La Caravana Migrante, atascada en la frontera por la fuerte represión mexicana: «Venimos a buscar refugio»

| 21 enero, 2020

3.000 hondureños intentan de nuevo cruzar desde Guatemala a México, rumbo a Estados Unidos, y son gaseados por la Policía

ASIER VERA. EL MUNDO.- Una adolescente de 17 años yace desmayada en el suelo mientras sus familiares tratan de que recupere el conocimiento echándole agua. A pocos metros, se escuchan las detonaciones de la Guardia Nacional de México que lanza gases a los 3.000 migrantes que tratan de ingresar en su territorio en busca de su sueño americano en EEUU.

De nada sirvió que en la Caravana Migrante, que partió la noche del 14 de enero de la ciudad hondureña de San Pedro Sula, hubiera cientos de niños y niñas y muchos bebés.

La Guardia Nacional se empeñó duro para lograr un auténtico muro que evitara que la autodenominada Caravana de la Esperanza continuara su viaje. Por un día, el presidente de EEUU, Donald Trump, logró que su muro se trasladara a la frontera sur de México, concretamente, a Ciudad Hidalgo, ubicada junto al río Suchiate que separa este país de Guatemala.

Los 3.000 migrantes pretendían inicialmente entrar en México a través del puente fronterizo Rodolfo Robles entre Tecún Umán (Guatemala) y Ciudad Hidalgo. Para ello, se agolparon desde las cinco de la madrugada en el puente y enviaron a una comitiva a negociar con el Instituto Nacional de Migración.

En el portón de salida de Guatemala no tuvieron ningún problema, pero al otro lado del portón de entrada a México ya les esperaba un gran contingente de Policía Militar y la Guardia Nacional preparada para actuar en caso de que la Caravana pretendiera entrar a la fuerza, como ocurrió hace unos días cuando los agentes les rociaron con gas pimienta, abortando así el asalto.

Antes de cruzar al puente en plena madrugada, los migrantes realizaron una oración religiosa, porque «Dios está con nosotros» y uno de ellos preguntó: «¿Qué somos?», a lo que el resto contestó al unísono: «Más que vencedores».

Portando una gran bandera de Honduras y otra más pequeña de México varios migrantes se adelantaron al grueso de la Caravana para situarse frente al portón desde donde un altavoz repetía una y otra vez un mismo mensaje: «Está ingresando de manera irregular a México. Debe portar visa mexicana o documento migratorio. No se exponga a los traficantes de personas. Su vida corre peligro. No se deje engañar. No es un hecho que EEUU le otorgará asilo».

Mientras las 3.000 personas esperaban sentadas una señal para avanzar los últimos 300 metros que les separaban del portón, varios representantes de la Caravana iniciaron una negociación con las autoridades del Instituto Nacional de Migración para que se permitiera que los migrantes pudieran entrar en masa y tuvieran, además, la libre circulación por territorio mexicano hasta alcanzar la frontera con EEUU.

Para ello, entregaron un documento con sus peticiones dirigidas al presidente de México, Manuel López Obrador y una representante de Migración le pidió tres horas para analizar las solicitudes. «Queremos ver de ustedes esa garantía de que si pasamos ordenadamente nos van a dejar seguir», le dijo un migrante a la delegada de Migración en Chiapas que conversó con la comitiva de la Caravana.

Transcurridas cuatro horas desde que entraran al puente y cuando el calor era ya sofocante, México pidió un hora más, lo que provocó que los migrantes comenzaran a perder la paciencia, si bien finalmente esperaron con la esperanza de que finalmente les abrieran el portón para que pudieran entrar todos juntos.

Sin embargo, no obtuvieron la respuesta que anhelaban y la negociación se rompió cuando una representante del Instituto Nacional de Migración les leyó un comunicado en el que les invitaba a entrar a México de manera «regulada, segura y ordenada» y, por tanto, de uno en uno en grupos de 20 o 40 personas priorizando a los niños no acompañados y a las mujeres embarazadas.

«No se puede obsequiar positivamente su petición, pero invitamos a los migrantes a pasar a la frontera en orden para su registro y resolver personalmente sus peticiones», les dijo la delegada de Migración.

GAS PIMIENTA CONTRA PIEDRAS

Esto generó el descontento de la comitiva a la Caravana ante el temor de que ese método sirva para deportar a los migrantes e inmediatamente informó mediante un altavoz del fracaso de las negociaciones poniendo en marcha lo que denominaron como «Plan B», consistente en el cruce masivo del Río Suchiate que separa Guatemala y México.

Inmediatamente, las 3.000 personas de la Caravana se dirigieron al río que, debido a que tenía poco caudal, pudieron cruzar corriendo hasta la rivera, que ya pertenece a México. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió con la primera Caravana Migrante de 2018 que también cruzó el mismo río, en esta ocasión México no tenía ninguna intención de dejarlos entrar.

Cuando los primeros grupos de migrantes subieron la rivera para entrar en Ciudad Hidalgo comenzaron las cargas policiales con lanzamiento de gases lacrimógenos por parte de la Guardia Nacional, lo que provocó que pequeños grupos de migrantes comenzaran a lanzarles piedras y palos, una situación de caos con momentos de tensión en los que las madres y los padres trataban de refugiar a sus hijos y algunos se mareaban por el fuerte calor.

Tras varias carreras, sólo un pequeño grupo de no más de 200 personas consiguió atravesar la barrera policial, si bien posteriormente muchos de ellos fueron interceptados y detenidos en la carretera que conduce a Tapachula. Mientras, el grueso de la Caravana no pudo avanzar debido a la fuerte presencia de la Guardia Nacional que rodeó a los migrantes y les obligó a quedarse a escasos metros de continuar su sueño de avanzar hacia EEUU.

Según iban transcurriendo las horas los migrantes vieron la imposibilidad de seguir su viaje, por lo que, ante el temor a una detención masiva durante la madrugada, la gran mayoría decidió regresar a Guatemala atravesando de nuevo a pie el Río Suchiate para poder dormir en las calles y en los dos albergues habilitados para ellos en Tecún Umán. Allí esperarán a que en las próximas horas llegue una nueva Caravana Migrante desde Honduras y El Salvador con unas 200 personas para intentar de nuevo entrar en México.

«NO VENIMOS A ROBAR»

Una de las migrantes que optó por regresar a Guatemala es Alba Luz, quien lamentó que la Policía de México golpee a las personas: «Venimos a buscar un refugio» porque en Honduras «a uno lo matan y le queman hasta la casa». Acompañada de su hija de ocho años y su hijo de 15, insistió: «No venimos a robar ni a pelear, sólo queremos que nos den paso» para llegar a EEUU. Además, consideró que las autoridades migratorias de México les están «engañando»: «Dicen que pasemos de 20 en 20, porque es para mandarnos a nuestro país a sufrir otra vez».

En similares términos se expresó Brenda Elisabeth Villanueva, una migrante que dejó en Honduras a cargo de su madre a sus dos hijos de nueve y cinco años. «Estamos huyendo porque en ese país no hay empleo ni hay nada. Nos estamos muriendo de hambre y el Gobierno dictador de Juan Orlando Hernández no nos ayuda en nada», censuró. Así, recordó que «todo el mundo se está viniendo de Honduras, porque allí no ajusta ni para la comida, ni hay salud para nuestros hijos, ni medicinas en los hospitales».

«Vine por un futuro mejor y aquí lo gasean a uno», indicó su hermana Araceli Villanueva, quien entre lágrimas recordaba que en Honduras dejó a un niño de dos años y una hija de 12: «Nuestros hijos necesitan comer». Por su parte, Marlen Esneidy Martínez viaja con sus hijas de dos años y cinco meses, dado que en Honduras «gobiernan más las pandillas y es bastante peligroso con un Gobierno narco que está acabando con el país en el que la gente humilde y pobre es tratada como una basura en la calle».

Pese a que el día comenzó con la consigna «sí se puede, sí se puede», los migrantes de la nueva Caravana concluyeron la jornada cabizbajos tras ver cómo su sueño de llegar a EEUU se esfumaba tras la presión de Donald Trump a México para que evite estos éxodos humanos en busca de una vida mejor alejada de la violencia endémica y la miseria que asolan Honduras.

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