GINEBRA (16 de junio de 2023) – El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, ha hecho un llamamiento a todos y todas para que colaboren en la construcción de un mundo más respetuoso y civilizado, y para que se tomen medidas efectivas para acabar con el discurso de odio de cara al Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio, que se celebra el 18 de junio.
«Sabemos que la difusión del odio la emplean quienes quieren crear divisiones, buscar chivos expiatorios y apartar la atención de los problemas reales. Las redes sociales constituyen un terreno extraordinariamente fértil para el discurso de odio al proporcionarle un alcance y una velocidad sin precedentes. Y el odio alimenta la intolerancia, la discriminación y la incitación a la violencia», aseveró Türk.
«¿Qué hay que hacer? No existe bala de plata, ni interruptor que pulsar que libere a nuestro mundo del odio en la red o fuera de ella. Pero podemos conseguir limitar su propagación, aislar y responsabilizar a los incitadores del odio y fomentar un mayor respeto a través de medidas específicas y dotadas de recursos».
La propagación de leyes relacionadas con la incitación al odio en todo el mundo que se utilizan abusivamente contra periodistas y defensores y defensoras de los derechos humanos es casi tan viral como la propagación del discurso de odio en sí misma, explicó el Jefe de Derechos Humanos. Las leyes genéricas —que permiten a los Estados censurar discursos que consideran incómodos y amenazar o detener a quienes cuestionan la política del gobierno o critican a las autoridades— violan los derechos y ponen en peligro el debate público esencial.
En vez de penalizar el discurso que debería estar protegido, necesitamos que los Estados y las empresas tomen medidas urgentes para abordar la incitación al odio y la violencia, señaló Türk.
El Alto Comisionado pidió iniciativas de diversa índole y dotadas de recursos, tales como:
- Aumentar la inversión en la lucha contra el discurso de odio en otros idiomas que no sean en inglés, y detectar y dirigir una mayor atención e inversión a los contextos frágiles o en los que se den señales de alerta temprana;
- Escuchar a los ciudadanos y ciudadanas más afectados por el discurso de odio, y proporcionarles mejores canales para plantear sus preocupaciones y lograr una actuación rápida;
- Responsabilizar a las empresas de lo que hacen —y dejan de hacer— por respetar los derechos humanos, lo cual incluye exigir la diligencia debida en materia de derechos humanos en lo que respecta a sus operaciones y aumentar la transparencia en torno a las políticas y prácticas de incitación al odio;
- Potenciar la ampliación de la investigación sobre cómo combatir con eficacia el discurso de odio mediante una mayor transparencia, como el acceso abierto o asequible a las API;
- Prestar apoyo a las personas cuya salud mental y física se vea gravemente afectada por la incitación al odio y la violencia, en particular los daños suficientemente documentados causados a las mujeres y niñas por el odio basado en el género;
- Invertir en programas de alfabetización digital y educación mediática, formación en derechos humanos y apoyo a mecanismos de verificación independiente de los hechos con la participación de periodistas y la sociedad civil.
«También se deben intensificar los esfuerzos para hacer frente a aquellos que lo difunden con un altavoz más potente: los cargos políticos e influencers cuyas voces tienen un impacto profundo y cuyo ejemplo inspira a miles de personas», afirmó Türk. «Debemos crear redes y amplificar las voces que pueden combatir el odio».
El marco «Fe para los derechos» de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es una de esas iniciativas. Compromete a los líderes religiosos a responder ante el odio y la incitación a la violencia, tal y como sucedió en Chipre, por ejemplo, donde se realizaron llamamientos a la libertad religiosa, la coexistencia y la paz tras casos de vandalismo en lugares de culto.