Judío, alemán y miembro del partido ultraderechista AfD

| 26 septiembre, 2018

Un grupo de judíos alemanes está a punto de crear una asociación afiliada al partido ultraderechista Alternativa para Alemania. No ven contradicción en ello, sino sinergias

ANTONIO MARTÍNEZ. EL CONFIDENCIAL.- La política es contradicción. Pero en ocasiones la magnitud del oximoron pone en cuestión la verosimilitud de la realidad. Es el caso de un grupo de judíos alemanes, que están a punto de crear una asociación afiliada al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Si sale adelante su propuesta, el próximo 7 de octubre, se constituirán como grupo ligado a una formación con líderes que se han referido al memorial del Holocausto de Berlín como el «monumento de la vergüenza». La sensación generalizada es de estupefacción. Pero en las asociaciones judías reina la indignación.

El promotor de la idea es un concejal por AfD de la ciudad de Wiesbaden llamado Dimitri Schulz. Ingeniero industrial de 31 años, es judío y emigrócon dos años a Alemania con sus padres, procedente de la extinta Unión Soviética. En una entrevista al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung explica que durante años votó a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel. Consideraba que era el partido que mejor defendía los valores tradicionales del cristianismo y el judaísmo: la familia, la educación y la cultura. Pero lo que describe como el progresivo viraje de la canciller hacia la izquierda, le llevó a ingresar en AfD en 2014.

La formación, xenófoba y nacionalista, es a su juicio es quien mejor presenta ahora los valores cristianos y judíos. Además es el único que se dirige específicamente a la comunidad ruso-alemana, que entre los rusos emigrados y las personas provenientes del antiguo bloque comunista suman unos tres millones de personas. Su religión no le ha causado ningún problema en AfD, agrega. Nunca ha ocultado su fe y se ha sentido muy bien recibido en el partido que está captando votos en los caladeros de la extrema derecha.

AfD es el partido que tiene en Björn Höcke uno de sus mayores ideólogos. El mismo que ha agitado manifestaciones neonazis y que criticó que en el centro de Berlín hubiese un monumento en recuerdo a los seis millones de judíos que asesinó el III Reich. Y también es la formación que preside Alexander Gauland, quien llamó a estar orgulloso de las acciones de los soldados alemanes en la II Guerra Mundial y quien calificó de «mierda de pájaro», tratando de minusvalorarlo, lo que representaba Adolf Hitler y el régimen nacionalsocialista en la historia de Alemania.

«Que haya algunos individuos realmente antisemitas (en AfD) no lo negamos.Sólo decimos que en la opinión pública se está sobrestimando sin medida a estos miembros», asegura Schulz en una carta remitida a la agencia de noticias germana, DPA. Su ambición es grande: espera llegar a reunir a más de un millar de judíos en su asociación.

«Totalmente incomprensible»

La reacciones no se han hecho esperar. Especialmente dentro de la comunidad judía en Alemania. El expresidente del Consejo Central de los Judíos Michel Friedman aseguró al tabloide Bild que «nadie debería entrar en AfD, y menos aún un judío» porque se trata de un partido que ha llevado al Bundestag un discurso incendiario. A su juicio este partido es una formación «inhumana y enemiga de la democracia».

La presidenta de la Asociación Cultural Israelí en Múnich, Charlotte Knobloch, también expresidenta del Consejo Central de los Judíos, tachó de «totalmente incomprensible» la militancia de judíos dentro de AfD y lamentó que esto podíadar a la formación la «apariencia de legitimidad». «No hay que dejarse engañar. AfD es y sigue siendo un partido en el que los antisemitas pueden sentirse en su salsa», criticó. Maram Stern, del Congreso Judío Mundial, consideró por su parte que AfD «no pisa con ambos pies en el suelo de la Constitución» y promueve el odio contra las minorías. Además, prosiguió, es enemigo de la religión y quiere acabar con tradiciones judías «centrales» como su forma de sacrificio de animales o la circuncisión.

Un gesto estratégico

Tras este movimiento puede haber varios motivos, según los expertos. AfD está en campaña de cara a las próximas elecciones regionales en Baviera y Hesse, precisamente el Land por el que se presenta Schulz. El caladero de los ruso-alemanes -conformado por votantes principalmente conservadores y con un importante porcentaje de judíos– es jugoso y está poco explotado. Y además, el enemigo de la ultraderecha alemana ya no es tanto los judíos como los musulmanes. AfD está utilizando a los judíos para tapar sus «mensajes de odio», asegura Elio Adler, de la asociación berlinesa IniciativaValores. Su acercamiento a los judíos sólo es una tapadera para atacar a los musulmanes, acusándoles de antisemitas, un tabú en la Alemania bienpensante.

El comisionado del Gobierno alemán para el antisemitismo, Felix Klein, aseguró que las motivaciones de AfD aquí levantan «algunos interrogantes». El partido no puede denominarse en su conjunto antisemita, argumentó, pero sí que tolera entre sus filas a personas que han relativizado los delitos del nacionalsocialismo.

No obstante, Schulz, el promotor de Judíos en Alternativa para Alemania (JAfD), defiende en su carta que el verdadero peligro para los judíos es la «inmigración masiva de hombres jóvenes provenientes de círculos culturales islámicos» que han experimentado una «socialización antisemita». «AfD es el único partido de la República federal que ha abordado la cuestión del odio musulmán a los judíos sin minimizarlo», añade.

Efectivamente se ha dado en los últimos años un repunte de los delitos de odio contra los judíos, un fenómeno ligado a la llegada masiva de peticionarios de asilo de países de oriente medio (cuando hasta ahora estas acciones eran patrimonio exclusivo de la extrema derecha). Pero no es cierto que sólo AfD los haya criticado. Todos los partidos salieron en tromba a condenarlos. La propia canciller reconoció la situación el pasado abril. En una entrevista a la televisión israelí Channel 10 News aseguró: «Tenemos ahora un nuevo fenómeno en el que refugiados o personas de origen árabe traen una nueva forma de antisemitismo al país».

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