrumado» al editor Andres Wirsching, quien dirige el Instituto de Historia Contemporánea de Munich, que se encargó de los comentarios y las notas que contextualizan y explican la obra de Hitler en esta nueva versión. El libro que el líder nazi elaboró en la prisión de Landsberg, donde estuvo encerrado por su participación en el Golpe de la Cervecería de Munich (1923), será reimpreso para una sexta edición exegética a finales de este mes, según anuncia el propio Wirsching. La portada volverá a ser lisa: no puede incluir ni fotos del führer ni ninguna simbología nazi dada la prohibición que pesa en el país germano. Pronto verá la luz además una versión en francés que, sin embargo, incluirá traducidos solo dos tercios de los 3.500 comentarios.
En España varios sellos grandes trataron de conseguir una traducción pero el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich contestó que llevarla a otros idiomas con el rigor científico necesario supondría un volumen de trabajo que no podía asumir. Hay sin embargo, pequeños grupos, algunos de tendencia filonazi, que distribuyen sin filtro ‘Mil lucha’. Real del Catorce, por ejemplo, lanzó 1.500 ejemplares con una traducción chilena de 2003 dedicados a los «59 mártires nacionalsocialistas caídos por la patria el 5 de septiembre de 1938»
La prohibición
Tras la derrota del Tercer Reich y la Alemania nazi en 1945 los nazis entregaron los derechos de copyright al estado de Bavaria. Durante los 70 años que por ley le ha pertenecido al gobierno bávaro, cualquier tipo de reproducción estuvo prohibida. Sin embargo expiró hace un año. Andres Wirsching opinó que era absurdo creer, como en los cincuenta, que todo fue culpa de Hitler, y advirtió de que era necesario aprender del pasado, a lo que contribuiría una edición crítica que impidiera que el texto «se expandiera arbitraria e irresponsablemente».