El atentado en Halle no terminó en matanza gracias a que la puerta de entrada al templo resistió milagrosamente los disparos y explosivos utilizados por el atacante
CARMEN VALERO. EL MUNDO.- El presidente de la comunidad judía de Halle, Max Privozozki, ha acusado a la policía de falta de protección tras el ataque ayer la sinagoga. «Aquí nunca hay controles policiales. La policía no viene en el Yom Kippur y tampoco en la fiesta de Chanucka, que congrega a cientos de personas, a pesar de que les ruego que vengan», denunció Privotozki.
La sinagoga de Halle no fue anoche el escenario de una matanza por la resistencia de la puerta de entrada, que aguantó milagrosamente los disparos y explosivos utilizados por el atacante, un neonazi alemán de 27 años que supuestamente actuó en solitario. Tras fracasar en su propósito, Stephan Balliet, abatió a una mujer frente al templo y, a pocos metros, a un hombre que acudía a un establecimiento de comida rápida turco. Antes de ser detenido, colgó en internet su acción, que grabó con una cámara de vídeo adosada al casco que llevaba.
Según los últimos datos facilitados por la investigación, Balliet vivía con su madre y, aunque no se le conocían contactos con círculos neonazis, el material hallado durante el registro de la vivienda da prueba de su radicalización y planes. Expertos del Centro Internacional de Estudios de Radicalización (ICSR, por sus siglas en inglés) ha descubierto en un foro de internet de extrema derecha un manifiesto firmado por Balliet. En ese texto, cuya autoría ha sido confirmada por las autoridades alemanes, el autor expresa su determinación a matar judíos, aunque también podría atacar a una mezquita.
No han sido confirmadas, sin embargo, informaciones de medios locales, según las cuales Balliet tenía una herida de bala en el cuello en el momento de su detención, lo que indicaría que intentó suicidarse.
El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier y el ministro de Interior, Horst Seehofer, vistan hoy la sinagoga Halle para mostrar su solidaridad con la comunidad judía. Ese mismo mensaje lo transmitió anoche la canciller Angela Merkel con su presencia en una sinagoga en Berlín.