Euronews.- La cuestión ha surgido tras el caos desatado el pasado sábado por la noche en Roma con el asalto a un hospital y a una de las sedes del sindicato CGIL, el mayor del país, por un grupo de manifestantes de extrema derecha en unas protestas convocadas, en teoría, contra la obligación del pasaporte sanitario del coronavirus.
«Todas esas formaciones que se identifican con el fascismo deben ser disueltas. Es el momento de decirlo claramente», indicó el líder de la CGIL, Maurizio Landini, ante cientos de personas que se congregaron a las puertas de la sede coreando el himno partisano «Bella ciao».
Unos diez mil manifestantes, entre ellos numerosos militantes del movimiento neofascista Forza Nuova, marcharon por el centro de la capital, profiriendo insultos hacia el Gobierno de unidad nacional de Mario Draghi y también contra la prensa.
El encontronazo se saldó con 38 policías heridos,y doce manifestantes detenidos, entre estos el líder nacional de Forza Nuova, Giuliano Castellino.
Además, una treintena de manifestantes asediaron el servicio de Urgencias del hospital Umberto I e hirieron a cuatro personas, entre ellas dos enfermeras, una con un botellazo en la cabeza, y a dos agentes de seguridad.
Indignación y condena, incluso de la ultraderecha
Estas acciones han suscitado la indignación y la condena de la política italiana, pues como han apuntado numerosos expertos, recuerdan a tiempos pasados.
Italia se plantea la ilegalización de los movimientos neofascistas.
La cuestión ha surgido tras el caos desatado el pasado sábado por la noche en Roma con el asalto a un hospital y a una de las sedes del sindicato CGIL, el mayor del país, por un grupo de manifestantes de extrema derecha en unas protestas convocadas, en teoría, contra la obligación del pasaporte sanitario del coronavirus.
«Todas esas formaciones que se identifican con el fascismo deben ser disueltas. Es el momento de decirlo claramente», indicó el líder de la CGIL, Maurizio Landini, ante cientos de personas que se congregaron a las puertas de la sede coreando el himno partisano «Bella ciao».PUBLICIDAD
Unos diez mil manifestantes, entre ellos numerosos militantes del movimiento neofascista Forza Nuova, marcharon por el centro de la capital, profiriendo insultos hacia el Gobierno de unidad nacional de Mario Draghi y también contra la prensa.
El encontronazo se saldó con 38 policías heridos,y doce manifestantes detenidos, entre estos el líder nacional de Forza Nuova, Giuliano Castellino.about:blank
Además, una treintena de manifestantes asediaron el servicio de Urgencias del hospital Umberto I e hirieron a cuatro personas, entre ellas dos enfermeras, una con un botellazo en la cabeza, y a dos agentes de seguridad.
Indignación y condena, incluso de la ultraderecha
Estas acciones han suscitado la indignación y la condena de la política italiana, pues como han apuntado numerosos expertos, recuerdan a tiempos pasados.
Italia asistió a la fundación del Fascismo de Benito Mussolini hace un siglo, en 1919, un movimiento que dio sus primeros pasos con el hostigamiento a los sindicalistas y que, tras llegar al poder en 1922, llevó al país al desastre de la II Guerra Mundial.
Landini, arropado por cientos de correligionarios, aseguró que lo de anoche fue «un ataque a la democracia» y «una ofensa a la Constitución» republicana que surgió tras la caída del régimen y que de hecho prohíbe en sus disposiciones finales la reorganización «bajo cualquier forma» del Partido Fascista.
Por esa razón convocó una manifestación nacional el próximo sábado bajo el lema «Mai più Fascismo» (Nunca más fascismo).
Su propuesta de ilegalizar este tipo de organizaciones, que cabalgan ahora el descontento por la pandemia, como lo hicieron entonces por el malestar de la Primera Guerra Mundial, ha sido secundada por varios políticos de la izquierda italiana.
La condena también llegó desde la ultraderecha, que sin embargo dejó clara su comprensión con quienes se manifestaron pacíficamente contra el pasaporte sanitario.
El jefe de la Liga, Matteo Salvini, socio como los mencionados en el Gobierno de coalición de Draghi, criticó el ataque pero apoyó a «los trabajadores que defienden pacíficamente sus derechos y su libertad», pues él está en desacuerdo con la obligación del certificado.
Mientras que Giorgia Meloni, presidenta de la ultraderechista Hermanos de Italia, única oposición al Gobierno, tachó de «delincuentes» a los que sembraron el caos en Roma.