La Razón.- «Si yo digo clan, barriada o reyerta, ¿con quién lo identificas?». Desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas Fakali prefieren no ahondar en el último suceso acontecido en el Polígono Sur de Sevilla, en el que murieron dos personas, padre e hijo, tras una brutal pelea en la que se emplearon pistolas y armas blancas. «¿Por qué nunca se habla de que los gitanos vivimos, de media, 10 años menos; de los guetos; de la segregación en las escuelas…?», apuntan, hartos de que se siga poniendo el foco en la imagen estereotipada de la comunidad gitana en los medios cuando saltan noticias como la reciente en el barrio sevillano de las 3.000 viviendas. Desde Fakali consideran que contribuye a fomentar el discurso de odio antiromaní, que «con el ascenso de la extrema derecha campa a sus anchas».
El racismo contra las personas gitanas ha estado más latente en países de Europa del Este y temen que se intensifique y se extienda con el ascenso de la ultraderecha en las últimas elecciones europeas. Los partidos ultraderechistas han conseguido 174 escaños, un 15% más que hace cinco años. Ya no solo obtienen representación en Polonia y Hungría: en Italia y en Francia han logrado más del 40% de los votos, en los Países Bajos el 25%, y en Alemania y España, en torno al 15% de los apoyos.
«Las urnas han legitimado un discurso de odio que golpea a las minorías y esa es nuestra verdadera preocupación», señalan desde Fakali. No obstante, apuntan, el discurso antirromaní siempre ha estado presente en las instituciones al más alto nivel. Recuerdan, en este punto, la decisión del presidente francés Nicolas Sarzoky en el año 2010 de deportar a la ciudadanía gitana en situación de irregularidad con el apoyo de la mitad de la población francesa; o la intención del vicepresidente italiano, Matteo Salvini, de elaborar un censo de población gitana porque «desgraciadamente a los de aquí nos los tenemos que quedar». «Estamos asistiendo al recrudecimiento de situaciones que creíamos aletargadas», denuncian desde Fakali, tras apuntar que uno de los mayores hándicaps para crear una pedagogía antirrascista es la falta de representantes políticos gitanos.
«De los 720 escaños en el Parlamento Europeo ninguno está ocupado por gitanos y eso que somos 12 millones en la Unión Europea», inciden. Pero no siempre ha sido así. De hecho, apuntan «las personas gitanas han estado en primera línea de la política desde hace 200 años», y recuerdan nombres como los de los eurodiputados Romeo Fransz (Alemania), Soraya Post (Suecia), Lívia Járóka (Hungría) o Juan de Dios Ramírez Heredia, este último primer diputado gitano en nuestro país y también eurodiputado por España entre los años 1986 y 1989. «Se gobierna para la mayoría, para los que se quedan atrás no hay políticas ni en educación, ni en empleo, ni en salud…».
En este sentido, recuerdan desde Fakali que la población gitana vive, de media y según la OMS, 10 años menos, que un 52% se encuentra en situación de infravivienda y que el 80% de los romaníes europeos se encuentran en riesgo de pobreza, cuando el promedio es del 17%. De ahí, la importancia de que la cuestión gitana se ponga en el centro de la diana política, algo complicado si no cuentan con representantes políticos. En España, solo siete gitanos han conseguido un escaño en el Congreso de los Diputados en 15 legislaturas y en el Parlamento andaluz, solo uno, y eso que en la comunidad andaluza se concentra el mayor número de personas gitanas en España.
Desde luego, no lo tienen fácil. Según un estudio de la Fundación Reina Sofía con la FAD, el 30% de la población está en contra de tener un alcalde gitano. Y es que, según el último Eurobarómetro, la romafobia se considera la forma de racismo más extendida de entre todos los colectivos estudiados, por encima de la población africana y subsahariana: un 65% de media en la Unión Europea y un 70% en España.
«La infrarrepresentación gitana en la política local, autonómica y estatal coincide también con el auge de discursos racistas, de corte ultraderechista y, en determinadas ocasiones, neonazi», lamentan desde Fakali, que piden más «referentes» como Beatriz Carrillo de los Reyes, directora general de Igualdad de Trato en el Ministerio de Igualdad, para derribar «los muros de hormigón» a los que se enfrenta la comunidad gitana en toda Europa.