El Debate.- Jorge acaba de terminar segundo de ESO en el instituto Isabel de Villena de Esplugues de Llobregat (Barcelona). Pero está deseando poder cambiar de centro, ante los problemas que ha tenido con una de sus profesoras, que lo ha señalado o lo ha ignorado porque él hablaba en castellano. La situación llegó a tal punto, que la familia ha presentado una denuncia ante la Alta Inspección, pero también han optado por la vía administrativa, por acoso.
El propio Jorge ha explicado a El Debate que los problemas empezaron el curso pasado, en primero de la ESO, cuando esta profesora daba ciencias. «Estábamos dando en ese momento las células y tenía que hacer unas maquetas. Antes de empezar el proyecto pregunté cómo tenían que ser las maquetas, pero lo hice en castellano. Y me ignoró. Se lo pregunté otra vez, y me dijo: como no hablas en catalán, no te puedo responder», dice Jorge.
El niño pone más ejemplos del trato que le dispensaba esta docente. Más recientemente, le dijo: «te apruebo porque no tengo otro remedio, porque has aprobado todos los exámenes», pero ponía en duda la actitud de Jorge. Tania, su madre, apunta: «el problema de actitud es porque le respondía en castellano o porque él se iba de clase, pero porque ella le invitaba a irse. Pero ella, si le hablaba en catalán, le respondía perfectamente, no había más problemas». También explica que la profesora se burlaba de su hijo porque «no pronunciaba perfectamente el nombre, y ella siempre le decía Jordi. Fíjate a qué nivel llegaba. Y otras veces le decía: anda, vete por ahí».
Y si en clase, alguien tiraba una bola de papel a Jorge, y él la devolvía, «era a mí a quien castigaba, y al otro no le decía nada. Y me echaba durante toda la clase. Si eso pasaba a las 00 a y 59 me decía que entrara», explica Jorge, que deja muy claro que se sentía «acorralado». Y se pregunta: «¿No me puedo expresar en castellano? ¿Me están diciendo que la lengua que he aprendido, me están obligando a olvidarla?».
Y entre los alumnos, dice que se ha encontrado de todo, desde los que le decían que tenía que hablar en catalán en clase, que «por qué no cambiaba», a los que le apoyaban, pero «luego ellos hablaban catalán para no meterse en problemas». En cualquier caso, Jorge está deseando cambiar de colegio para «no tener que soportar a esa profesora» y espera que la justicia haga «algo», porque «no es normal tener a una profe que no te deja hablar el castellano, que también es oficial como el catalán».
Situación insostenible y un «sinvivir»
Jorge tiene las ideas claras, como su madre, Tania, que asegura que ya vieron «un cambio radical» en primero de la ESO. El problema es que la profesora, cuando se dirigía a ella en castellano, le respondía con un «no t’entenc (No te entiendo)», repetidamente. «No le contestaba y mi hijo se quedaba siempre con la duda y sin poder participar en clase. Y si no le gustaba, le invitaba a que se fuera de clase, lo que él hizo en alguna ocasión. Y así pasaron semanas y meses», explica Tania.
La situación llegó a ser tan «insostenible», que mantuvieron varias reuniones con la tutora y la jefa de estudios. «Eran reuniones tensas, y se enfadaban», dice Tania, que, viendo que no mejoraba el ambiente, solicitó una entrevista con la directora. Así consiguió que se relajara la situación los últimos meses del curso, pero «este año, en física y química, el problema ha sido igual o peor», apunta, y ante la pasividad de la dirección «y viendo que la situación es insostenible, he decidido denunciar y actuar para que esto cese, y a todos los niveles. Un alumno tiene que poder expresarse en castellano o en catalán cuando quiera, excepto, lógicamente, en las asignaturas de lengua».
Tania deja claro que Jorge lo pasa mal, pero los padres, también: «es un sinvivir. Cada semana teníamos una llamada de teléfono por cualquier cosa, e-mails por cualquier cosa, notas por cualquier cosa… ¿De qué curso estamos hablando? Es un curso de ESO, no de primaria. Era un acoso. Llamaba la tutora normalmente. Yo trabajo por la noche, y, por la mañana, podía tener tres o cuatro llamadas perdidas. Si no contestaba, tenía correo; y si no, nota escrita. Me decían que si Jorge había hecho esto, que si había hecho lo otro, y que creían que era una falta leve, grave o lo que sea. Es ansiedad lo que crea todo esto».
Tania explica que lo que quieren es «defender los derechos lingüísticos de los castellanohablantes, y que se puedan expresar en su lengua materna, que el castellano no quede reducido solo a una clase». Y lamenta que se quiera eliminar esta lengua «y dejarlo al nivel de una lengua extranjera, como el inglés, el francés o el alemán, con dos o tres horas a la semana».
También denuncia el «adoctrinamiento en las aulas» y el hecho de que los profesores sigan sin titubear «unas indicaciones muy claras de la Generalitat, del Departamento de Educación, y seguir unas líneas, y no se separan de ahí». Pero no solo se conforman con el aula, sino que, dice Tania, «están obligando a los alumnos a expresarse en catalán, en los pasillos, en el comedor o en el patio, entre los compañeros. Y son muy, muy, pesados».
De momento, la familia, asesorada por la Asamblea por una Escuela Bilingüe, ha presentado la denuncia ante la Alta Inspección, por el tema lingüístico, pero tienen también «abierta» la vía administrativa por acoso. En cualquier caso, espera que Jorge se vaya del colegio: «la preinscripción la hicimos fuera de plazo, rápido, porque no estaba previsto que se cambiara de colegio. Si no, no imaginamos otro año ahí». Y si tienen que permanecer en el centro, espera que «se relajen», porque, en caso contrario, «llegaría hasta el final y por todas las vías posibles». «Es que estamos hablando de menores. Jorge es solo un niño», recuerda Tania.