Diario de Lanzarote.- Al lanzaroteño Josué Cedrés le atacaron con un cuchillo en Tenerife y la agresión le ha dejado secuelas psicológicas. Su agresor ya ha salido de prisión y el joven asegura que no ha tenido apoyo de la Administración
El lanzaroteño Josué Cedrés no olvidará fácilmente el 28 de octubre de 2019. No es una frase hecha, sino que las consecuencias de lo que ocurrió ese día no salen de su cabeza. Desde entonces ha tenido que recurrir a apoyo psicológico y psiquiátrico.
Ese día, estaba en una calle de La Camella (Arona) a las 10.30 de la mañana, esperando a que su marido saliera de la farmacia, cuando Juan Vicente Pérez, un hombre de 58 años en claro estado de embriaguez, y a quien hasta entonces no había visto nunca, comenzó a insultarle y amenazarle.
Le llamó “maricón de mierda”, “basura” y “asqueroso” y le hizo varias veces el gesto de que le iba a cortar el cuello acompañado de palabras que no dejaban lugar a dudas de sus intenciones: “Te voy a cortar el cuello”. Y casi lo logra.
Cuando pasó por su lado, el agresor le escupió y Josué le recriminó su actitud. Fue entonces cuando Juan Vicente sacó un cuchillo de once centímetros de hoja y le hizo un corte en el cuello. “Tuve suerte porque el cuchillo era de sierra, de esos de cocina”, cuenta Josué por teléfono desde La Laguna, adonde se había trasladado unos días antes de aquella agresión desde su Arrecife natal.
La sentencia de la Audiencia Provincial que condenó después al agresor dice que, por sus heridas, no hubo peligro para su vida, pero que, por la zona en que se produjo, sí que pudo llegar a darse ese peligro vital.
Al día siguiente de los hechos, el agresor ingresó en prisión provisional, de donde salió en libertad hace un mes. El juicio se celebró el 21 de diciembre pasado y la sentencia le impone dos años y medio de cárcel, pero suspende la pena y decreta su puesta en libertad.
Josué no asistió al juicio porque no sabía que se iba a celebrar. No estaba personado. No entiende de Derecho y dice que tanto en la Policía como en los Juzgados de Granadilla de Abona le dijeron que no le hacía falta un abogado porque él era la víctima.
La Fiscalía presentó un escrito de acusación, con la circunstancia agravante de homofobia y la atenuante de embriaguez. La defensa del acusado lo asumió íntegramente. El acusado reconoció los hechos, y a cambio salió de prisión después de 14 meses con la condición de abonar el montante correspondiente a la responsabilidad civil y someterse, hasta el final, a un tratamiento de desintoxicación de su adicción al alcohol. Debe indemnizar a la víctima con 3.770 euros, por varios conceptos, a razón de cien euros al mes.
Desde la agresión ha tenido que recurrir a apoyo psicológico y psiquiátrico
La sentencia recoge los daños físicos, que no fueron muy grandes, pero no los daños psicológicos, y de eso es de lo que se queja Josué. Desde entonces tiene miedo. Al principio no podía salir solo a la calle. Trabajaba en Leroy Merlin de cara al público y tenía miedo de la gente. También le daban miedo los cuchillos.
Dice que la Policía ni siquiera le acompañó al hospital el día de la agresión, que no ha tenido ayuda psicológica por parte de la Administración y se la ha tenido que buscar él mismo. Cree que, ya que se trata de una agresión homófoba, como recoge el fallo, debería haber recibido alguna ayuda como la que tienen las mujeres que son víctimas de violencia de género, ya que en este caso el agresor también es un hombre. “Estoy mal aún”, asegura.
Le ha intranquilizado la salida a la calle de su agresor, que no se puede acercar a él a menos de 500 metros, y tiene miedo de encontrárselo por la calle porque, aunque vive en La Laguna, sus suegros viven en La Camella, donde se produjo la agresión. “Si tengo que ir allí, me pongo nervioso”, asegura, porque cree que una orden de alejamiento no garantiza nada.
Dice que se planteó irse a vivir a otra isla. No puede recurrir la sentencia porque ya es firme y él no estuvo personado en el procedimiento, pero cree que la condena es escasa por un homicidio en grado de tentativa. “No es que sea escasa por ser violencia homófoba, sino por ser violencia, en general, porque por un porro te ponen una multa de mil euros y por intentar matar a una persona, 3.700”, afirma Josué.