La Vanguardia/Joaquín Vera.- La defensa del presunto lobo solitario pretendía que la causa fuese trasladada a los juzgados gaditanos
El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea, que instruye el caso del ataque mortal en dos iglesias de Algeciras a principios de año, seguirá investigando como un presunto terrorista de corte yihadista. El instructor ha cerrado la puerta a la petición de la defensa del joven marroquí de 25 años que pretendía que la causa pasase a manos de los juzgados gaditanos.
El magistrado de refuerzo del Juzgado Central de Instrucción Número 6 explica en un auto de este mismo martes que «sin perjuicio de la calificación que se precise al finalizar la instrucción los hechos investigados encajan en un delito de asesinato y otros dos en grado de tentativa con fines terroristas». El ataque se saldó con un sacristán muerto y varias personas heridas.
Para cortar el paso a las pretensiones de la defensa del investigado, Gadea dice tener en cuenta la identidad de las personas agredidas, el lugar de comisión de los hechos, los datos aportados al procedimiento sobre acceso a páginas de internet y las propias manifestaciones realizadas por el investigado en su declaración.
El juez relata que de lo investigado hasta el momento se desprende que Yassine Kanjaa acudió sobre las seis y media de la tarde del 25 de enero a la iglesia de San Isidro en la plaza del mismo nombre de Algeciras, donde empezó a vociferar expresiones y a realizar referencias a elementos religiosos en árabe y en español, refiriéndose al corán y a la biblia y señalando a una de las vírgenes en una actitud desafiante.
Tal y como añade, tras una breve disputa dialéctica finalmente el detenido decidió marcharse del lugar entorno de las siete menos cuarto de la tarde. Después de salir de la iglesia, Yassine Kanjaa regresó a su domicilio, cogió un machete de grandes dimensiones, lo ocultó bajo la chilaba negra que vestía, apagó su teléfono móvil y lo guardó en el interior del cajón de su mesita
Fue sobre las siete de la tarde cuando salía de su domicilio se encontró con la primera de sus víctimas, a la que le causó lesiones. Cuando Yassine Kanjaa le mostró el machete el agredido salió huyendo. El juez destaca que el propio Yassine Kanjaa reconoció que le agredió con la intención de matarle pues cree que es «un marroquí-español que frecuenta esa iglesia por ser converso y no practicar la auténtica religión, el islam».
Continuando el relato de los hechos, en torno a las siete y cuarto de la tarde Yassine Kanjaa regresó a la iglesia de San Isidro profiriendo gritos en árabe y se dirigió por el pasillo central hacia el altar donde se encontraba el sacerdote con el machete en mano. El sacerdote trató de escapar pero cuando inició la huida tropezó y cayó, momento en el que Yassine Kanjaa le dio un fuerte golpe en la nuca.
Fue sobre las siete y veinticinco de la tarde Yassine Kanjaa acudió a otra iglesia, la de Nuestra Señora de la Palma, donde se dirigió hacia el sacristán, Diego Valencia, que intentó huir, siendo perseguido por el investigado que le daba continuos golpes con el machete hasta que ya en la plaza Alta la víctima cayó al suelo. «Ese es el momento en el cual Yassin asesta dos golpes mortales dirigidos a la decapitación» del sacristán, indica el juez.
«Una vez que dejó en el suelo al fallecido comenzó a caminar hacia el oeste de la plaza realizando un gesto de victoria apuntando su machete hacia el cielo hasta llegar a otra parroquia, el Santuario de Nuestra Señora de Europa, donde empezó a golpear la puerta con patadas», añade el auto.
Al no conseguir su objetivo continuó su marcha por la calle de Murillo hacia el Mirador el Muro, donde volvió a realizar el gesto de victoria con el machete en la mano hasta que fue detenido, siempre según el relato del juez.